1. A veces un buen libro es la mejor arma

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-¿Me recuerdas por qué vamos a Tadfield?.-

-Porque la señorita Anathema nos invitó a su cena de compromiso.- El pelirrojo bufó con algo de fastidio sin dejar de mirar el camino frente a ellos.- Y somos amigos suyos, ¿No es encantador?.-

-¡Oh si!, Va a ser muy divertido.- Se burló el demonio, aquello fue más que suficiente para que el peliblanco dejara el tema.

Llegarían al pueblo al caer la noche o tal vez antes con el exceso de velocidad del conductor, de cualquier manera estarían ahí antes del día siguiente.

Dos años después de que ambos, ángel y demonio se rebelaran contra sus bandos e hicieran su vida a su antojo, era raro volver a aquel lugar por un motivo completamente distinto al de aquel tiempo. Aunque siendo sinceros, Crowley no quería ir, había sido arrastrado por el ángel con la excusa de que sería bueno salir de su monótona y eterna vida, sin mencionar que Aziraphale necesitaba quien lo llevara si no quería tomar el bus.

La luna estaba tomando su lugar en el cielo cuando llegaron a su destino, no tardaron en ubicar la casa de la ocultista y un buen lugar donde estacionarse (no es como que hubiera demasiados vehículos aparcados). Incomodo por la situación el pelirrojo esperó en la entrada siendo el más chico el que llamó a la puerta.

-¡Aziraphale!, ¡Crowley! Me alegra que pudieran venir...- Saludó la muchacha al abrir la puerta.

-Si bueno, no es como que tuviéramos algo mejor que...-

-Es un placer estar aquí querida.- Interrumpió el ángel para restarle importancia al comentario mal educado de su acompañante.

-Adelante, pasen. Solo los esperábamos a ustedes...- La morena se hizo a un lado y ambos entraron, adentro estaban tanto conocidos como desconocidos. El anticristo y sus amigos, el afortunado novio, el anciano cazabrujas acompañado de Madam Tracy y dos mujeres más, quienes los seres divinos supusieron eran las madres de la pareja por el parecido que estos compartían entre si.

-Jovencita ¿tenías que invitar a estos demonios?.- Cuestionó el Sargento.

-Para su información no soy un demonio, soy un ángel.- Reclamó ofendido el peliblanco.

-Podrían... no mencionar nada de eso...- Pidió Anathema en voz baja al acercarse donde la pequeña riña estaba sucediendo.- A mi madre no le importa pero, la madre de Newt no tiene idea de lo que pasó.-

-Claro, no queremos que se asuste ¿Verdad?.- Preguntó con tono amenazador el pelirrojo, Shadwell solo se quedó algo dudoso del comentario.

-Querido por favor...- Le pidió Aziraphale antes de que le hiciera algo al pobre hombre.

En eso estaban cuando otros se les acercaron.- ¡Aziraphale, Crowley!.- Voltearon a ver a quien les llamaba, era Adam junto a sus amigos.

El de lentes hizo una especie de reverencia al niño a manera de saludo.- ¡Mi señor!.- Levantó la cabeza para verlo reír un poco.

-¡Adam, como haz crecido!, Todos ustedes.- Exclamó alegre el ángel al verlos.

-Si y ustedes no han cambiado nada...- Mencionó con un poco de sorpresa.

-¿Siguen igual de incompetentes?.- Pregunto la única niña de aquel grupo de amigos.

-¡Pepper!.- Le reclamó Adam.- No lo son, al menos no del todo...-

-Que encantadores...- Mencionó el ángel cuando los jóvenes comenzaban un arduo debate entre ellos, a Crowley por su parte no le importaban los comentarios de los niños en su contra, su actitud ligeramente despreciable compensaba cualquier cosa que dijeran.

-¿Les parece si pasamos al comedor para la cena?.- Preguntó Newt con algo de nerviosismo, los humanos accedieron siguiendo a la feliz pareja, el peliblanco no fue la excepción pues su gusto por la comida y las buenas noticias eran dos de sus cosas favoritas.

Pero algo detuvo por unos instantes al demonio, ahí en la sala un viejo librero llamó su atención, algo curioso tomando en cuenta que la lectura no era algo que le fascinara. Se acercó con paso lento sin saber porqué se sentía atraído a aquellos libros, acercó su mano hasta ellos acariciando el lomo de varios de ellos, hasta llegar a uno que parecía ser de cuero, muy viejo y algo desgastado, la verdadera razón de su interés. Como si de un presentimiento se tratara lo tomó en sus manos sin importarle cuan viejo o delicado fuera, el título en latín, bastante dramático hasta para él pero aún así con algo que lo incitaba a abrirlo, y lo iba a hacer.

-¿Crowley vienes?.- Le preguntó Aziraphale quien se había regresado al no verlo.-¿Es un libro lo que tienes en las manos querido?.- Preguntó con algo de diversión y sorpresa.

-Ngk. Y si lo fuera ¿Qué?.- Exclamó con algo de molestia al verse descubierto. De inmediato puso el libro donde estaba y se dignó a seguir al ángel.- Anda ya voy contigo, ¿Feliz?.- El peliblanco no lo dijo pero era verdad, aquello si le hacía feliz.

Ya estando todos en la pequeña cocina se sirvió la cena no sin antes agregar una mesa extra para que todos pudieran alcanzar un lugar, para el pelirrojo era ridículo el convivir con humanos como si fuera uno más de ellos, por el contrario para el ángel aquello era de lo más agradable.

Entonces llegó el momento esperado por la mayoría, el brindis y la pedida de mano. El chico se encontraba nervioso y se veía más torpe de lo usual, la madre de la ocultista dio unas palabras a su futuro yerno antes de entregar la mano de su única hija, todos aplaudieron y celebraron, levantaron las copas y los niños sus refrescos; habría boda con todos los presentes invitados de antemano, el sargento y su acompañante como los padrinos en contra de la voluntad del primero y la noche se hizo presente mandando al grupo de jóvenes amigos a sus casas, dejando a los adultos y seres sobrenaturales solos.

Crowley salió al patio de la pequeña casa a tomar aire, aquel ambiente le era muy sofocante, o al menos esa era su excusa. El demonio no podía estar aguantando tanto amor proveniente de aquellos humanos porque, aunque no lo quisiera admitir, de cierta manera le dolía, verlos expresar abiertamente ese sentimiento que se supone alguien como él no debería de experimentar, le daba envidia.

Se quitó los lentes oscuros para mirar mejor la noche, pensando. Habían pasado dos años desde que se libraron de sus bandos, y en ese tiempo no había conseguido que cierto ángel se diera cuenta de los sentimientos que tenía por él. Y eso le hacia pensar que aunque tuviera todo el tiempo del mundo, lo estaba desperdiciando.

-¿Crowley?.- Le interrumpió el ángel que lo había arrastrado a ese lugar.- ¿Todo bien querido?.-

-Si.- Mintió, y sin decir más entró de nuevo a la casa.

Aziraphale se quedó mirando por donde el demonio se había ido, sabía que le mentía, que algo perturbaba al pelirrojo, pero también sabía que no se lo diría. Tal vez ya era hora de irse de aquel pueblo.

Entró también a la casa de la ocultista, en la sala no pudo evitar notar el librero repleto de ejemplares peculiares. El ángel como buen aficionado de la lectura que era observó los títulos de cada uno de ellos con curiosidad, diversos idiomas y diversos temas, era de esperarse conociendo la procedencia de la chica.

Uno de ellos llamó la atención del peliblanco, uno mal acomodado y cuyo titulo no se leía en la parte visible de este. Entonces recordó que antes de la cena el demonio tuvo un libro en sus manos, así que supuso que era ese, solo él podría ser asi de descuidado.

El ángel tomó el libro en sus manos limpiándolo un poco. -"Carminibus Verum Anima".- Leyó el titulo, extrañado, apenas y lo abrió en una página al azar cuando el polvo lo hizo estornudar antes de leer un poco siquiera. Con algo de molestia por lo sucedido cerró el libro y lo dejó en su respectivo lugar, tal vez en otra ocasión le pediría a la muchacha que le dejara echarle un vistazo a su colección.- ¿Nos vamos querido?.- Le preguntó al demonio cuando lo hubo encontrado.

Al demonio se le iluminó la mirada, al fin podría regresar a casa.- Pensé que nunca lo dirías.- Ambos entes divinos se despidieron de la pareja de jóvenes enamorados y demás humanos aún presentes y partieron de regreso a sus respectivos hogares en el corazón de Londres, sin saber que un simple libro iba a ser el causante de algo tan hermoso que los hundiría a ambos.

Entre el Cielo y el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora