7. Los necios se precipitan donde los ángeles temen pisar

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La luz del día comenzó a entrar por la ventana de la habitación, ¿Cuánto llevaban dormidos abrazados sobre la cama?. El demonio se estiro un poco hasta la orilla buscando entre sus ropas su celular, era casi medio día. También había encontrado en el mismo bolsillo el pequeño frasco que el príncipe del infierno le había dado el día anterior, miro por sobre su hombro, Aziraphale seguía profundamente dormido, todo el reflejaba tranquilidad y paz, le dio un beso en la suave piel de su hombro y se levanto de la cama, tenia tanto que decidir en tan poco tiempo.

Corrió la cortina un poco mirando al exterior una vez se puso el pantalón, los humanos caminando por la calle, cada quien en sus asuntos, soltó un suspiro. Si le daba el liquido rojo a Aziraphale, este dejaría de amarlo, eso estaba bien, el se merecía cargar con la pena de un amor no correspondido, porque aquello era su culpa y porque ya tenia algo de experiencia en eso. Pero también estaba la otra cara de la moneda, sabia que algún truco escondido debía de tener el príncipe del infierno con aquello, un efecto secundario o algo, ¿Y si el fuese quien lo bebiese?, Cualquier efecto secundario surtiría en el, Aziraphale estaría a salvo aunque tal vez lo odiase al final, tal vez era mejor así.

-Entonces dime Crowley, ¿Qué tan lejos iras para ser libre?.- Una voz burlona le hablo cerca al oído, al girarse se encontró de frente con el rostro de Hastur quien le sonreía con satisfacción mostrando sus dientes podridos.

El pelirrojo lo miro con odio y lo jalo consigo a otra habitación, no quería que el ángel lo viera ahí al despertar.- ¿Qué mierda haces aquí?.-

-Me entere de tu situación, así que le pedí a Lord Beelzebub que me permitiera ver en primera fila.- Contesto el otro demonio en cuanto salieron del cuarto.

-Suficiente Hastur.- Dijo con firmeza el señor de las moscas apareciendo detrás de el.- Recuerda que solo somos espectadores, no intervendremos.-

El mencionado se encogió de hombros sin dejar de sonreír.- Pero si no he echo nada.-

-¿Crowley?.- Era la voz del principado llamándolo desde la otra habitación, se había despertado y estaba buscándolo, eso era malo, no podía ver a los otros demonios ahí, no podía saber de lo que estaba por hacer, aun no. Su apresurado plan estaba corriendo peligro, Hastur le había hecho perder el tiempo.

El pelirrojo soltó de su agarre al otro, consternado y furioso.- Maldita sea con ustedes...- No sabia que hacer, no pensaba con claridad, solo los dejó ahí a los dos y regreso a la habitación, no sin calmarse un poco primero.- Aziraphale, buenos días...- Trato de sonar tranquilo.

El ángel le sonrió ampliamente al verlo entrar a la habitación.- Buenos días querido.- Crowley se notaba inquieto, el peliblanco lo notaba, algo estaba pasando, le estaba preocupando.- ¿Sucede algo?.-

El demonio negó con la cabeza con algo de nerviosismo.- Para nada, solo una idea absurda paso por mi cabeza.- Volvió a sonreír, ahora con nerviosismo.

-¿De que se trata?.- Preguntó curioso el ángel aun en la cama, si le contaba, tal vez podría calmarlo un poco y regresar a la tranquilidad que ambos habían tenido desde el día anterior.

El pelirrojo suspiro, se acerco hasta la cama y se sentó en la orilla de esta, mirando a su amado de frente mientras se vestía.- ¿Qué pasaría ... si en algún momento yo te miento?- Crowley agacho la cabeza avergonzado, no podía ni verlo al rostro, ya no.- ¿Me odiarías tanto como para dejarme de amar?.-

-¡Por Dios Crowley!, ¿Qué dices?...- Exclamo Aziraphale algo asustado y completamente confundido.

-¿Me amarías de nuevo alguna vez ángel?- Levanto la vista solo un poco, unas cuantas lagrimas resbalaban por sus mejillas.

Antes de que el principado pudiera decir algo, dos figuras aparecieron de pronto detrás del pelirrojo.- Ow que conmovedor.- Se burlo el demonio de cabello blanco, fue entonces cuando Crowley noto la presencia de los otros dos.

-Carajo, ¡¿No pudieron quedarse fuera?!.- Gruño con furia el que estaba sobre la cama.

El demonio de menos estatura solo aparto la mirada de su irresponsable subordinado, Beelzebub no planeaba intervenir, llevar a Hastur consigo había sido un error, pero no pudo negárselo, y ahora no pudo detenerlo de intervenir. Era eso o ser descubierto de haberle ayudado.

-Crowley ¿Qué es todo esto?.- Pregunto el ángel de cabellos blancos, se había levantado de la cama y apartado lo mas posible del trio de demonios, cada vez estaba mas confundido y asustado.

-Si, Crowley, ¿Por que no le dices a tu adorado ángel lo que está pasando?- Le reclamo Hastur tomando su rostro con una mano y gritándole en la cara, luego lo aparto soltándole de golpe.

Con una mueca de odio aparto su mirada de todos, pero eso solo duro unos segundos ya que su expresión había cambiado a una de tristeza.-¿Crowley?, ¿De que está hablando?.-

El pelirrojo se quedo en silencio, no sabia que decir, sus planes se vinieron abajo y el tiempo seguía corriendo, se levanto de la cama y les dio la espalda a todos, pero principalmente al amor de su eterna vida, el era el único que le importaba, era la único que no podía ver de frente.- Te mentí, nunca quise hacerlo, quería regresar todo a como estaba antes...- Comenzó a decir vagamente, ganando tiempo, metiendo sus manos en los bolsillos, consiguiendo tomar entre sus dedos el pequeño frasco.

El príncipe del infierno le estaba mirando todo el tiempo, noto su plan. Suspiro un poco al notar la decisión que había tomado, siempre supo que era un idiota, pero de algún modo, no le importaba, que fuera distinto de los demás de ellos, hasta le agradaba, y sentía algo de pena por el y por quien amaba.

-N...No entiendo...- Balbuceo con nerviosismo el ángel.

-No te amo Aziraphale, nunca lo hice.- Le lastimaría, pero no lo obligaría a tomar aquel liquido mágico, no era justo.

-¿Por que me dices eso ahora?, ¿Por que mientes?.- Los ojos del principado comenzaron a humedecerse, era mejor que guardara sus lagrimas para luego, si es que podía, si es que no lo odiaba para siempre por aquello.

-¡No, eso no era!.- Grito exasperado el demonio de cabellos blancos y sucios.- ¡Haz lo que habías decidido hacer!, ¡Oblígalo a dejar de amarte!.-

-¡Lo que dije es verdad!.- El pelirrojo hizo callar a su compañero, saco el frasco en su mano, observándolo, y los demás también.- O al menos lo será...- Era la única manera de salvarle la vida, de que ellos lo dejaran en paz, miro a Aziraphale con ojos suplicantes.- Lo siento ángel...-

-¡Maldito, no te atrevas!.- Le grito de nuevo Hastur mientras caminaba hacia el con paso apresurado, así no quería que aquello terminara.

Pero Crowley fue mas rápido, antes de que lo alcanzara vacío el liquido rojo en su boca, todo paso muy rápido ante los ojos atónitos del principado, en solo unos minutos lo que parecía la mañana mas cálida que había tenido en años se había convertido en una tormenta de desgracia tras desgracia, no terminaba de comprender cuando, de un momento a otro el demonio que mas amo se bebía algo y desaparecía de entre los presentes en una nube de humo gris.

¿Qué había pasado? Acababa de perderlo todo sin saber el porque y el como.

Entre el Cielo y el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora