Solo un libro

20 2 0
                                    

Me llevé una sorpresa, la casa estaba iluminada con velas, había candelabros muy sofisticados, la casa estaba adornada de tonos cálidos, perfectos para una noche tan oscura y fría, había libros, muchos libros, tirados por todas partes, de todos los tamaños y colores, pero había uno que se llevó mi atención, tenía un color pergamino en su portada, parecía inerte, no como los otros libros con sus portadas coloridas y creativas, y su vago título era "El arte de los poemas", no se nombraba un autor, y para mi excesiva curiosidad era una lástima, abrí su tapa, y me encontré con una larga nota:

"Es otra noche larga, de esas en las que mi mente te trae a la vida, de esas en las que te extraño más que nunca, de esas en las que me haces daño, de esas en las que deseo estar a tu lado, de esas en las que quisiera olvidar, de esas en las que tú te vas, de esas en las que apuñalas mi corazón. Sabía que estas noches llegarían, y te lo dije, pero tú así no lo creías, pero seguimos estando unidos, unidos hasta la muerte".

Me senté en un pasillo, y comencé a leer ese peculiar libro, el ambiente de la casa mejoró todo, y me sentía como en un hogar, mientras leía la primera página, escuché unos pasos que salpicaban agua, pequeños, que se acercaban a mí, alcé un poco mi vista y pude identificar una paloma, traía sus alas mojadas, las gotas caían y formaban un charco a su alrededor, charco que cambiaba de color, era extraño, aún para mí, se tornaba color rojo, pero no comprendía, así que levanté completamente mi vista y podía ver las pequeñas plumas de la paloma, seguí subiendo la vista y pude notar que no tenía cabeza, de su pequeño cuello brotaba aquel color que pintaba el charco, fue espantosa la escena, me levanté lentamente y me quedé de frente a la paloma, comencé a retroceder para llegar a la puerta, y la paloma seguía ahí, totalmente quieta, así que tomé el libro y seguí retrocediendo, apenas toqué la puerta comencé a correr. Me encontré en medio de una lluvia torrencial, el cielo se iluminaba en cada segundo, y el sonido era impresionante, mientras corría, caí en un charco, profundo y sucio charco, mi vestido quedó totalmente empapado, y por ahora solo quería llegar a casa y poder eliminar esa imagen de mi mente. Me quité el vestido antes de entrar a mi casa, dejando mi cuerpo vulnerable al frío, y sentí mi piel estremeciéndose, me erizaba y el aire me congelaba, sentía la lucha de mi sangre por regularse, así que me adentré al apartamento.

Después de haber conseguido gripe por haber corrido por la lluvia, no me quedaba más que estar en mi casa leyendo el libro, libro que nada tenía que ver con los poemas pues contaba una pequeña historia de amor, lo que daría una lógica a aquella nota que leí comenzando el libro, con las pocas páginas que había leído, se evidenciaba que el autor era un hombre, totalmente enamorado de una mujer, una mujer que lo hacía sentir confuso, una mujer enigma, una mujer tan extrovertida y a la vez tan reservada, tan habladora y a la vez tan callada, una mujer de luz que amaba estar apagada en la oscuridad. Los siguientes días fueron muy grises, pero al parecer aquella mujer amada, amaba estos días, días tan grises, fríos, y aburridos, al parecer ella creía en que todo era magnífico, y tal vez sí era así, así como el cielo iluminado de los espectaculares rayos del sol es magnífico, también lo es con nubes grises, unidas en el dolor, dejando reposar sus lágrimas sobre todos nosotros.

Comenzaba una nueva mañana, bastante colorida, el sol ataviaba el cielo de color rosa, desde mi cama podía ver toda la casa rosa, era extraordinario, los rayos del sol sutilmente cruzaban paredes y despertaban a todas las personas, preparé mi café matutino, parecía un día normal, pero algo me faltaba, sentía cierto vacío dentro de mí, y mientras intentaba descifrarlo el café ardiente cayó sobre mí y acto seguido escuché la taza quebrándose, fui a traer cosas para limpiar tal desastre, y comencé a recoger los pedazos de aquel preciado pocillo, sentía cómo cruzaban la piel de mis dedos, y cómo de ellos salían pequeñas gotas de sangre, gotas que cayeron sobre el café ahora frío, y dejaban descubrir una peculiar y conocida figura, la pequeña paloma sin cabeza; tomé las toallas y limpié rápidamente el suelo, pero para mi mala suerte aquella imagen no se iba, permanecía ahí, como si fuese parte del suelo, y de repente aquel libro sin color, cayó al suelo, creí que la paloma quería que leyese el libro, y era bastante extraño, pero mi curiosidad me impedía salir corriendo y dejar atrás esta extraña situación, así que lo tomé, me puse un suéter color blanco y un pantalón azul y salí a caminar.

Llegué a un parque aislado y aburrido, no era un lugar amado por los niños, al contrario, era amado por vagabundos y algunos libertinos. El libro narraba una muy linda lucha por conseguir atención de aquella mujer:

"Llegué a amarla, con sus inseguridades, sus defectos, sus malos hábitos, sus malas actitudes, sus cortantes palabras; era todo para mí, era tan perfecta en todos sus modos, amaba verla, era preciosa, y su alma era pura, tenía esperanza en el mundo ¿Qué clase de persona conserva la esperanza en la estupidez humana?, su sonrisa me estremecía, sus ojos brillantes me enloquecían; palabras era lo único que tenía para darle, pero ella se merecía el mundo, hice todo para convencerla de mi amor, mi única meta era ella...".

A medida que seguía leyendo el libro, comenzaban a narrarse cosas extrañas, espeluznantes, y pasaba por mi cuerpo una fría sensación de miedo, pero quería leerlo:

"Una mañana ella fue por su café, desde mi cama podía verla sonreír, amaba las aves, y todas las mañanas se dirigía al jardín para ofrecer un poco de comida a algunas palomas que se acercaban, quise ir a abrazarla, y decirle cuánto la amaba, pero para mi sorpresa, estaba llorando, y vi gotas de sangre a su lado, me acerqué con angustia, pensaba que algo malo le había pasado, pero no era así, tenía en sus manos un cuchillo lleno de sangre, y a su lado, la cabeza de una de las palomas, del cuerpo no se supo nada, jamás lo encontré, pero en los ojos de aquella paloma se podía ver el terror que sintió justo antes de morir".

Cerré el libro, faltaban pocas páginas para terminarlo, pero esa mujer no merecía seguir siendo leída, era una mujer oscura, era maldad pura, a lo mejor estaba loca, quería saber más, la curiosidad me dirigía a esa casa, así que me dirigí a la casa misteriosa, vacilé antes de entrar, por al menos una hora estuve frente esa puerta y al final me armé de valor y empujé nuevamente la puerta y conseguí entrar, todo estaba como la última vez, pero aquel charco de agua, ahora estaba totalmente negro, y a su lado, estaba esa cabeza, la cabeza de esa triste paloma, tomé la cabeza y debajo de esta se encontraba una nota, sin embargo no la entendía, habían letras, pero parecía que estaban al azar, no significaban algo. Inspeccioné la casa, además de solo libros tirados por todas partes, había un hermoso jardín en medio de toda la casa, y en medio de este había un gran árbol, me senté debajo del árbol y seguí leyendo el libro.

"Estaba triste, se sentía vacía, solo quería dormir, no quería ver la luz del sol, no quería salir a regar las plantas, no quería ver aves, no quería leer, no quería escuchar música, no quería comer, se encontraba en el fondo de su oscuridad, pero no sabía cómo salir de ahí, lo intentaba de todas las maneras, pero fracasaba, estuve con ella, la apoyaba, le daba las fuerzas que necesitaba, pero no fue suficiente; después de una semana larga y pesada, al llegar a casa encontré todos sus libros tirados por los pasillos, fui a buscarla, pero mi mayor temor se hizo realidad, estaba ella sentada, en el jardín, pero estaba fría, casi azul, a su alrededor, solo sangre pintaba el pasto".

Sentí una mano fría sobre mi hombro y me congelé, estaba en el mismo lugar donde ella murió, pero ella no estaba, dirigí mi mirada a aquella mano, era un hombre, alto, su rostro casi no lo podía ver, tenía un sombrero de copa, y estaba ataviado totalmente de negro, estaba frío, además, y estaba fumando, antes de poder reaccionar mi vista se oscureció, no podía ver, estaba cegada.

Sueño cortoWhere stories live. Discover now