Soluciones desesperadas (+18 AMOLAD)

LOOK AT ME. Tercera parte.

La habitación resultó más amplia de lo que podía percibirse desde el exterior. El baño era una obra arquitectónica helénica, con cristales transparentes que permitían ver cualquier cosa que pasara dentro de la ducha. La cama poseía una cabecera con forma de concha marina y al fondo se encontraba una mesita de mármol, con dos sillas y luces cálidas. El yacusi era tan grande, que Leonard por un momento pensó que robaba demasiado espacio. Sin embargo, el ver a una Venus con una fuente que llenaba la enorme bañera, le pareció un detalle encantador.

—¿Qué te parece? — preguntó Des, quien se mantenía de pie junto a un improvisado tocador con amplio espejo, en la pared contraria a la posición de la cama.

—A pesar de que ya había venido a este motel anteriormente, sólo renté una habitación sencilla. Estoy sorprendido, a decir verdad—

Leonard se dirigió a la mesita y tomó asiento. Pudo notar que era una pieza de mármol bastante gruesa, pero en su forma tosca y bellamente pulida, hacía juego con todo lo que los rodeaba, perfectamente. Leonard suspiró, relajando un poco sus hombros y lentamente se giró para darle la espalda a la pared y observar a Des. Era momento de trabajar. La música que había cargado en su casa era ideal para la sesión. Una lista de reproducción con música erótica, liderada por la interpretación de las notas del saxofón, que los deleitaría por lo menos hora y media.

El delgado compañero caminó suavemente alrededor del yacusi, vaciando el contenido de dos botellitas de jabón especial para generar burbujas, siempre mirando de reojo a Jones. Se le veía ligeramente agitado, y a pesar de las luces tenues, Leonard podía percibir claramente el rostro ruborizado de Aeva. Un durazno delicioso y maduro, sin duda alguna.

La bañera siguió llenándose. Las botellitas resbalaron de los dedos del ingeniero, cayendo ruidosamente sobre el vitropiso blanco. Leonard se puso un poco más cómodo, y cruzó las piernas con aire dominante, mientras Des se desabotonaba la camisa borgoña. No parecía nervioso, en ningún momento. El área superior de su cuerpo no tardó en quedar expuesta, dejando ver ante los ojos de Leo esa piel nívea. Un vientre plano, costillas que fácilmente se podían contar con los dedos, y parte de aquellas marcas que el joven había comentado en el almuerzo.

Jones percibió esas cicatrices, como la vida de Aeva. Una piel perfecta, que necesitaba esas "grietas" para no fastidiarse de sí mismo, y de toda esa belleza acumulada en un solo hombre.

—¿Fumas? — susurró Aeva. Antes de desabrocharse el pantalón, sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarros mentolados y un encendedor, llevándose una pieza a los labios y encendiéndola mientras se acercaba para ofrecer el tabaco a su invitado.

—Jamás he pagado por un cigarro. Pero tomarlos cuando los ofrecen, muchas veces... gracias— respondió Jones. El cigarrillo que eligió estaba un poco salido de la cajetilla cuando lo vio, por lo que no tomó el paquete, sino que se inclinó para robarlo tan sólo valiéndose de su boca y un leve tirón. Aeva observó con agrado ese coqueteo y se mordió los labios, ofreciéndole fuego.

—¿Puedo continuar? — cuestionó el ingeniero.

—Por favor, cariño. No te contengas. Mis ojos son completamente tuyos— asintió Leo, liberando el humo de su primera calada. Sin embargo, los dedos le temblaban, por lo que era difícil sostener el cigarrillo. ¿Qué se supone que Aeva esperaba de él? A pesar de que lo que miraba le gustaba, ser "voyerista" no era precisamente parte de sus fantasías sexuales. Jones era demasiado físico. El deseaba acariciar esas nalgas firmes que se asomaron cuando Des le dio la espalda y comenzó a bajarse los pantalones. Anhelaba deslizar su lengua entre esos testículos enrojecidos que pudo apreciar muy bien en el instante que su anfitrión se inclinó para retirarse los zapatos y terminar de desnudarse. Y que decir de los labios carnosos de Des. Leo no podía sólo quedarse mirando.