Soluciones desesperadas. Vida y Muerte.

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Bien sabido es que en todas las parejas existe cierta "tensión sexual" después de un tiempo de conocerse. En algunas ocasiones, el amor nace de la atracción física desde el primer momento que se miran a los ojos; en muchos otros casos, primero está el ser compatibles sentimentalmente. Pero para Muerte, ya había pasado varios millones de años desde que Vida le había confesado sus más puros sentimientos, y comenzaba a desesperarse. Había sido mudo testigo del avance humano (la clase de ser vivo más promiscuo que conocía), y durante largos periodos de evolución siempre era lo mismo: nacer, crecer, llegar a la juventud y explotar en un mar de hormonas calientes listas para hacer copular a su portador hasta el infinito y más allá, y después formar una familia y convertirse en un ser miserable encaminado al fin inevitable. No importaba el periodo en el que Muerte trabajara, cualquier ser viviente creado por Vida tenía un potencial sexual que daba miedo, y poco tiempo después de su creación estaban listos para reproducirse. La pregunta obligada era: ¿Por qué Vida no tenía ese mismo impulso sexual?.


Miles de tardes el joven portador de la guadaña se había sentado junto a su inspiración de piel verde, charlando amenamente mientras el dios Sol se retiraba. La calidez de sus rayos en el ocaso le daba un aire romántico y atrayente a la pareja. Sin embargo, Vida siempre terminaba durmiéndose, como todo buen pollo que apenas ve desaparecer el sol, se queda inmóvil. Muerte comenzaba a entender perfectamente aquel dicho que rezaba "Quedarse dormido a medio palo, como los pericos". En otras ocasiones, el dios oscuro se había puesto en relativo peligro, permitiendo que algunos Blights le lastimaran. Había visto en algunas parejas de la época que los hombres corrían desesperados al encuentro de las damas en cuanto salían heridas de alguna forma, y normalmente poco después de la salvación, llegaba una sesión de sexo candente en el cual los amantes acariciaban el nirvana.


Pero Vida se limitaba a reírse de Muerte, puesto que siendo dioses, las heridas no eran tan graves, obligando al oscuro a desaparecer las amenazas y de paso darle un par de guadañazos a su despistada pareja, para luego retirarse y no hablarle en cien o doscientos años. A final de cuenta, el tiempo para ellos era un suspiro en muchas aspectos.


En otra ocasión el delgado caballero se vistió de blanco (para sorpresa del resto de los habitantes de Ithis). Y es que se había percatado de que en una guerra en Grecia, las sacerdotisas al servicio del Dios ficticio "Apolo" habían sido tomadas por los guerreros ganadores, y sometidas de formas tan infames, que Muerte se vio en la necesidad de ocultarse varios días, pues se había excitado tanto que no podía ocultar su caliente condición. Tenía la esperanza de que un aire de "virginal presencia" invitara visualmente a su pareja a hacerle el amor hasta el final de los tiempos. Pero el joven creador sólo se limitó a hacer un gesto de desapruebo, pues el atuendo era tan amplio y largo, que le parecía más un fantasma que cualquier otra cosa sexualmente atractiva. ¿Cómo entonces lograría que su empedernido y sensual "chaparrito" se animara siquiera a quitarle el saco?. Comían juntos, bebían juntos (aunque Muerte normalmente no recordaba que pasaba después de beber pues su debilidad ante el alcohol era tremenda, así que muy pocas veces había compartido una copa), y se abrazaban mucho, pero todo había llegado solo hasta besos un tanto apasionados, sonrisas y miradas cómplices. Incluso descubrió a Vida espiando un poco cuando se vestía, por lo que solía tomar posiciones bastante sugerentes, e incluso tocarse un poco más de lo necesario para despertar reacciones. Sólo que el aludido terminaba huyendo de inmediato, con el rostro hecho un desastre color cereza y el corazón latiéndole a mil por hora.


Frustración. Seguramente debería de convertirse en otro dios ese sentimiento amargo que comenzaba a embargarle, puesto que llegó al punto del desespero en cuanto se percató de las evasivas del pequeño creador. No podía soportarlo ni un instante más, así que una tarde, poco después de un de tantas juntas aburridas, a sabiendas de que Vida le seguiría a donde quiera que fuera, le atrajo a una de las tantas secciones de Ithis. Esos amplios jardines habían sido decorados precisamente por el primer dios. Con sus manos, Vida había llenado de flores, de aves y de colores vibrantes cada rincón de los jardines de Ithis, y Muerte siempre disfrutaba de sus pastos y sus aromas a tierra mojada y hoja fresca. Respiró profundo en el momento que sintió conveniente hablar, y se detuvo de espaldas al mayor, cruzándose ambos brazos al centro del pecho, como si se abrazara a sí mismo, de forma sutil.

Soluciones desesperadas (+18 AMOLAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora