Compilación de historias (todos los personajes AMOLAD aparecen, en diversas situaciones) Enjoy it!
"Esta historia es completamente ajena a la versión original del comic hecho por The Snipster (autora de AMOLAD). Los personajes y/o escenario...
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El bullicio que una noche de luna llena podía ofrecer a los transeúntes a veces era impresionante en el centro de la metrópoli. Gente de todos los estratos sociales recorría las calles principales, ya fuera a pie o en algún vehículo, a toda prisa. Se podía percibir la diferencia respecto de las horas familiares del día. Ya eran las 23:00 cuando Leonard Spindler se percató de que su cartera estaba vacía, por lo que apretó el paso para dirigirse al cajero más cercano. El retirar dinero a esas horas de la noche era un riesgo, pero estaba tan cerca de su destino que no le importó exigir unos dólares, siempre pendiente de las personas que pasaban a sus espaldas. Pudo percibir el aroma de la marihuana paseando cerca de su nariz, así como la orina que siempre se acumulaba en la esquina de los callejones y el tinte grasoso de los hot dogs del otro lado de la calle. El perfume barato de una prostituta que se aventuró a cortejarlo le asqueaba, por lo que la rechazó abiertamente, recibiendo como respuesta una grosería.
—¡Que te den por el culo, maricón de mierda!— exclamó la dama, frotándose la base de su peluca azul neón para después llevarse el cigarrillo de cannabis a los labios y seguir esperando clientela, recargada contra una pared y alejada de las farolas de la calle. Spindler no tenía tiempo para niñerías. Con las manos dentro de su saco gris oscuro, corrió para cruzar una avenida muy transitada, y luego de librar el peligro por fin se topó con el espectacular que venía observando las últimas 75 noches.
"La minute Garçon" estaba abierto desde las 20:00, pero sus principales atractivos no se presentaban hasta media noche. Ubicado entre un cine para adultos y casas de citas, el antro se convertiría en un centro de esparcimiento muy popular. Y es que poseía un plus muy peculiar: las personas que bailaban para el público, eran jóvenes menores a 18 años. ¿Cómo era eso posible? El dueño del inmueble, William Crawford, mejor conocido como "Le Pére", había logrado lo imposible desde hacía dos años. Gracias a una serie de permisos, el adinerado francés ofrecía trabajo a jóvenes de baja estirpe, que estuvieran en situación de pobreza y necesitaran un trabajo de medio tiempo. En La minute Garçon encontraban esa oportunidad por medio del baile erótico, siendo entrenados con antelación para que al ser presentados fueran un éxito.
Dentro del establecimiento podían verse personas de seguridad privada, la policía local e incluso miembros del ejército. La regla principal, escrita en una de las paredes más visibles, rezaba en alto relieve: "Nadie podrá tocar nunca a nuestras flores. Deja que tus ojos se empapen de su belleza, pero mantén tus deseos guardados, como un homenaje a su amor". Los chicos participantes tenían prohibido relacionarse con los clientes, so pena de perder el empleo, tan bien pagado que la mayoría de los strippers ya habían podido hacerse de un hogar, de estudios en buenas escuelas y de toda clase de lujos. El club permitía que sus visitantes donaran apoyo económico a los chicos, también existía la probabilidad de llevar regalos, mismos que se colocaban en el recibidor, donde el encargado de turno se ocupaba de clasificarlos para después entregarlos. Cuando alguien pasado de copas intentaba tocarlos, seguridad intervenía y esa persona nunca más tendría permitido volver a poner un pie dentro del club. De esa forma, La minute Garçon logró ver la luz, en medio de muchos opositores que tacharon de inmoral e infame a Le Pére. Pero la ruina de unos siempre es la fortuna de otros, y el club no tardó en llenarse de prospectos dispuestos a mostrar la piel con tal de llevar un pan a sus mesas.