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Si alguien me hubiera dicho que no volvería a ver mi camisa favorita realmente hubiera dudado en dársela

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Si alguien me hubiera dicho que no volvería a ver mi camisa favorita realmente hubiera dudado en dársela.

Me pongo lo primero que encuentro y me voy hacia la universidad, la primera clase la tengo libre gracias a que la maestra se fue vacaciones así que me puedo despertar un poco mas tarde y también ir a la cafetería por un chocolate caliente.

Camino hacia la universidad y de nuevo me asaltan unas cosquillas en mi estómago al pensar que tal vez hoy la vea. No lo entiendo, no se porque este repentino deseo de verla pero yo no entiendo demasiadas cosas así que lo dejo pasar.

Al llegar a la cafetería voy directo a la barra y Sofia me sonríe como diciendo sabia que vendrías, la saludo con un beso en la mejilla y en seguida se mete a la cocina a lo que supongo que va por mi chocolate.

Jamás vengo si no es por uno de esos y por consecuente nunca pido otra cosa que no sea chocolate caliente.
Sofia sale con una de esas dulces sonrisas y me entrega la taza humeante, sus ojos brillan expectantes a que le de el primer sorbo y pueda saber si me gustó o no.

Aunque no lo haya preparado ella.

- Delicioso - le guiño un ojo - como siempre.

Los colores se le suben a las mejillas y y suelta una risita nerviosa, me gusta su risa, es como la de los bebés graciosos de YouTube por eso siempre lo hago y ella lo sabe.

- Te detesto - responde abanicandose la cara y yo me permito reírme de ella. - Por cierto mira quien esta aquí.

Con su cabeza me señala un lugar a mi espalda, no entiendo a que se refiere hasta que me giro discretamente y miró hacia la esquina del local donde se encuentran la barra y el gran ventanal.

Y ahí esta el sueño de las cosquillas en mi estómago.

Alina.

- Gracias Sofi. - le digo de manera automática y camino hacia ella.

El día de ayer mientras no paraba de buscarla por donde iba le pregunte a Sofia si de casualidad la había visto, pero como ella no estudia aquí no tenia idea de quien hablaba así que Dario el más chismoso del mundo le mostró una foto, fue entonces que la reconoció y dijo que no la había visto el día de ayer.

Claro que Dario no pregunto nada pero, salio peor el asunto porque supuso que yo la quería conquistar o algo así. Desde entonces no deja de llamarme tigre.

Me siento a su lado, su perfume no es demasiado fuerte como para permitirme oler su fragancia, pero de tanto tiempo estar con ella el sábado puedo sentir el dulce aroma en mis fosas nasales.

La veo por el rabillo del ojo pero esta quieta mirando hacia el ventanal pérdida tal vez en el paisaje que ofrecen los edificios y las calles de la ciudad, su cabello que no llega a ser ondulado no me permite ver sus ojos pero si alcanzo a distinguir sus pestañas y la pajilla de lo que sea que esta tomado entre sus labios color cereza.

EL CHICO SOÑADO  💕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora