|Evie - Imagina|

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—Hola, E. - saludé alegremente a la peliazul.

—Hola, _. - se acercó y planto un beso en mi mejilla.

—¿Trabajas en un nuevo vestido? - pregunté mirando observando sus bonitos ojos.

—Asi es, ¿Te gusta? - me mostró su diseño y asenti.

—¿Es para alguna cita con Mal o algo similar? - sonreí forzadamente.

—No, la verdad es que no. - rió levemente. - Mira, ___.  - suspiro - Aprecio mucho todos los consejos que me has dado para poder decirle a Mal lo que siento, pero... No es Mal la persona que quiero, o sea, no de esa manera, ¿Entiendes?. - mi corazón empezó a latir con fuerza y sin poder evitarlo, las esperanzas de que dijera que me quería a mi, surgieron.

—Oh, ¿Entonces a quien quieres? - pregunté acercarcandome un poco más a ella.

—Bueno, verás. Ese día que me escuchaste hablando con Jay y Carlos sobre que me gustaba alguien, me dieron muchos nervios y por ello dije que esa persona era Mal. Pero no es ella. - bajo la vista a sus manos con una pequeña sonrisa.

—¿Pero si se trata de una chica? - dude y ella asintió.

—Sí, se trata de la chica más hermosa que he visto en toda mi vida. - en cuanto dijo eso me miro fijamente y sus ojos brillaron con intensidad.

—¿Quién es? - trate de no sonar como desesperada cuando formulé esa pregunta.

—Esa chica es Madelaine. - su sonrisa se engrandeció y una punzada de dolor y desilusión llegó a mi corazón.

—Oh, ¿La hija de la Sirenita y el príncipe Eric? - pregunté y sonreí triste.

—¡Sí! - exclamó feliz.

—Pues... - me quedé sin palabras, solo contemplando su inigualable belleza. De pronto, mi vista cayó en sus labios rojos y carnosos.

En estos momentos lo único que quiera era besarla y lo hice, choque mis labios con los suyos, creando un simple pero lindo contacto, luego empecé a mover los labios con lentitud, esperando a ver cuál era su reacción. Creí que se alejaría o similar, pero en cambio, tomo mis mejillas entre sus manos y profundizó el beso. Sus labios eran suaves y al compás de los míos, provocaban miles de sensaciones maravillosas en mi interior.

Al separarnos, ella me sonrió deslumbrante.

—Los chicos tenían razón. - beso mi nariz tiernamente.

—¿Razón sobre qué? - pregunté confundida

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—¿Razón sobre qué? - pregunté confundida.

—Dicen que te gusto y tú me gustas a mi, en realidad, también le gustas a Madelaine. - rió y empezó a jugar con mis dedos, tratando de entrelazar nuestras manos.

IMAGINAS | Chicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora