IMAGINAS | Chicas.

|Lidya Martin - Imagina|

—¿Que te pasa Erika? - gruñi molesta al sentir como empezaba a acariciarme el abdomen.

—Mm, ¿Eres una mujer lobo? - se acercó demasiado a mi y comenzó a olfatear mi cuello.

—¿Y que si lo soy? - dije aún con molestía. La rubia me azotó contra los casilleros y empezó a pasar sus manos por mi torso y me incomode.

—Tranquila, fiera. - rió burlona y quite sus manos.  - Alguien tendrá problemas. - canturreo mirando a un lado.

—Lidya - susurré al ver que nos estaba viendo. - ni se te ocurra volver a tocarme así. - no espere a que hablara y me fui tras mi novia que se había ido, entre a la oficina del entrenador y la vi ahí recargada sobre una mesa.

—Lo siento cariño, te juro que no pasó nada. - me acerqué a ella y poso sus brazos sobre mi cuello.

—Esta bien, te creo. - rió un poco pero sabía que aún estaba celosa.

—Te quiero, te quiero solo a ti. - dije para tomarla de la cintura y besarla, demostrandole todo mi amor y cariño.

El timbre sonó y tuvimos que separarnos.

—Recuerda que hoy tendremos una cita en mi casa. - dijo bajito mientras acomodaba en cuello de mi suéter.

—Oh, pero claro que no lo olvidaría. - dije en tono sugerente y ella rió.

—Vamos, que tienes entrenamiento. - me tomo de la mano y salimos de ahí, directo a la cancha de lacrosse.

—¡Evans! - grito el entrenador llamando mi atención.

—Lo lamento señor. - Me disculpé.

—Tienes cinco minutos para ir a ponerte el equipo. - informo y salí corriendo a los vestidores con Lidya detrás de mí.

—Puedo ayudar a que te cambies. - sonrió traviesa mi novia.

Luego de unos diez minutos a causa de un rapidin y que me cambiará, por fin regrese al campo, mire a las gradas y mi pelifresa se estaba acomodando el cabello.

—Evans, mi abuela usa bastón y aún así es más rápida que tú. - espetó el entrenador y reí internamente.

—Lo sé, entrenador. Es solo que tengo una pequeña lesion y me costó ponerme el equipo. - mentí.