~2020~
Seungmin acabó el instituto sin volver a hablar con Jeongin. Ahora ya hace casi un año que no coincide con él, y parece que cada vez se está sintiendo mejor, aunque aún hay noches en las que solo quiere irse a dormir a su cama, abrazarlo y apretarlo entre sus brazos.
—Seungmin, cariño —dice su madre, entrando con prisas a la habitación.
—¿Qué pasa?
—Es sobre Jeongin.
—¿Jeongin? ¿Qué le ha pasado? —pregunta, levantando la cabeza de sus libros.
La mujer hace una pausa dramática y Seungmin empieza a desesperarse.
—¡Le han aceptado en la universidad!
—¿En la universidad?
—¡Sí! ¿No te acuerdas de que quería ser piloto?
Seungmin deja el bolígrafo a un lado y se pone de pie.
—¿Lo ha conseguido? ¿Estás hablando en serio?
—¡Sí! Su madre acaba de llamarme. Ha recibido la carta hace media hora. Voy a ir a verle para felicitarle, ¿te apetece venir?
—Yo... No creo que sea buena idea.
La mujer suspira, pero ya no insiste. Después de tanto tiempo intentándolo, ha decidido dejarlo estar.
Seungmin vuelve a sentarse, apoya la cabeza en la mesa y deja escapar un suspiro. Está muy orgulloso de su pequeño, siempre ha sabido que conseguiría entrar, pero también imaginaba que estarían juntos cuando recibiera la noticia, que lo celebrarían entre risas.
Y ahora ni siquiera hablan.
Quiere gritar.
Unas horas después, cuando ya ha oscurecido, Seungmin camina de un lado a otro de su habitación. Está nervioso y se siente fatal por no haberse acercado a darle la enhorabuena, pero quizá presentarse allí habría sido peor. No sabe cómo debería dirigirse a Jeongin ahora, cuando su última conversación fue como fue.
Cuando ya lleva un buen rato así, levanta la cabeza y ve una figura por la ventana.
Jeongin tiene los brazos apoyados en la repisa y le está observando con interés. ¿Cuánto rato llevará ahí?
Seungmin se queda estático unos segundos, pero finalmente se acerca a su propia ventana y la abre.
—Hola. Mi madre me ha contado lo de la universidad... —Sonríe—. Felicidades.
—No has querido venir a verme.
Seungmin se muerde el labio y asiente.
—No quería fastidiarte un momento tan bonito.
—Me lo has fastidiado al no venir.
—¿Por qué?
—Porque has roto nuestra promesa. —Al ver que Seungmin no sabe a qué se refiere, deja escapar el aire por la nariz—. Cuando tenía ocho años y decidí lo que quería hacer con mi vida, me prometiste que estaríamos juntos cuando recibiera la carta. Me dijiste que me abrazarías y que no me soltarías en mucho rato. Confiabas en que lo conseguiría.
—Nunca he dejado de confiar en ti.
—Me da igual. Has roto la promesa.
—Lo siento. Quería ir a verte, de verdad, pero estabas enfadado conmigo por decirte lo que te dije y por alejarme y yo... Jeongin, me arrepiento de tantas cosas...
—No pasa nada. He descubierto que el avión sí que se estrella cuando siente con demasiada intensidad, cuando lleva demasiados deseos.
—¿Sí? ¿No has vuelto a pedir deseos a los aviones?
—No. Dejé de hacerlo cuando me di cuenta de que no tenía sentido. Dejé de ser un niño, hyung. Dejé de pedir el único deseo que quería pedir.
—Yo sigo pidiéndoles mi deseo.
—¿Aún?
Seungmin asiente.
—¿Vas a contarme cuál era el tuyo?
Jeongin mira hacia el árbol para no mirar al mayor.
—Quería que me quisieras.
—Yo te quería —responde con tranquilidad.
Jeongin ha sido la persona a la que más ha querido en toda su vida.
—De la misma forma que yo te quería a ti.
—¿De qué forma...?
—Estaba enamorado, hyung.