MUTANT FAMILY.

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Pov: Pietro.

Oh, ¿Asique viajaremos? Sabía que rezarle a Bucky serviría de algo.

—Wanda. — murmuré cerca de ella, pero parecía no escucharme. —Wanda...— volví a repetir mas fuerte, pero tuvo el mismo resultado.

Me cruce de brazos observando la habitación para analizar que podría lanzarle con tal de que me preste atención. ¿Las flechas del anciano? Mm.

—Anciano. — se sentó sobre el brazo del sofá, puesto que el estaba sentado a un lado.

—¿Qué quieres, niño?— le observó molesto por interrumpir su preciada lectura.

—Traeme helado.

—¿Qué? Claro que no. Tienes tu velocidad, ¿No?— volvió a verlo con el seño fruncido por tal petición.

—Bueno, supongo que le pediré a Peter que lo haga. — el platinado se levantó del sillón fingiendo desinterés ante sus palabras.

—¡No! Deja que lo hago yo.

Y apenas dijo aquello, se fue en dirección a la cocina.
Perfecto, pensó Pietro, ya que su carcaj con las flechas seguía allí.
Tomó tan solo una con cuidado, y empezó a apuntar hacia una zona del cuerpo que no fuese vital, solo por si se le iba la mano.

—¿Pietro? ¿Que carajos? ¡¿Quieres matarme?!— alzó la voz al final la bruja, sosteniendo con sus auras escarlatas a la flecha que anteriormente había sido lanzada.

Todos en la habitación voltearon a ver al duo de mellizos, incluyendo a Barton, quien se asomó desde la cocina cuando escucho el nombre de su amado secreto.

—Iré a casa. — Pietro le guiñó un ojo esperando que entienda a lo que él se refería, pero esta solo levantó su ceja. —Para...Ya sabes. — pero no, la castaña no comprendía. —Agh, solo vamos.

—¿Bueno?...Esper- — la interrumpió la ráfaga de viento que pasó por su lado, y frunció el seño al seguir con la mirada el camino de la estela celeste. —Mierda.

—¿Que rayos?— el agente colocó su atención es sus manos ahora vacías, dónde antes estaba el tarro de helado. —¡¿Y el helado?!

—¿Por qué el escudo se fue así sin más?

—¿Te atrae lo que hace, hermano?— preguntó Thor, celoso al pensar escenarios innecesarios.

—Oh, cosas de familia. — escucharon la conocida voz del Maximoff mayor, quien volvió nuevamente en busca de su melliza. —Perdón, Wad. Vámonos.

(...)

Cuando los mellizos dieron acto de presencia en la espléndida sala del hogar Lenhsherr-Xavier, notaron que toda la familia se encontraba allí.

—Perdonen la tardanza, ya llegamos.

—Diganme que Stark quiso saber que pasa. ¿Tenía la misma mueca que cuando destruí su edificio?— inquirió Erik pasando un brazo por detrás de su esposo.

—Casi parecido, realmente la mayoría quedó así. — respondió Pietro burlesco, y tomando asiento a un lado de su hermano menor.

—Muy bien, ahora que nos encontramos todos, les diré. — comenzó Charles, con su brillante sonrisa luego de beber un poco de su té. —Viajaremos a Venecia.

—¿Qué?...¡Oh sí!— festejó Peter antes de chocar con sus hermanos.

—Esperen. — detuvo el festejo Wanda. —¿Por qué debemos ir allí?— preguntó y todos colocaron su atención en el telepata otra vez. Incluso Peter, quien dejó de bailar.

—Con su padre, nos reencontraremos con un viejo amigo. Él también es un mutante, y me comentó que maneja una escuela para mutantes también, por lo que pensábamos en una manera de hacer un intercambio para que cada estudiante pudiera tener un cambio de aires, y además, nuevos conocimientos. — explico con simpleza, puesto que en realidad no eran necesarios los detalles.

—Entendemos, mamá. — asintió Pietro con una amplia sonrisa. —¿Habrá alguien de nuestra edad?— preguntó curioso, aunque su padre bufó molesto, y Charles mantuvo su cálida mirada.

—De hecho, si lo hay. Son sus hijos; Xander, quien es francés, y Dylan, que es de Argentina.

—¿De diferentes nacionalidades? ¿Cómo funciona eso?— Peter ladeó el rostro confundido por ello.

—Son adoptados, por esa razón la diferente nacionalidad.

—¿Argentino? ¡Eso es muy cool!— sin embargo, Pietro halagó emocionado por conocer la cultura de aquel país.

—Uno francés, ¿Eh?— murmuró curiosa la melliza. —Le pediré que me enseñe su idioma.

—Le dejaré claro a ese francés que no se acerque a ti. — advirtió el teñido.

—Más les vale tener cuidado con ambos. — habló Erik, cerrando sus ojos por momentos y luego suspiró molesto. —¡Por eso vigilare a esos extranjeros y les quitaré todos su- — fue detenido por su esposo, quien solo cubrió su boca antes de que cualquier otra cosa saliese.

—Esa perra está loca. — murmuró Peter un poco, solo un poco, asustado.

—Bueno, doy por finalizada está reunión familiar para que vayan a preparar todo. — sentenció el castaño mientras se levantaba del sofá con intenciones de que ninguno quedara en la sala, y asi fué. —Tú también, cielo.

—Quiero quedarme un poco contigo, Charles. — respondió el alemán, jalando al nombrado por el brazo para sentarlo en sus piernas. —¿Podemos tomar ese viaje como una segunda Luna de miel?

—Podriamos comenzarla ahora. — murmuró el contrario con un suave sonrojo en sus pómulos, pero luego rodeó el cuello de su esposo y unió sus labios en un beso.

Por supuesto, cada quien disfrutaría a su manera el viaje. ¿Que había de malo en ello?