Con una maleta en el centro de la habitación y los pies hinchados, un pelinegro omega de estatura promedio y facciones nada inusuales en su antigua ciudad se encontraba observando minuciosamente sin dejar escapar algún detalle del que ahora sería su dormitorio.Era grande además de espacioso incluso más que el que compartía con su ahora ex-compañero.
Se encontraba rodeado de altas paredes pintadas de color crema en donde cada borde inferior de las proyecciones poseían franjas blancas que le daban un toque clásico y relajante como él había pedido.
Su cama — colocada en el centro del lugar — era de dos plazas sin cabecera, sino con una especie de mesa noche con divisiones en donde prontamente colocaría accesorios, adornos, fotos y cosas necesarias para su cachorro, así como arreglos florales. En la esquina superior izquierda los amables jóvenes habían colocado el gran armario vacío que se continuaba con una cómoda en donde ya había colocado perfumes, maquillaje y joyas que le pertenecían, y a tan solo unos metros estaba correctamente colocado y asegurado un gran espejo en donde podría observarse todos los días asegurándose verse bien y notar cada día de crecimiento en donde su espera se acortaba.
Ese testigo que reflectaba su ahora apariencia algo demacrada marcaba el inicio de una gran alfombra dorada redonda que se extendía debajo de su cama hasta casi llegar a su escritorio en el extremo inferior derecho de su habitación.
Notando como los chicos terminaban de armar una cuna adicional en su cuarto cerca de su colchón apoyó una mano repartiendo suaves, lentas y delicadas caricias en su prominente abdomen. Faltaban 2 meses para tener a su pequeño consigo mismo, y su corazón se calentaba de saber que tenía un vínculo con la vida que crecía en su interior, haciéndole olvidar del otro que dolorosamente seguía desvaneciendose de su alma, corazón, mente y cuello. Era doloroso y mortal, pero gracias a su pequeño podía hacerle frente a la desastrosa situación por la que se encontraba pasando.
— Está todo listo, Sr. Kim.
— Park. — Corrigió Jimin al mayor que se limpiaba las manos para coger un nuevo pañuelo y pasarlo por la tierna cunita de bebé blanca. — Sr. Park, joven Chris. Aún debo corregir ciertos detalles, pero la factura debe hacerse con mi apellido, no el de mi ex-pareja.
El señor que estaba a un lado vigilando al muchacho limpiando asintió sin verlo a los ojos para no demostrar lo mucho que sentía que alguien tan bonito y de personalidad tranquila fuera rechazado y repudiado de esta manera tan cruel y bruta.
— Ya colocamos la cama con los bordes de protección en la habitación que pertenecerá a su cachorro, también mis chicos le han hecho un regalo. — sonrió mientras invitaba a Jimin para que lo siguiera.
Caminando a paso lento y aguantando el martirio debido a sus hinchados pies llegaron a una puerta blanca con un letrero chueco — aquella puerta que abriría cada día para ver a su cachorrito dormir o despertar — con un letrero algo desnivelado que se encontraba en blanco y en donde él prontamente colocaría el nombre de su bebé.
Mirando la expresión suave del Sr. Park, el trabajador giró el pomo.
Jimin se topó con las cortinas blancas con bordes celeste que yacían abiertas dejando pasar la luz de la mañana dándole calidez al sitio. El pequeño balcón dejaba ver aquel bosque que se encontraba detrás de su casa brindando calma y serenidad, aquella que tanto necesitaban él, su omega y su pequeño. Su vista se dirigió a las paredes y sintió un sentimiento expandirse por cada pedacito de su ser.
— Gracias. — Dijo con sinceridad y algo de queda en su voz mientras llevaba una mano a su corazón. — Es precioso, sumamente encantador. — Expresó siguiendo cada trazo en las paredes de la habitación, posando su mirada en las pequeñas aves que volaban en el cielo sobre el mar para luego dirigirla a las ramas que salían de las esquinas superiores con pétalos sueltos que caían hacia el agua provocando ondas sobre esta. — Estoy seguro que le encantará tanto como a mí. No sabe lo que este gesto tan noble significa para ambos, Sr. Chan.
— Oh, querido. Es lo menos que podríamos hacer por ustedes. Supongo que ahora serás nuevamente, Señorito Park.
— Jimin suena mejor.
El pelinegro alzó la vista y abrió los ojos sorprendido ante el espectáculo que yacía sobre él.
— Woah, esas estrellas alrededor del panel redondo de luz hace que se vea mágico el techo. Es maravilloso. — Las lágrimas llenaron sus ojos e hicieron recorrido por su fino rostro. — Mi cachorrito dormirá cómodo y seguro gracias a ustedes, hágale saber a los chicos que estoy sumamente agradecido por su tiempo y regalo, ha sido muy bien recibido.
El hombre asintió sonriente y tocado por la honestidad con la que el muchacho hablaba.
— Se los haré saber. Por cierto, las lámparas alrededor de la cuna pueden regularse desde su dormitorio a través del control cerca de la cuna. En los baños instalamos las repisas y cajones correctamente, además de aquel parlante que solicitó aquí junto a las cámaras.
— ¿Qué tal los otros muebles? ¿Están todavía descargando?
— No, ya hemos finalizado la tarea. Lo único que restaba por tener en orden era la cocina con sus anaqueles y el sistema de seguridad de la casa. Los muebles correspondientes al comedor, la sala y la zona de juegos tienen todo en su lugar tal como usted nos explicó que deseaba que estuvieran ubicados, y sus electrónicos fueron puestos sin problema. Todo está en perfectas condiciones. Aunque debería tener cuidado con el tobogán cerca de la escalera, sugiero poner una restricción para evitar futuros accidentes.
Jimin sonrió fascinado por la eficiencia con la que trabajaba aquella compañía inmobiliaria. Se encargaría de recomendarlos.
— No se preocupe, lo llamaré cuando sea necesario. Dudo que esté chiquitín camine al nacer o cambie de forma y use las escaleras, aquel deslizador es en caso de que suceda el cambio y quiera bajar. Por eso era necesario que terminara al nivel del suelo, ni un milímetro más arriba o algún filo que lo hiera.
Cerrando la puerta del dormitorio del cachorro se dirigieron a la planta baja con cuidado mientras seguían hablando de detalles sobre el equipaje y ciertos cuadros de pintura que deseaba colocaran en ciertos lugares. Así como del pequeño jardín que quería arreglar con un camino de piedras y una pequeña piscina detrás cerca del bosque.
De pronto la puerta principal se abrió con un estruendo seguido de un abrazo y grito que hizo que se sobresaltara produciendo un leve dolor en su zona baja. Una mueca apareció en su rostro.
— ¡Jiminieeeee! Debiste llamarme para ayudarte con la mudanza, ni siquiera me dijiste que vendrías a vivir a Clover Town. — Regañó un alto joven de cabello rojo, aún cuando repartía besitos en su cabeza. — Me siento herido y desplazado, pero aún así he traído ayuda y muchos regalos que se que te encantarán. Los chicos están en el super haciendo las compras para atestar esa nevera y cuadrantes de madera con comida para sobrevivir.
— Hobi, no era necesario.
Interrumpió Jimin algo incómodo y sobre todo perturbado. No quería tener a gente a su alrededor hablando, aún más, gente preguntando sobre su fatal vida. El mayor le dio una mirada incrédula e indignada.
— Park Jimin, somos mejores amigos. Lo menos que puedo hacer por ti es hacerte más gordito con comida y acompañarte en esta grande y aburrida casa durante los próximos... Déjame pensar~ — Pidió haciéndose el tonto contando con los dedos. — ¡Durante toda la vida!
Los ojos de Jimin dieron la vuelta olímpica ante el absurdo comentario de Hoseok.
— Iré arriba, porque estoy seguro que no has desempacado toda la ropa que tienes en esos 10 bolsos.
— Te amo.
— Bicho manipulador. Quita esa mirada de cachorrito que de todas maneras me ibas a pedir que lo hiciera por ti como en los viejos tiempos. — Exclamó divertido mientras subía lleno de energía antes de gritarle a todo Pulmón. — ¡No se te ocurra tocar esas cajas y quedate sentadito, o te cortó las manos y verás como te apañas para cargar a tu cachorro!
El Señor Chan rió por la extraña amistad de ese par. Y se alejó mientras dejaba la factura en la mesita cerca de la puerta de salida.
Esperaba que el adorable muchacho sobreviva a todo esto. Y deseaba que la inmundicia monstruosa que tuvo de pareja sea castigado por la Luna Sagrada.
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Reinicio. KOOKMIN.
Teen FictionJimin ha perdido a su pareja, pero no de la manera habitual. Su compañero no tuvo un accidente, fue asesinado o murió debido a alguna desastrosa e infortunada enfermedad, no, claro que no. Lo habían desechado como si no valiera nada por una omega b...