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Un aroma particular me hizo volver la vista a la cunita de Tae y lo vi abrir esos hermosos ojos grandes y curiosos antes de sonreír soltando esa risita de bebé que lograba increíbles cosas en mi interior.

Se había vuelto una rutina ver que en lugar de llorar él sonreía a penas despertaba. Los primeros días estaba paniqueado, porque prácticamente me pasé una semana entera leyendo en voz alta -como si de un cuento se tratara- libros, blogs y tips sobre recién nacidos.

Taehyungie era para mí sorpresa hasta ahora uno de esos casos bonitos en donde el bebé no da trabajo y es un cachorro bien portado.

Y si, quizás esperaba que no lo fuera o quizás no. No lo sé, lo único que deseaba era que Jimin mejorara y todo sea como debería ser.

- ¿Cómo amaneció el Rey de la casa?

Me acerqué a él un poco más para hacerle caritas logrando que riera a plenitud y feromonas surgieran. Lo tomé en brazos con dulzura para darle un beso en su nariz y este intentara tomarla.

Taehyung no se había levantado ni una sola vez en la madrugada desde el día en que llegamos del hospital.

Al principio me pareció extraño e ingresaba cada hora a su lindo lugar para revisar que esté bien, dormido y sin algún pañal sucio que pudiera incomodarle sus sueños.

Le había pedido un monitor extra a Jimin cuando estaba en uno de sus días buenos y me lo dio con una sonrisa que antes consideraba normal, pero que ahora debía rezar para ver.

Podía ser un poco paranoico pero si el monitor no daba señal de nada significaba que estaba mal funcionando y eso hacía que corriera hasta el cuarto, así que prácticamente opté hace una semana llevar un sofá cama al dormitorio del pequeñín y me hospedé junto al osito que aún no cambiaba a su forma animal.

Fui junto a él hasta el balcón para darle su primer bañito de sol, oso polar o no, había leído que era bueno incluso en humanos así que, padrino Hobie estaba haciendo su debido saludo matutino al astro Sol.

- Bu bu bu, phrr.

- No, no, no TaeTae. Sin jugar con la saliva, a papá no creo que eso le guste ni al señor sol. - El bebé de mes y medio me miró con un puchero. - No te estoy regañando, solo te lo recuerdo, ok. Mejor sigamos con la rutina para esos huesitos y dientes fuertes que necesitarás.

La piscina se encontraba sin agua porque recién habían acabado con la silenciosa construcción, pero el pequeño -no tan pequeño- bosque se extendía maravillosamente dejando llegar un olor a menta.

La puerta se abrió y pude ver el momento exacto que Jimin brilló. Taehyungie se removió en mis brazos y ya sabia lo que vendría si no me apresuraba. Un osito gruñón.

- ¿Dormiste bien?

Todo dependía de la respuesta a esta pregunta.

Jimin brillaba todas las mañanas cada vez que su cachorro despertaba, pero lo que diferenciaba a los días buenos de los malos era cuando no lograba conciliar el sueño y se ensimismaba en tener a TaeTae solo para él.

- Sí. ¿Por qué no lo haría? - Me respondió extrañado mientras me indicaba que lo siguiera hasta la cocina. Me encogí de hombros y opté por coger la manta favorita de mi ahijado.

Me puse mis zapatillas o pantuflas y salí a paso tranquilo. Hoy era un buen día y Jimin se encargaría de su trabajo mientras yo me sentaba a su lado cuidando a Tae.

Generalmente me tocaba turnarme en mi trabajo, los días buenos me quedaba en casa y los malos me iba a trabajar.

¿Por qué? Sencillamente era porque Jimin odiaba que alguien se metiera en su espacio cuando era un día malo, o que incluso miraran a Tae.

El mes pasado hubieron más días buenos que malos, pero este que estaba pasando estaban siendo más malos.

Con cuchillo en mano y mi típica bandana procedí a preparar el desayuno de nosotros mientras Jimin hacia el de Tae.

Risitas se escuchaban y el ambiente era agradable, hogareño, perfecto para llamar a Sunhee y decirle que hoy estaría bien aquella visita que llevaba días postergando.

- ¿Hoseokie? ¿Crees poder venir hoy al chequeo de nuestro osito?

- Claro, claro Jiminie. Solo deja desayunamos y hago la llamada, y sería bueno recibir la visita de tu mamá en la tarde porque déjame decirte que lleva años luz recordándomelo.

Jimin se burló de mi dramatismo y aceptó sin problemas. Solo esperaba que no pasara nada en el consultorio o los planes naturalmente cambiarían como otras veces.

— Oíste eso, tío Hobie vendrá y la abuela. Si, si. ¿Quién es un bebé hermoso?

Con mi visión periférica lo noté sentarse en una silla alta del mesón y darle de comer a Taehyung.

Mientras picaba el ajo, recordaba en cierto modo la insistencia y efusividad con la que Sunhee me recordaba a cada momento que debía avisarle cuando searia un buen momento para aparecerse por aquí.

Ya lo había hecho 5 veces en lo que llevaba el mes y esas 5 tuvieron que cancelarse a último momento. Cruzaba los dedos porque todo fuera viento en popa hoy.

En serio, lo hacía.

Reinicio. KOOKMIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora