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Hoseok le hablaba a Tae con emoción intentando que dijera papá y otras palabras simples mientras yo preparaba unas bebidas para nosotros dos de momento.

Mi memoria estaba muy confusa últimamente y no entendía el motivo.

Había días en donde sentía que llevaba durmiendo profundamente como dos días enteros, sin pausa, pero Hoseok se veía normal y me resultaba extraño preguntarle. No quería preocuparle. No más desde que lo vi llorar desconsoladamente después de que llegamos a casa en la mañana que di a luz, incluida mi mamá junto a mi padre.

Él estaba muy débil emocionalmente.

Tae era un pequeño ángel que no se levantaba por las noches y reía con ganas día a día, lo que calentaba mi alma de manera muy peculiar.

Era tan chiquito y dulce, a veces quisiera que se mantuviera así por siempre, sin crecer, sin hablar.

No quería que me preguntara sobre su padre.

Había días en donde me costaba recordar el nombre de ciertas cosas e incluso el nombre de Hoseok se borraba de mi mente. Odiaba ello. Me sentía torpe. E inútil. ¿Se me olvidaría el nombre de mi cachorro? ¿Olvidaría el sufrimiento por el que tuve que pasar por meses enteros, en agonía completa? ¿Olvidaría quienes fueron los que arruinaron mi familia?

Me asustaba mucho el simple hecho de que suceda. Que un día se presentara el hombre que me hizo suyo para después botarme de nuestra vida pidiendo criar a Tae y que yo le deje hacerlo sin recordar nada tan solo porque me resulte familiar y mi otro lado pida estar cerca.

Me toque la cabeza debido a un dolor repentino y suspiré mientras cerraba los ojos mientras masajeaba ciertos lados.

El timbre sonó y haciéndole señas a Hobi para que se despreocupada y se quedará con mi bebé, me acerqué mientras me secaba las manos con una toalla de cocina.

Abrí la puerta y me topé con dos señores. Una mujer con una sonrisa dulce y quizás su esposo, que cargaba una gran mochila.

- Buenas tardes. ¿Cómo les puedo ayudar?

Sospechoso. A ambos les tembló su expresión facial, pero se recompusieron.

- Hola, dulzura. Veniamos a hacerle una pequeña visita a un lindo bebé que se ha robado mi corazón de abuela. - Sonrió.

Mierda.

Por motivos como este me sentía un completo inepto, y mal hijo. El dolor seguía ahí.

- Era broma, mamá. Pasa, pasa, TaeTae está con Hoseok en la sala.

Ambos se encaminaron hacia la entrada a paso suave después de besarme y abrazarme. Cerré siguiéndolos con la mirada volví a la cocina.

- ¡Oh mi Dios! Mira que grande, bello, saludable, radiante y apretujable esta el bebito de mi bebito. ¿Cómo está mi lindo osito hoy? - Escuché chillar emocionada a mi mamá desde la cocina, seguido de los achuches de mi padre.

Mamá se unió conmigo luego de dejarles a cada uno su bebida, así que intenté llevar una conversación.

- ¿Cómo estás, mamá? ¿Alguna novedad?- Pregunté interesado. No recordaba si había preguntado sobre ella otro día.

Ugh. Recordaba muy poco. Demasiado poco para mí gusto y me estresaba.

- Oh, cariño, a esta hermosa abuela no le pasan tantas cosas emocionantes. - Expresó risueña antes de girarse con lo que parecía una mermelada. - La he preparado yo, es de mora, una de tus favoritas.

La abrí para degustar y vaya, sabía genial. Le hice un gesto de aprobación mientras decidía coger una rebanada de pan para untarla.

— Mamá, sé que quizás te he decepcionado y hecho sufrir mucho últimamente. — Sus ojos se abrieron del impacto que aquellas palabras nada acordes generaban. — Solo quiero que sepas qu-

Reinicio. KOOKMIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora