Capitulo 1

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La alarma sonó

-¡Maldita alarma! ¿Por qué no puedes callarte? -dije tomándola- ¡Estúpida alarma! -Insulte finalmente arrogándola contra la pared-

- hija tranquila -dijo mama entrando rápidamente al cuarto-

- ¡Tranquila!...-exclame-me compras una estúpida alarma que no sirve para nada, más que para arruinar mis hermosos sueños ¿Y me dices que me tranquilice? -le dije alterada y molesta-

Mama solo se quedó callada, no la culpo siempre era lo mismo cada mañana.

-perdón mama, no tenía que gritarte-me disculpe con voz ronca-

- no te preocupes hija -dijo acariciando mi mejilla-solo apúrate y baja a desayunar, que te prepare tu desayuno favorito- me dedico una sonrisa y salió del cuarto-

Me pare y tendí la cama mientras elegía que ponerme; al terminar de tenderla y decidir que ponerme me cambie completamente quedando vestida con unos jeans azules y una sudadera gris. Tome mi mochila y baje al comedor para desayunar, encontrándome con lo que me había dicho mi madre "Mi desayuno favorito": unos ricos waffles con café caliente y un poco de fruta picada a un lado, una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro. Mama siempre consintiéndome, pensé. Y así comencé esa mañana, dedicándome a desayunar y disfrutar de ese delicioso desayuno. Al terminar recogí mis trastes y los puse en la tarja de la cocina, tome de nuevo mi mochila y salí tomando las llaves que se encontraban en una pequeña mesa junto a la puerta de salida, sin antes avisarle a mama con un grito que ya me iba.

Salí de la casa cerrando la puerta y camine hacia la escuela como todos los días, disfrutando del paisaje. Al llegar entre a mi salón y tome mi asiento ya asignado que se encontraba junto a la ventana. Cuando el profesor entro, voltee hacia la ventana ya que no quería poner atención.

-bien alumnos, comenzaremos con el capítulo dos de nuestro libro, página veinte, comenzamos -dijo volteando hacia la clase- señorita Wavel si no es mucha molestia, ¿Podría abrir su libro? o ¿Le cuesta mucho trabajo?- agrego de forma malhumorada-

Abrí mi libro molesta y le conteste ocultando mi enojo.

-no, ninguno

Las clases siguieron normales hasta que llegó la hora el almuerzo. Salí a la cafetería, compre un jugo y me senté en una banca; abrí mi libro, conecte a mi celular los audífonos, los coloque en mis oídos, seleccione una canción y me dedique a leer. Y bueno eso hacia todos los almuerzos: el mismo sabor de jugo, algunas palabras plasmadas en unas cuantas hojas de algún libro, la misma lista de reproducción de siempre, la misma rutina por así decirlo; seguía leyendo tranquila hasta que alguien se sentó junto a mí: era el maestro de cívica. Pero ¿Por qué a mí?, me preguntaba.

-señorita Wavel ¿Como esta? -me dedico una sonrisa-

-bien maestro ¿Y usted?-aparte mí vista un momento del libro-

-bien y ¿Por qué esta...-miro a su alrededor-... tan sola? -completo-

- porque estoy leyendo un libro -le respondí seca volviendo a mi lectura-

-pero ¿Por qué no convive con los demás? -me miro preocupado-

- porque todos siempre te están juzgando y un libro no lo hace - le respondí en un tono molesto-

-no debería de expresarse de esa manera

- y usted ¿Que va a saber? - le dije alzando la voz y cerrando el libro de golpe-

- más de lo que usted sabe -me contesto ofendido- no quiero incomodarla más, con permiso, que tenga un buen día-complemento y se retiró-

Suspire. ¿Por qué siempre soy tan grosera?, me cuestione fastidiada: pues siempre era lo mismo conmigo. Seguí leyendo mi libro, hasta que sonó la campana. ¿Por qué son tan cortos los almuerzos? , pensé y volví a entrar a clases.

¿Llamas a esto amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora