1. La caída del pastor

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El diminuto detective Willie O'Brien ingresó en el pueblo Canopy Ville a paso lento y con mirada cansada. Le seguían muy de cerca dos hombres, que también pertenecían a Scotland Yard. Luego de la muerte de sus dos antiguos compañeros, Owen Prouds y Pierce Smith, le habían asignado a O'Brien —quien ahora era el líder del nuevo grupo— dos nuevos acompañantes: el joven Connor Prouds y el anciano Geoffrey Towel. El primero era sobrino de Owen Prouds y la gracia residía en que poseía la misma arrogancia y vanidad que su tío. Era notablemente engreído —aunque no tanto como solía ser su tío— y en ocasiones podía llegar a ser verdaderamente insoportable. A pesar de que se suponía O'Brien era el jefe del trío, la mayor parte de los casos era el joven Connor quien tomaba la iniciativa, al menos al principio. En cuanto a Geoffrey, era un viejito de lo más simpático, aunque sumamente despistado, pero no por ello ingenuo. Casi se diría que se vestía con harapos, hacía chistes malos por cualquier cosa, y dichos chistes no causaban gracia en absoluto, y no prestaba lo que se dice mucha atención en el desarrollo de los casos, sino que más bien buscaba pasar el tiempo divirtiéndose a costa del trabajo de sus otros dos compañeros detectives.

El trío de hombres observó unas cuantas personas alrededor de lo que parecía ser un cuerpo en el piso. Cuando avanzaron unos pasos más, pudieron comprobar que efectivamente se trataba de un cadáver. La agencia de investigación les había informado que se enfrentarían a un caso de lo más particular: al parecer el pastor del pueblo Canopy Ville había caído desde la cima de la iglesia del pueblito. El choque con el suelo había representado una muerte segura. Pero el misterio radicaba, como es de imaginar, en cómo había caído el hombre.

—Quizás tan sólo quiso suicidarse y ya —había dicho el joven Connor en el trayecto al pueblo.

—Pues eso está por verse, m'hijo —había contestado el detective Towel.

Cuando el trío estuvo a unos pocos metros del cadáver del pastor, una señora los vio y se les acercó a toda velocidad.

—¡Hola! ¿Ustedes son los detectives de Scotland Yard? —interrogó, bastante ansiosa.

—En efecto —contestó Connor secamente, antes de mirar de arriba abajo a la mujer, la cual era flaca y petiza, casi de la misma estatura que el diminuto detective O'Brien. Era rubia y tenía los ojos marrones—. ¿Usted quién vendría a ser?

—Yo soy Phonela Racoony, cocinera del pueblo —contestó la señora—. No saben lo angustiada que estoy luego de lo que ha ocurrido. ¡Es de no creerlo! ¿Están ustedes al tanto?

—Sí —contestó Connor sin dudar, como si la pregunta hubiera estado de más—: el anciano ese que está en el suelo ha caído desde... —el joven se interrumpió y levantó la cabeza en dirección al campanario de la iglesia—. Bueno, desde mucha altura, por lo que parece.

—Efectivamente —contestó la mujer entristecida—, desde aquel patio que pueden ver desde aquí. Como verán, el patio está muy cerca del campanario, ¡a una altura considerable! Es simplemente increíble lo que ha ocurrido. ¡Es de no creerlo!

—Sí, eso es lo que significa la palabra "increíble" —contestó Connor con ironía. El detective O'Brien, mientras tanto, observaba con paciencia el cadáver del pastor y el sitio desde donde este había caído—. ¿Puede decirnos quiénes son los demás? Imagino que son también del pueblo.

—Sí, sí, todos nosotros somos del pueblo —dijo la señora Racoony.

—Sin embargo, ha sido usted la única que se ha acercado.

—Sí, la mayoría de los que ven allí siguen muy sorprendidos luego de lo que ha sucedido. ¡Y eso que son todos hombres! Es increíble que siendo mujer esté con todas las luces para informarlos a ustedes de lo ocurrido, cuando aquellos hombres parecen estar uno más asustado que el otro. Pero los entiendo, después de todo. Yo soy una persona fuerte y me sé imponer ante las situaciones, así sean tan duras como esta. ¡Oh, por el amor de Dios!

El Detective O'Brien Resuelve Diez Nuevos CasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora