2. Una muerte silenciosa

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Antes de que el joven Connor Prouds pudiera golpear la puerta, una mujer regordeta de rasgos finos y con el pelo enrulado, la abrió a toda prisa.

—¿Scotland Yard? —preguntó.

—En efecto —contestó Connor sin mucho entusiasmo.

—Los he visto por la ventana. Mi nombre es Yamel Napkin. Vengan, acompáñenme, tenemos que rodear la casa —dijo la mujer cerrando la puerta principal detrás de sí y comenzando la marcha. El trío de detectives, compuesto por Connor, Willie O'Brien y Geoffrey Towel, siguió sus pasos. La mujer rodeó la casa hasta llegar a un gran patio con una piscina en el centro. Allí, flotando en la piscina, estaba el cadáver de una mujer pelirroja. En distintos puntos del gran patio había cinco personas, aisladas entre sí como si se odiaran con el alma—. Ella es Regina Moth —dijo la señora Napkin señalando el cadáver—. Bueno, era. Estamos todos devastados con lo que ha ocurrido. Lamentamos mucho esta pérdida.

—Ya veo que la lamentan —dijo Connor despectivamente. Avanzó unos pasos y se detuvo en un borde de la piscina—. Lo que no entiendo es cómo a ninguno de ustedes se le ocurrió sacar el cuerpo del agua. Nos han informado hace más o menos una hora sobre este caso, y según lo que nos dijeron ustedes encontraron el cuerpo no mucho antes de que avisaron, pero al parecer este cadáver pasó toda la noche en la piscina.

—Sí, parece que así fue —dijo la señora Napkin apenada.

—¡¿Y a nadie se le ocurrió sacar el cuerpo del agua?! —ladró Connor antes de darse la vuelta y enfocar sus ojos en su diminuto compañero O'Brien—. Ya le tengo resuelto el caso, detective O'Brien: o fueron todos o no fue ninguno. Esto se trata de una organización entre todas las personas que ve en este mismo patio, debido a que todos odiaban a esta mujer por algún motivo y la odiaban a tal punto que luego de matarla ni siquiera se dignaron a retirar su cuerpo del agua; o, por otro lado, nadie la asesinó porque si no pueden sacar un maldito cuerpo del agua, es porque son todos unos imbéciles que no pueden organizar un plan de asesinato ni en dos semanas.

—¡Señor! ¡¿Qué está diciendo?! —exclamó la señora Napkin—. Nadie de los que estamos aquí tendría las agallas para asesinar a la señora Moth. Era una buena mujer y todos la queríamos mucho. En ningún momento se me ha pasado por la cabeza que esto se trate de un asesinato. ¡Impensado! Está claro que se trata de un suicidio. Desde hace días la señora Moth se encontraba bastante depresiva, todos lo habíamos notado. Aunque le preguntábamos una y otra vez qué le sucedía, nunca quería contarnos. Ella no sabía nadar, por lo que está claro que durante la noche se arrojó a la piscina mientras todos dormíamos.

—Señora Napkin —dijo el diminuto detective O'Brien casi en un hilo de voz. La mujer lo miró con insignificancia—, me cuesta mucho creer que la señora Moth haya tomado ese camino para... suicidarse, habiendo otras formas más rápidas y más prácticas.

—Bueno, hombre, sé tan bien como usted que hay otras formas de suicidarse que son más rápidas y más prácticas, pero uno no puede juzgar el camino hacia la muerte que elige cada persona —dijo la señora Napkin notablemente entristecida—. Yo, si tuviera que suicidarme, creo que preferiría beber algún veneno. Otra persona preferirá un tiro en la cabeza. Al parecer la señora Moth prefirió arrojarse al agua teniendo en cuenta que no sabía nadar.

Connor resopló.

—Ya he oído suficiente —dijo de mala manera—. Detective O'Brien, ayúdeme a sacar el cuerpo del agua antes de que se hunda.

—¿Hundirse? ¿Por qué se hundiría? —interrogó la señora Napkin. Connor la miró como si fuera estúpida.

—Señora, ¿acaso usted no ha leído nunca una novela policial o algún libro sobre medicina forense? —le preguntó el joven detective mientras O'Brien caminaba hasta posicionarse a su lado. La mujer se le quedó mirando como si le hubieran hablado en otro idioma.

El Detective O'Brien Resuelve Diez Nuevos CasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora