3. La otra dimensión

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Connor Prouds se sentó en una cama de la habitación con cierto cansancio.

—Es increíble, un caso tras otro, ¡nunca tenemos tiempo para descansar! —exclamó frotándose la cara con las manos, con los ojos cerrados.

—No me diga ahora que usted también se arrepiente de ser detective —le dijo el diminuto Willie O'Brien acomodándose en otra cama—. Su tío dijo una vez que por qué no se había hecho granjero.

—¡¿Granjero?! ¡No, por Dios! ¡Asqueroso! Pero es que ya siento que necesito vacaciones —dijo Connor—. Además, este caso me parece más que evidente. La mujer Noelle Eagle fue encontrada asesinada en la casa que compartía con su marido Louis Olmy, ¡y todo parece indicar que él ha sido el asesino! No hay mucho que investigar, a mi parecer. Me parece el caso más fácil que nos ha tocado desde que trabajamos juntos.

—¿Se supone que yo tengo que dormir en esta cama? —interrogó el detective Geoffrey Towel algo molesto.

—Sí, ¿cuál es el bendito problema? —le preguntó Connor.

—El problema es que me gusta dormir debajo o al lado de una ventana —dijo el anciano.

—Yo le intercambio mi cama, a mí me da lo mismo —le dijo O'Brien. El trío de Scotland Yard se hospedaría en la posada "La Ventura" en el pueblo Trinity, mientras investigaban la muerte de una mujer de dicho pueblo llamada Noelle Eagle.

—Muchas gracias, O'Brien, usted sí que es un caballero —dijo el detective Towel con cierta gracia.

—Bueno, ya cállense, voy a ir a preguntar si ya está listo el almuerzo —dijo Connor antes de salir de la habitación y cerrar la puerta tras él con enojo.

Ese mismo día, por la noche, Connor fue el último en entrar en la habitación luego de haber visitado el baño. El detective O'Brien estaba cambiándose en su cama para dormir, y el detective Towel estaba ya acostado, con la luz de la lámpara que tenía en la mesita de luz de al lado prendida, y con un libro en sus manos.

—Muy bien, si ya estaba yo convencido de que el señor Olmy era el asesino de su mujer, ya no me quedan dudas después de las pistas que hemos encontrado hoy en la casa —dijo Connor mientras se acostaba en su cama, pues ya estaba cambiado.

—Sí, debo admitir que este caso me está resultando fácil incluso a mí —contestó el detective Towel sin despegar la vista de su libro.

—¿Qué piensa usted, detective O'Brien? —le preguntó Connor.

—Pues yo también estoy muy convencido de que ha sido el señor Olmy el asesino, pero debemos esperar los resultados de la autopsia —contestó el pequeño hombre terminando de cambiarse. Connor lo miró con cierta gracia.

—Muy bien, pues, esperaremos los resultados de la autopsia —dijo antes de echarle un vistazo a su otro compañero—. Detective Towel, ¿podría apagar la luz? La verdad es que me gustaría dormir.

—Y a mí me gustaría terminar este capítulo, ¡sólo este capítulo! —pidió el anciano sin dejar de prestar atención a lo que leía.

—¿Emilio, o De la educación? —dijo Connor acercándose al libro del anciano y leyendo su título a la luz del lámpara—. ¿Qué está usted leyendo? ¿Y quién es ese autor? ¿Es francés?

—Sí, ¿no lo conoce? —preguntó el detective Towel con cierta sorpresa.

—No, no lo conozco. ¿Por qué no lee usted algo nacional?

—Santo Dios, qué mal viene la juventud hoy en día...

—Pues espero que la juventud no termine como usted, señor —soltó Connor, mientras el detective O'Brien, ya acostado en su cama, revoloteaba los ojos con considerable disimulo—. Fíjese que es usted el que menos participa en la resolución de los casos. Ahora apague esa luz de una buena vez, que necesito descansar.

El Detective O'Brien Resuelve Diez Nuevos CasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora