El Detective O'Brien Resuelve Diez Nuevos Casos

10. Hombre al agua

Durante el mes de julio de 19... el trío de investigadores de Scotland Yard, compuesto por Connor Prouds, Geoffrey Towel y Willie O'Brien se embarcó en un crucero que atravesaba el Océano Atlántico desde Gran Bretaña para disfrutar de unas merecidas vacaciones luego de haber resuelto sucesivos casos de investigación sin parar durante mucho tiempo. Los detectives gozaron de múltiples actividades para descansar, relajarse y entretenerse a bordo del barco, entre las que se cuentan tomar sol en cómodas tumbonas, apostar y jugar en el casino del crucero, y beber tragos sin parar en el bar por las noches.

—Detective O'Brien, es su turno de tirar una carta —le dijo Connor una noche en que el trío estaba en el bar del barco bebiendo tragos y jugando a las cartas—. Es como la décima vez que se lo digo, está usted muy distraído.

—¿Eh? Ah, sí —dijo el diminuto hombre (el detective O'Brien era de muy baja estatura) reaccionando por fin—. Lo siento.

—¿Qué es lo que le pasa, O'Brien? —le preguntó el anciano Towel con un deje de preocupación, antes de beber un sorbo del trago que había pedido.

—Nada, nada, simplemente que no he tenido una muy buena experiencia la última vez que estuve en un barco —contestó O'Brien con la mirada perdida.

—¡Ah, sí, claro! Ya sé a lo que se refiere usted —dijo Connor con cierta ironía. El anciano lo miró desentendido—, pero ya mejor deje de pensar en eso, detective O'Brien. Y cambie esa cara, por favor. Si se pone así durante todo el viaje, entonces le aseguro que tampoco tendrá una buena experiencia ahora, ¡en sus vacaciones! Ahora tire la carta, por favor.

El detective O'Brien miró a su compañero sin inmutarse.

—Tiene usted razón, Prouds —dijo al mismo tiempo que tiraba una carta.

—¿Me pueden explicar ustedes de qué están hablando? —interrogó el detective Towel con malhumor—. Estoy quedando fuera de esto.

—Después se lo explico, detective Towel, no sea preguntón. Ahora tire usted una carta, que es su turno —respondió Connor de mala gana. El anciano suspiró y tiró una carta—. Por cierto, aléjese usted un poco del sol, ¡mire cómo se ha quemado!

—Detective Towel, Prouds tiene razón en eso —convino el diminuto O'Brien—. Ha pasado usted mucho tiempo tomando sol.

—Sí, lo sé, pero es una de mis actividades favoritas —contestó el anciano—. Si es bonito tomar sol en la playa, ¡imagínense ustedes en un crucero! Rodeados de agua, en movimiento, con la hermosa vista del cielo, ¡y esas cómodas tumbonas!

—Ya cállese, detective, le toca a usted otra vez —gruñó el joven Connor—. Tire una carta.

—Detective Prouds, este juego de cartas es el más aburrido que he jugado en toda mi vida. ¿En qué momento empieza la acción? —preguntó el detective Towel con un deje de aburrimiento.

—Debo decir que ahora coincido con él —dijo el detective O'Brien antes de beber un sorbo del trago que él se había pedido.

—Sí, la verdad es que me estoy aburriendo más de lo que hubiera creído —convino el mismísimo Connor—, pero es que es aburrido jugarlo con ustedes dos. Están los dos algo tomados y notablemente cansados.

—Estoy cansado, eso es verdad, pero no estoy tomado —repuso el pequeño O'Brien.

—Bueno, pero está usted melancólico. Venga, mejor vayámonos a dormir ya mismo.

—Coincido —dijo O'Brien poniéndose de pie.

—¿Ya se van? ¿Por qué no bebemos unos tragos más? —se quejó el anciano.