Premio #2 - Sorpresa, sorpresa.
–Jae...–Jinyoung puso todo de él para que su voz saliera firme, pero no lo logró, siquiera pudo terminar de decir el nombre del mayor cuando las lágrimas surcaron su rostro como una tormenta, sin aviso y sin ganas de detenerse.
Jaebeom entró en pánico, desde que sintió entrar a la cocina al menor sabía que algo no estaba bien. El olor a duraznos característico del omega era dulce y suave pero cuando llegó se sentía demasiado pesado, amargo y concentrado. Jaebeom no quería alterarse, sabía que si él empezaba a desesperarse sus feromonas alterarían más a su pequeño Jinyoung. Así que hizo lo único que se le ocurrió, encerró dentro de sus brazos al omega, trato de liberar feromonas tranquilas, que su olor a tierra húmeda y pino envolviera al menor.
Jaebeom estaba confundido. No tenía idea de lo que estaba pasando. Hace solo unos minutos estaba tan feliz de recrear el delicioso pastel de carne que hacia su madre y ahora tenía a un Jinyoung inconsolable entre sus brazos. El alfa empezó a decirle palabras suaves y de aliento en el oído mientras lo empujaba suavemente hasta llegar al sofá. Jaebeom se sentó y arrastró a su regazo al menor, que tenía un férreo agarre en su playera y no dejaba de sollozar–Jin, por favor dime que tienes, me estoy muriendo un poco aquí, sabes que siempre me preocupas y nunca te había visto tan afectado por algo, así que estoy extra preocupado, más como súper preocupadísimo Jinyoung...–trato de sacar el tono juguetón que siempre hacía sonreír a su Jin pero esta vez no funciono, solo pudo fruncir el ceño más profundamente, dejando que su mano hiciera un recorrido de arriba hacia abajo en la espalda del más chico para consolarlo aun sin saber el motivo de sus lágrimas.
Jinyoung escondió su rostro en el cuello del mayor, tratando de robar la mayor esencia posible. El omega sabía que tenía que tranquilizarse pero por más que trataba, no podía. Intento hablar, decirle a el alfa que estaba bien, sentía la preocupación del mayor y quería calmarla pero nunca lo lograría si no podía calmarse a sí mismo. Los balbuceos que salían de sus labios solo eran intentos patéticos de palabras–Y-yo...lo-lo sien-...Jae-...yo...
–Amor, tranquilízate ¿sí?, no digas nada si no puedes, yo te espero...
Jaebeom beso ligeramente el hombro del menor―que era lo único que tenía al alcance―sin dejar de acariciar su espalda. Jaebeom había logrado entender un poco de los balbuceos de su compañero pero no comprendía el motivo. ¿Porque Jinyoung se disculparía con él? ¿Había hecho algo malo? La sola idea le pareció absurda, SU Jinyoungie jamás le haría algo malo, hasta una ligera risa se salió de sus labios sin querer por la sola idea. Se imaginó a Jinyoung vestido de un diablito, eso sí que era cómico, ¿qué le podría hacer? ¿Tirarle huevos a su ventana? ¿Esconder las llaves de su cuarto de música? No, eso sí sería malo. Negó inconscientemente con su cabeza, aun riendo un poco por las extrañas ideas que aparecían en su mente.
– ¿TE PARECE MUY GRACIOSO LIM?–el gruñido fuerte y claro salió desde el fondo de la garganta del menor–Porque puedes ir a reírte de mi a otra maldita parte...–Jinyoung empujó al mayor para que este lo soltara, sin lograr moverlo demasiado.
Estaba muy molesto. ¿Cómo se atrevía el alfa a burlarse de él? Si toda la culpa era suya. Si no fuera tan bueno y su aroma no fuera tan encantador Jinyoung no habría caído por él. Si fuera más como los otros alfas, Jinyoung no se habría encontrado como una colegiala enamorada la mayor parte de su estúpida vida. Si no fuera tan gentil y amable, si no tuviera esa estúpida sonrisa de comercial y esos ojos chiquitos pero bonitos que le miraban hasta dejarlo cálido por todas partes, si tan solo Jaebeom no fuera tan...él, el menor no habría perdido el control y no lo habría buscado durante su celo, no habría dicho palabras desesperadas para que el mayor lo tocase y lo mimase por los tres malditos días más hermosos que Jinyoung puede recordar. Toda es su maldita estúpida culpa y, ¿tiene el descaro de reírse en su cara?
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Premiados [Bnior]
FanfictionLas lágrimas picaban detrás de sus ojos pero él impidió que salieran. Él era fuerte, él podía lidiar con lo que fuera, con lo que la vida le pusiera enfrente, claro, nunca se esperó eso, pero sabía que podría. Usted está embarazado. Y no malentienda...