cap 2

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-“Bueno bueno, señorita lee, ¿qué hora es ahora mismo en su pequeño mundo?”-preguntó con tono condescendiente a medida que yo entraba en la oficina. Estaba de pie junto a la puerta de su despacho, al otro lado de la habitación, tan guapo y arrogante como de costumbre. Medía alrededor de 1.80 y su cuerpo parecía esculpido en mármol. Había cometido el error de visitar el gimnasio del hotel durante una convención el primer mes que trabajamos juntos, y me lo encontré sudoroso y sin camisa al lado de las cintas de correr. Esa imagen se quedaría grabada a fuego en mi mente para siempre. Pero, por supuesto, tuvo que arruinarlo abriendo la boca-“Es agradable ver que por fin tiene interés en ponerse en forma, señorita lee.” Gilipollas. Tenía una cara por la que cualquier modelo mataría, y el pelo más increíble que había visto en un hombre. Pelo Sexy. Es así como lo llamaban las chicas del piso de abajo y, según ellas, se lo había ganado a pulso.

-“Lo siento señor jeon. Hubo un accidente en la autopista, y he llegado lo más temprano que he podido. No volverá a pasar, señor”-Dije en un tono cortés, a pesar de que mis dedos estaban prácticamente deseando arrancarle sus bonitos ojos.

-“Tiene razón, no volverá a pasar”-respondió con esa sonrisa torcida que hacía que mi estómago girase y saltara al mismo tiempo. Si solo pudiera mantener su maldita boca cerrada, sería perfecto. Un poco de esparadrapo en su boca y no me importaría hacer realidad los sueños que tenía con él; en la sala de contadores, en su mesa, en mi mesa, tendidos sobre sábanas de satén… -“Y para no permitir que este incidente borre su memoria, quiero los formularios que he dejado en su mesa esta mañana, terminados y en mi despacho a las seis. Y luego va a recuperar la hora que ha perdido esta mañana haciendo la presentación conmigo en la sala de conferencias.”

Mis ojos se abrieron mientras su voz irrumpía mis pensamientos, y lo observé mientras se daba la vuelta sin decir nada más, cerrando la puerta de su despacho en mis narices. Vaya. Un bastardo. Sabía de sobra que una presentación para una campaña de publicidad no podía hacerse en… Miré el reloj. Genial, siete horas y media, si me saltaba la comida. Arrojé mi bolso debajo de la mesa y me senté para encender el ordenador, murmurando para mí misma y abriendo la carpeta que había encima de mi mesa. Bueno, por lo menos era un simple anuncio de zapatos, no era difícil pensar un slogan. Aún así me había dado un límite de tiempo irreal. ¿He dicho ya que mi jefe es un gilipollas? Mientras todo el mundo comenzaba a salir para almorzar, yo seguía sentada en mi mesa, con mi café y mi paquete de Ritz Bits que había comprado en la máquina expendedora de camino al baño. Normalmente me habría traído algo para almorzar, o saldría con los demás compañeros para comer algo, pero el tiempo no estaba de mi parte hoy. Escuché abrirse la puerta de la otra oficina. Levanté la mirada y sonreí mientras mi amiga wheein entraba. Wheein llevaba trabajando para jeon . casi tanto tiempo como yo. Era dulce y amable, y una de mis personas favoritas aquí.

-“¿Lista para comer, tn?”-me preguntó, sonriendo dulcemente.

-“Dios, wheein lo siento, sé que te lo prometí, pero hoy es un día de jodido. No hay manera de que pueda acompañarte.”-La miré, disculpándome, y su sonrisa se cambió por un mohín.

-“¿Día jodida o, jefe de jodido?”-se sentó y se rió por lo bajo. Wheein lo sabía todo acerca de jeon “el gilipollas” jungkook. Era una leyenda viva en este edificio. Nadie discutía con él si querían mantener su empleo.

-“Tienes razón en lo segundo”-le respondí. Cerré los ojos y dejé escapar un gran suspiro-“Mira, estoy absolutamente inundada de trabajo. Baja y come sin mí.”

-“Pero…”-ella intentaba discutir.

-“wheein, de ninguna manera, incluso si trabajo sin parar hasta las siete, sigo pensando que no puedo terminarlo a tiempo. Lo siento mucho, prometo estar con vosotros la próxima vez.”

-“Está bien. Pero no dejes que tu jefe te putee. Tiene suerte de tenerte y lo sabe. Todos sabemos quién maneja aquí las cartas, tn”-wheein sonrió y salió de la oficina.

Dios, iba a ser un día muy largo. Me di cuenta por tercera vez que mis medias empezaban a caerse. Siempre me vestía de manera impecable para ir al trabajo. Siempre llevaba mi pelo con estilo, aunque al final del día, mis rizos iban por libre. Y gracias a mi mejor amiga, hwasa, mi ropa era moderna y profesional. Insistía en que yo estaba hecha para el look de “secretaria caliente“, así que en mi armario predominaban muchas faldas lápiz, blusas femeninas y blazers, joyería simple y por supuesto, y de nuevo gracias a hwasa, los mejores zapatos que el dinero podía comprar. Siempre había odiado los tacones, pero ella me había enseñado que los más caros solían ser de mejor calidad y eran más cómodos. Odiaba admitirlo, pero tenía razón. Y ahora mi armario era el hogar de muchísimos pares de sexis zapatos de diseño. Lo único que odiaba, eran mis gafas. Siempre me sentía como una tonta con ellas. Pero las lentillas no me iban bien, y no podía leer sin ellas. Así que hwasa me ayudó para escoger las gafas perfectas que, en sus propias palabras, “completaban el look.” Mientras me agachaba por debajo de mi mesa para subirme las medias, sentí que alguien se aproximaba. Sin mirar, hablé...

ꜱᴇx ᴡɪᴛʜ ᴍʏ ʙᴏꜱꜱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora