cap 12

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Nos callamos cuando nos dimos cuenta de donde estábamos, recuperando la consciencia. Escuché un taco salir de su boca y se apartó de mí. Jadeando, me di la vuelta para ver como alcanzaba el teléfono del panel de botones. Recogí mi vestido del suelo, lo dejé deslizar por mis hombros y comencé a abrochármelo con las manos temblorosas.

-"Si?"-dijo al teléfono, nuestras miradas se clavaron-"Ya veo...No, estamos bien."-Se agachó lentamente, recogiendo mis inútiles y desgarradas bragas del suelo del ascensor-"No, simplemente se ha parado."-continuó, acariciando la tela con sus dedos-"Está bien."-terminó colgando el teléfono. Intenté como pude calmar mi respiración, pero cada parte de mi cuerpo estaba dolorido por no poder terminar.

El ascensor dio una sacudida y comenzó a ascender de nuevo. Miró a la tela en su mano y luego a mí.Cerrando los ojos, se llevó la tela hasta la nariz y aspiró con fuerza. Volvió a abrir los ojos, despacio,encontrándose con mi mirada de nuevo. Sonriendo, se apartó de la pared y caminó hacia mí. Puso una mano en la pared, al lado de mi cabeza, se inclinó y susurró en mi oído-"Hueles tan bien como sabes."-se me escapó un jadeo-"Y estas"-dijo, moviendo las bragas en su mano-"son mías."-El ascensor se abrió en cuando paramos en nuestra planta, y sin decir nada, se metió la tela en el bolsillo de su chaqueta, y salió. Bueno, por lo menos ya sabía a donde había a parar toda mi ropa interior.

Pánico. La emoción que me estaba embargando a medida que corría hacia mi despacho solo podía describirse como puro pánico. No podía creer que volviera a cometer el mismo error. Estar solo, con ella, en esa pequeña prisión de metal; su olor, sus gemidos, su roce; volví a sucumbir a su poder. Debería haberme calmado y tranquilizado cuando salí, incluso mantenerlo bajo control, pero cada parte de mí estabaatrapada. Esa mujer tenía un control sobre mí como nada que hubiera experimentado antes. Finalmente, en la relativa seguridad de mi despacho, me derrumbé en el sofá de cuero. Me incliné hacia adelante, con los codos sobre mis rodillas, y me agarré el pelo con fuerza, deseando calmarme y que desapareciera mi erección.

- "Joder!"-exclamé.

Las cosas iban de mal en peor, y lo sabía. Lo sabía desde el primer minuto en que ella me recordó, en la reunión de esa mañana, de que no había manera de que yo pudiera pensar en algo coherente mientras estuviera en esa jodida sala de conferencias. Y ya me podía olvidar de volver a sentarme en esa mesa. No podría ser capaz de sentarme allí sin recordar cómo me sentía al tenerla abierta antemí mientras me la tiraba. Entrar allí, y verla inclinada sobre la ventana, inmersa en sus pensamientos, era suficiente para hacer que mi entrepierna temblara. Pero en cuanto se dio la vuelta, y vi ese vestido color chocolate tan sexy, del mismo color que sus ojos, y la manera en que se ruborizó cuando la pillé fantaseando, se me puso dura del todo.

Me inventé esa mier.da de que la reunión iba a ser en otra planta, y por supuesto lo discutió. Por qué siempre tenía que llevarme la contraria? Así que, como el capullo que soy, le hice un apunte sobre quién estaba al cargo de todo. Pero, funcionó? Maldita sea, no. Como cualquier otro argumento que discutíamos, me lo echó en cara. Pero no de cualquier manera; ella insinuó que mi "actuación" había sido pocosatisfactoria. Desde luego ella no pareció quedarse insatisfecha la otra noche, sobre la mesa, o contra la ventana, o en el rellano. Joder. Esto no estaba ayudando.

Así que finalmente entró en la sala de reuniones, y yo ya estaba preparado. De ninguna jodida manera iba a dejar que ella tocara la mano de tae, cuando le enseñó esos botones, incluso sabiendo que realmente no debería hacerlo delante de ellos, solo podía pensar en mi oportunidad para tocarla.

Y ella, claramente, estuvo ardiendo de rabia durante toda la presentación, y salió de la sala pitando. Se pensaba que tenía derecho a encararse conmigo. Pero entonces llegó ese jodido ascensor... Di un pequeñorespingo cuando escuché un ruido sordo fuera de mi despacho, que me sacó de mis pensamientos. Luego otro. Y otro. Qué demonios estaba pasando ahí fuera? Me levanté de la silla y caminé hacia la puerta, ycuando la abrí me encontré a la señorita lee tirando carpetas contra la mesa con más fuerza de lo necesario. Crucé los brazos y me apoyé contra el marco de la puerta, observándola por un momento. La imagen de ella, tan nerviosa, no era la mejor manera de aliviar las palpitaciones de mi entrepierna.

ꜱᴇx ᴡɪᴛʜ ᴍʏ ʙᴏꜱꜱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora