cap 3

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“Mira wheein, ya te lo he dicho…”-pero paré cuando finalmente levanté la vista y vi que no era wheein la que estaba allí. Mis mejillas se encendieron y me bajé la falda para taparme las medias-“Lo siento señor jeon, yo…”-pero él me cortó.

-“Señorita lee, ya que obviamente tiene tiempo para visitar a las otras chicas de oficina, también lo tendrá para terminar el proyecto de Nike”-dijo mientras me miraba-“También necesito que vaya hasta contabilidad y recupere el análisis de las ganancias del tercer trimestre. ¿Cree que podrá arreglárselas?” Había dicho chicas de oficina? Suspiré con fuerza y miré a los montones de trabajos que todavía tenía que hacer, intentando calmarme. Volví a mirarlo y me encontré con sus deslumbrantes ojos avellana.

-“Con todos mis respetos, señor jeon. Soy la única persona y…”

-“No era una petición. Eso será todo, señorita lee”-me cortó, mirándome por un momento con la mandíbula apretada, y luego se dio la vuelta y volvió rápidamente a su despacho, dando otro portazo.

¿Cuál era su jodido problema? ¿Pensaba que era necesario dar portazos? Puse mis ojos en blanco, y agarré la chaqueta de mi silla para ir hacia contabilidad. Cuando volví, llamé en la puerta del despacho pero no obtuve respuesta y la puerta estaba cerrada con llave. El muy gilipollas probablemente había salido para ir a comer mientras me dejaba a mí con sus tareas. Deslicé la carpeta a través de la ranura de correo en la puerta, esperando que los papeles se esparcieran y tuviera que recogerlos y clasificarlos él mismo. Le estaría bien. Después de pensarlo bien, esperaba que no fuera así. Conociéndolo, me llamaría desde ese agujero infernal para recogerlos yo misma mientras él me observaba hacerlo; robándome más tiempo de mí ya imposible proyecto. Joder! Pensé para mí misma por enésima vez en la última hora. Apuré por el oscuro pasillo del edificio, ahora vacío; llevaba el material para la presentación bajo mis brazos, y miré el reloj. 7:20. Dios mío, no puede pasarme nada bueno hoy? El señor jeon iba a patearme el trasero. Llegaba 20 minutos tarde. Él odiaba los retrasos. Llegar tarde era algo que no se encontraba en el Diccionario de Gilipolleces de jein jungkook, ni corazón, amabilidad, compasión o gracias. De nuevo me encontré a mí misma tramado el asesinato de ese bastardo que trabajaba en Kinko´s. Un trabajo simple, eso fue todo lo que le pedí. Que me hiciera unas fotocopias, y clasificar unos cuantos documentos. Debería ser pan comido. Pero no. Dos horas. Le había llevado dos horas. Y ahora, ahí estaba yo, corriendo por los pasillos vacíos del edificio con mis tacones italianos de 350$, corriendo hacia mi ejecución. Respira, Dulce. Puede oler el miedo. A medida que me acercaba a la sala de conferencias, intenté calmar mi respiración. A lo mejor él llegaba tarde, y todavía estaba trabajando en su despacho. Sí, claro. Pasé por su despacho y mis miedos se confirmaron. La puerta estaba abierta, la lámpara de su mesa encendida, y su gran silla de piel vacía. Mier.da. Aminoré la marcha mientras me aproximaba a la sala de conferencias. Una luz tenue se colaba por debajo de la puerta cerrada. Definitivamente él estaba allí, esperando por mí. Con cuidado, me atusé el pelo y la ropa mientras sostenía los documentos con el brazo. Cogí aire, y llamé a la puerta.

-“Pase.”-mi respiración se detuvo y un grito ahogado se escapó de mis labios en cuanto escuché el tono de su voz. No sonaba enfadado, era peor. Sonaba aburrido. Aburrido de esperar. Creo que esto es lo que ellos entienden por reflejo de lucha y huida. Enderezando los hombros, entré en la sala, débilmente iluminada. La sala era grande, uno de los lados estaba cubierto por ventanales que iban del suelo al techo y que permitían una hermosa vista, desde el piso 18, del paisaje urbano de Chicago. En el centro había una enorme y pesada mesa de madera para las reuniones, y sentado en la cabecera y mirándome, estaba el señor jeon. Estaba allí sentado, con la chaqueta de su traje colgada en la silla, con la corbata desatada, el cuello de la camisa subido y las manos entrelazadas. Una mirada de total aburrimiento se había establecido en su perfecta cara. Tenía los ojos clavados en los míos, pero no dijo nada.

-“Discúlpeme, señor jeon”-dije con voz vacilante y mi respiración todavía entrecortada.-“Ha habido una confusión con el…”-Me detuve. Las excusas no iban a ayudarme en mi situación. Y además, no iba a dejar que me culpara por algo sobre lo que yo no tenía la culpa. Podía besarme el cu.lo. Con mi recién estrenada valentía, levanté la barbilla y caminé hacia la mesa. Sin mirarlo a los ojos, busqué entre mis papeles y dejé la presentación sobre la mesa de madera, entre ambos-“Está listo para comenzar, señor jeon?”-Le pregunté, sin ocultar el veneno de mi voz. Levantó la mirada y me miró, sin responder, con sus ojos  taladrando mi valentía. Esto sería más fácil si no fuera tan guapo. De qué sirve tener esa cara tan bonita si el dueño es un gilipollas? Me odiaba a mí misma por percatarme de su guapura. Por supuesto que era guapo, por eso podía actuar como un enorme cretino con todo el mundo. Todas las mujeres de este edificio se lanzaban a por él pero era demasiado arrogante y presuntuoso para darse cuenta. Todas menos yo. Podría ser sexy hasta morirse, pero la cagaba cuando una palabra salía de su boca. Todavía sin decir nada, gesticuló con la mano sobre los documentos que había delante de él, indicándome que continuara. Me aclaré la garganta y comencé con mi presentación. Mientras yo avanzaba por las diferentes fases de la campaña, él no dijo ni una palabra. Miraba a la nada. Yo estaba inclinada sobre la mesa, gesticulando sobre la serie de fotografías cuando lo creía necesario. Su mano se levantó despacio de su regazo, y la puso sobre la parte baja de mi espalda, descendiendo, hasta posarla sobre mi cu.lo.

ꜱᴇx ᴡɪᴛʜ ᴍʏ ʙᴏꜱꜱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora