cap 6

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Pov:jungkook

Me dirigía a mi despacho cuando ella entró. La manera en que se había ido la pasada noche, sin decir nada, me hizo pensar en dos cosas que podrían pasar. Podía flirtear conmigo, pensando que la pasada noche significó algo; que lo nuestro significaba algo. Las mujeres siempre pensaban así. O, podía pasar de mí. Literalmente. Si se corría la voz con lo que habíamos hecho, no solo podría perder mi trabajo, si no todo por lo que mi familia y yo habíamos trabajado. Y aunque la odiaba, no la veía haciendo algo así. Si había algo que sabía sobre ella, era que ella era fidedigna y leal. Podía ser una arpía odiosa, pero no iba a echarme a los leones. Llevaba trabajando en Uckermann Inc. desde la universidad, y era una parte muy valiosa en la empresa por ese motivo. Aunque estaba harto de escuchar a mi padre diciéndome lo afortunado era de tenerla conmigo. Pero estaba jodido si no ignoraba por completo mi presencia. Entró llevando un abrigo hasta la rodilla. No dejaba ver lo que llevaba debajo, y al mismo tiempo enseñaba sus increíbles piernas, haciendo que parecieran más largas con esos tacones dorados. No me jodas.

Oh mier.da… si llevaba esos zapatos, había una oportunidad… No, ese vestido no. Por favor, por el amor de dios, ese vestido no. Ahora sabía que no iba a haber manera de controlarme. Bueno, a la mier.da. Realmente esta mujer era la mayor calienta pollas del mundo. Era el vestido blanco. Ese vestido era mi perdición. Mi paraíso y mi infierno condensados en un solo conjunto. Tenía un escote que acentuaba la piel suave y tersa de su cuello y clavícula, y la tela blanca se ajustaba perfectamente a sus bonitas tetas. El dobladillo le llegaba justo por debajo de las rodillas, y era la cosa más atractiva que jamás había visto. No es que fuera provocativo, pero había algo en el corte y en el blanco virginal, que me alegraba el día cada vez que lo llevaba puesto. Si tenía que pasarme otra hora del almuerzo, en mi despacho, cascándomela, mataría a alguien. Y siempre llevaba el pelo suelto cuando se ponía ese vestido. Una de mis recurrentes fantasías consistía en soltarle el pelo antes de foll.arla. Dios, como me cabreaba.

La observé mientras ella ponía la chaqueta en su silla y se sentaba. Cuando todavía no me había visto, me di la vuelta y me metí en mi despacho, cerrando la puerta tras de mí. Por qué cara.jo todavía me seguía afectando de esta manera? Debí haberla borrado de mi memoria la pasada noche. Pero ahí estaba yo, empalmado por segunda vez en lo que iba de día, y todavía no eran las 8 de la mañana. Mier.da.

Trabajo. Simplemente iba a concentrarme en el trabajo y dejar de pensar en ella. Caminé hasta mi mesa y me senté, intentando dirigir mi atención a cualquier cosa que no fuera pensar en sus increíbles labios alrededor de mi polla. Esto no es propicio, jungkook. Me regañé a mí mismo. Abrí mi portátil y comencé a trabajar y a repasar mis tareas para el día. Mis tareas… mier.da, esa zorra las tiene en su BlackBerry. Afortunadamente no iba a perderme ninguna de las reuniones de esta mañana, porque no iba a llamar a la “reina de hielo” para que viniera a mi despacho hasta que no lo tuviera todo hecho.

Estaba con una hoja de cálculo cuando llamaron a la puerta-“Pase”-contesté. Alguien depositó un sobre sobre mi mesa y me llamó la atención. Miré hacia arriba y vi a la señorita lee mirándome desafiante, con la ceja arqueada, y sin decir nada. Ella y su vestido blanco se dieron la vuelta y salieron rápidamente de mi despacho, cerrando la puerta con un sonoro portazo tras ella. Me incliné sobre mi escritorio para cogerlo; seguro que era nota sobre acoso sexual o alguna mier.da de esas. Pero lo que no me esperaba era un recibo de Gucci por una compra hecha en internet… con la tarjeta de crédito de la empresa. Me levanté de la silla y salí apurado de mi despacho detrás de ella. Se dirigía a las escaleras. Bien. Estábamos en el piso 18, y nadie, salvo nosotros dos, usaba las escaleras. Podía gritarle todo lo que quisiera y nadie lo escucharía.

-“Señorita lee, donde se cree que va?”-la llamé una vez que la puerta que daba a las escaleras se cerró. Continuó bajando las escaleras sin darse la vuelta para mirarme.

-“Vamos a tomar el café, señor jeon.”-con un tono despectivo, dijo mi nombre de la misma manera venenosa de siempre-“Por eso estoy bajando las escaleras. No olvide su dosis de cafeína, señor.”

Cómo podía estar tan buena y ser tan zorra? La alcancé en el rellano, entre los dos pisos y agarré su brazo, empujándola contra la pared. Sus ojos me miraron despectivamente, con los dientes apretados. Le puse el recibo en la cara mientras la fulminaba con la mirada-“Qué cara.jo es esto?” Sacudió la cabeza sarcásticamente.

-“Sabe? Para ser un pomposo sabelotodo, a veces es un bastar.do bastante estúpi.do. Qué mier.da cree que es? Es un recibo. Ya sabe, se lo dan siempre que compra algo.”

Oh, si no fuera porque es la mejor trabajadora que tenemos, ahora mismo la estaría despidiendo. Quién demonios se pensaba que era, hablándome de esa manera?-“Eso ya lo sé”-gruñí entre dientes, arrugando el papel dentro de mi puño- “Por qué está comprando ropa con su tarjeta de la empresa?”-Puso los ojos en blando y se rió.

-“Un capullo me rompió la blusa.”-respondió sin más. Se encogió de hombros, acercó su cara a la mía, y me susurró-“Y mis bragas.”

A la mier.da. Tome aire y lancé el papel al suelo, chocando mis labios contra los suyos y enredando mis dedos entre su pelo, inmovilizando su cuerpo contra la pared con el mío.

ꜱᴇx ᴡɪᴛʜ ᴍʏ ʙᴏꜱꜱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora