─ Estoy feliz de que me hayas buscado, aunque sea por mis crímenes
Kim Dahyun es una policía encubierto que tiene como única misión atrapar a Sana Minatozaki y Momo Hirai, siendo ellas las más buscadas de todo Asia. Inesperadamente, el plan se pon...
Dahyun llegó apresurada, quería llegar allí cuanto antes, pero a la vez no. No sabía qué haría, no sabía realmente qué la esperaba.
Allí estaban Nayeon y Jeongyeon, la menor sentada en el escritorio de la primera de ellas. La miraron apenas llegaron y sonrieron.
- ¡Dahyunnie! Estás viva, estamos felices de eso -. Suspiró Nayeon abrazándola, Dahyun se soltó del abrazo. La llamó "Dahyunnie", como sus japonesas lo hacían.
- ¿Estás bien? Estás... Agitada -. Dijo Jeongyeon mirándola extrañada, Nayeon volvió a su asiento triste por el rechazo.
- Estoy bien, ¿Dónde está Jihyo? -. Apresuró la conversación, realmente quería llegar a verlas, a hablarles. Las mayores le señalaron el lugar, su oficina, y ella corrió rápidamente, chocado con Chaeyoung.
- ¡Ah! Dahyun, qué feliz estoy. ¡Lo hiciste! -. Sonrió orgullosa. Se alegraba de que estuviese viva, pero Dahyun siguió e ignoró todo.
Al llegar a la oficina de Jihyo, se la encontró sentada, casi parecía que la estaba esperando. ¿Qué sucedía? ¿Por qué la miraba enojada?
- Pasa, Dahyun -. Suspiró Jihyo, parecía en serio furiosa. Kim sintió su corazón corriendo a mil por hora, quería saltar de su pecho.
- Señorita Park, realmente no he termina-. Jihyo no la dejó completar su oración diciendo «Sí, lo hiciste» y la menor se quedó en silencio. No entendía nada, solo quería verlas, aún sabiendo quienes eran.
- Dahyun, no podemos esperar a que sigas sin decirnos nada. Realmente no aportaste en la misión más que salvando a Jiwon, pero no nos has proporcionado información de ningún tipo, casi nulo -. Dijo entregándole un afiche con cosas para completar-. Por eso decidimos que les harás su interrogatorio.
Dahyun no dijo nada, ni un gesto hizo. Agarró los papeles y se levantó. Jihyo le indicó dónde debía ir y junto a Tzuyu llegaron al lugar.
- ¿Lista? -. Sonrió la más alta, pero Dahyun solo entró a la sala donde las menores se encontraban. Las dos juntas. Ambas miraron a Kim asombradas, no entendían. Sus ojos quisieron llenarse de lágrimas, por la tradición tal vez, por haberle contado todo, o por haberla amado de ese modo.
- Minatozaki y Hirai, vamos a separarlas ahora -. Habló Tzuyu en voz alta. Dahyun no podía decir ni una palabra. Sana se levantó y siguió a Tzuyu cuando le hizo el gesto para que la siguiera, pero antes, volteó a ver a Dahyun que estaba callada y triste.
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Nadie dijo nada. Momo y Dahyun se miraron fijamente. La menor se sentó suspirando y Hirai se levantó. No sabría qué decirle. Había hecho esto cientos de veces, y ahora no sabía comenzar. Momo solo la miró, una mirada triste, dolida, rota.
- Antes de que me interrogues - habló Momo - yo voy a hacerlo. Le colocó en su mano el detector, no se quejó, tenía el derecho. Ambas miraron hacia la ventana, la cual desde dentro se veía como un espejo, ambas sabían que no era eso.
