15. Peleas.

851 91 31
                                    

— ¿Que ella hizo qué? —exclamó Jihyo al escuchar como Tzuyu y Chaeyoung le relataban las situaciones que ambas vivieron; Dahyun besando a Momo y Sana había sido, sin dudas, una rara experiencia.

— Lo vimos, están los vídeos, señorita —dijo la menor señalando la sala de videos, donde se guardaban evidencias y otras cintas referidas a los casos que eran llevados a cabo o investigados allí.

— Hablaré con Dahyun —suspiró hasta que escuchó la puerta, la nombrada había irrumpido en el despacho como si nada, pero agitada. Había corrido de una punta a la otra buscando lo necesario para hablar, para contar todo—. Vayanse, por favor. Dahyun, siéntate —y así hicieron.

— Tengo mucho que decirle, señorita —. Dijo Dahyun calmando su respiración y sentándose, Jihyo asintió y la interrumpió antes de que empiece a hablar.

— Seguro que sí, Kim —dijo cruzándose de brazos y sentándose frente a ella, sobre el escritorio. Su cara estaba fruncida, parecía realmente enojada y con muchas dudad—. Tzuyu y Chaeyoung te vieron besandolas, ¿Por qué lo hiciste?

— Yo... —dijo mirando el suelo, pero levantó su cabeza firme y tomó aire antes de decir la verdad—. Sin dudas creo que son ladronas, lo sé, conozco su historia mejor que nadie, incluso en este corto tiempo, pero tienen algo que —recordó mordiendo su labio, todo lo que hicieron, todo lo que le enseñaron, recordaba todo—, algo que me atrapa, ellas tienen mi corazón.

— Bien. Entonces te encargarás de ellas, sin dudas —. Dahyun ladeó su cabeza confundida, Jihyo continuó—. Digo, ¿No es cierto que sabes tanto de ellas y eso? Bueno, las llevarás a la cárcel tú misma, ellas no van a lastimarte si te aman y no podemos poner en peligro a nuestros oficiales —. Park suspiró apoyándose en su brazo, parecía cansada, de las Japonesas y de su caso—. Las llevas a Japón, mañana.

Dahyun quedó boquiabierta, ¿Cómo es que le asignaban esa misión? No quería hacerlo, pensó que ya no iba a verlas, y ahora no podría soportar ver a sus Japonesas detrás de malditas barras y entre gente sin corazón, ellas sí tenían corazón.
Aun así, Kim no se opuso, no negó con la cabeza, no movió un músculo, hasta que Park se levantó y se sentó en su silla. Dahyun se levantó y se fue, rápidamente, como si quisiera desaparecer ya mismo, tenía ganas de llorar y no sabía bien por qué.

En el camino se encontró con Nayeon y Jeongyeon, ambas simplemente la miraron y cerraron la puerta de la oficina donde estaban, parecían saber todo.
También se topó con Chaeyoung y Tzuyu, pero solo las miró triste y siguió su camino.
Mucha gente en medio, se pasó por todas las oficinas buscando a alguien con quién hablar y nada, nadie quería hablarle ahora, la miraban raro por amar a las criminales.

Dahyun corrió al baño y comenzó a llorar desconsoladamente, cerró la puerta con llave y se apoyó en el lava manos, como si eso pudiese parar su tristeza, sostener su miedo.

— Soy una idiota, una idiota — ahogó su pena mirándose al espejo, logrando ver su aspecto destruido, al menos por dentro. Veía borroso por las lágrimas y en su rostro, la felicidad brillaba por su ausencia. Estaba enojada y arrepentida, consigo misma, con todos, especialmente con Jihyo por darle la misión.

Luego de plantearse mil veces que era su culpa, que ella se enamoró de las criminales y nadie le dijo que ella debía hacerlo, sintió un dolor en el pecho extraordinario, gigante. ¿Se estaba arrepintiendo? Sí, pero de pensar que fue un error, no lo fue, ella debía conocerlas, sentía que sí, fue el destino para ella.

— ¡Dahyunnie! —escuchó golpes en la puerta, una voz familiar, pero no de sus japonesas, así que la ignoró hasta que volvió a repetir su nombre; era Chaeyoung. Abrió la puerta después de secar sus ojos y miró a la menor confundida—. Al fin, pensamos que habías muerto... —suspiró aliviada Chae, pero la mayor no estaba aliviada en lo absoluto—. Debes irte.

— ¿Qué? ¿Irme? — preguntó Dahyun, quién pensaba que su ex mejor amiga, descaradamente la echaba.

— Sí, debes irte del baño a ver a las prisioneras. Conseguimos que Jihyo te dejase verlas antes de mañana, para que les digas que harás y eso... — trataban de arreglarlo, pero no era su culpa, y las tres lo sabían. Tzuyu dejó de hablar para luego irse seguida de la más bajita.

Dahyun paró en seco al ver a Momo y Sana encerradas, se veían aburridas, abrumadas tal vez. ¿Ellas estaban bien? No parecía. ¡Qué lujos! ¿No? Unos barrotes y dos camas planas, definitivamente estaban bien. O mejor, sarcásticamente.

— ¿Puedo? —dijo Dahyun señalado la habitación, las menores asintieron y, luego de que entrase, cerraron la puerta. La Coreana miró el piso apenas entró, pero las Japonesas saltaron de su asiento a mirarla de cerca.

— ¡Dahyunnie! Dios, pensábamos que no íbamos a verte nunca más, pequeña — dijo Momo señalando a la nombrada. Ella también pensaba eso, pero ahí estaba, frente a sus Japonesas de nuevo.

— Me encargaré de ustedes allá — dijo, pero ambas japonesas dijeron "¿Eh?" al unísono, realmente no entendieron a qué se refería, se explicó: —. Voy a acompañarlas hasta la prisión en Japón, van a mandarme porque ustedes no me harán daño a mi y a los otros tal vez sí, pero yo... —dijo conteniendo sus lágrimas cómo podía, aunque no lo logró tanto. Las Japonesas tiraron de la ropa de la Coreana para acercarla a la reja y poder abrazarla como podían, secaron sus lágrimas y besaron su cara. ¿No estaban tristes como ella?

— Nos alegra verte de nuevo, Dahyunnie. En serio, será el mejor placer que nos encierres, al menos sabremos que te conocimos — dijo Sana sonriendo con lágrimas resbalando por sus mejillas. Dahyun no se contuvo más y abrió la celda, tenía que entrar con ellas y lo hizo, las abrazo desde adentro, sabía que no escaparían.

— Te amamos, Dahyunnie — dijo Momo a su oído, la nombrada sollozó ante sus palabras y las abrazó con fuerza, asintiendo y repitiendo «Yo también las amo» en un tono muy avergonzado y feliz.

La hora de la visita terminó, y luego de despedirse, Dahyun comenzó a preparar su ropa para el viaje. Después de todo iría a dejar a las criminales a Japón, y visitaría si podía. En el tiempo en el que estuvo con ellas aprendió algo de Japonés, por lo que decidió aprovechar eso.

Las llevó hasta el aeropuerto de la policía, era más bien un helipuerto. Una vez llegaron allí, Myoui Mina las recibió, ella era la jefa de la prisión de máxima seguridad en Japón después de todo.
Luego de encarcelar a ambas, Dahyun tuvo la mejor idea del mundo, y ojalá fuese premiada por su ingenio, pero se limitó a decir su plan en voz alta, frente a Myoui, con su mejor Japonés, a veces hasta Inglés, para expresarse bien.

— ¿Podría trabajar aquí? Necesito mudarme debido a que busco mejor trabajo, y un cambio, estaba pensando en que si Park le pasa mis papeles como su trabajadora yo podría ayudar aquí, en esta prisión. Por favor... — dijo rápida y nerviosamente Dahyun, estaban en el despacho de la Japonesa y ella se veía interesada.

— Hablaremos con Jihyo. Puedes comenzar a trasladar tus cosas y te probaremos — soltó Mina con una sonrisa de aprobación y comenzó a hablar por teléfono.

¿En serio lo había conseguido? Podría ser que sí. Ahora vería a sus japonesas, aunque sea encerradas, pero ella tendría las llaves y controlaría todo, nada puede salir mal de eso. Estaba con ellas al fin y al cabo, era lo que quería, y esperaba poder verlas mucho tiempo más, porque no saldrían tampoco.

— — — — — woo.
Bueno, ya se terminó
la primer temporada. Jaj.

Sé que morí, sí, pero es
que me aburrí y tenía
tremendo bloqueo mental.
Pido mil disculpas.

Pronto sale la temporada 2.
¿Alguien tiene ganas de
hacerle una portada?
A mi me va a quedar fea,
juro dar créditos.

Also, siganme en Insta y en
Twitter. @ silkytwicee.
Bai.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 16, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Éxtasis - SaiDahMo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora