Dahyun no era para nada novata en atrapar criminales; tenía ya sus años poniendo a los vándalos detrás de las rejas y se enorgullecía de ello, pero un día al ir a la comisaría- ¡Bien, Muchachos! -Alzó la voz la jefa de la comisaría más importante en Corea, Park Jihyo-. Nos han notificado que Hirai Momo y Minatozaki Sana han escapado de Japón en un barco de carga hasta aquí. Pronto habrán más noticias, pero estén alerta. -vociferó y pegó media vuelta.
- Dahyun unnie. -Dijo asustada la chica nueva, Chaeyoung, quien recientemente había logrado atrapar a alguien aunque le temía un poco a los criminales-. ¿Escuchaste eso? Las dos japonesas más buscadas en Asia están aquí, ¡Ellas asesinaron gente, extorsionaron y robaron! -tembló la menor.
- No me asustan, Chae, tranquila. No tendrás esa misión, tenlo por seguro, estás a salvo con nosotras. -la intentó calmar la más blanca mientras señalaba a su compañera más alta, Tzuyu, quien tenía casi los mismos años de experiencia que Dahyun.
- ¡Claro! Chaeyoung, no tengas miedo, estamos para cuidarte. -sonrió y se acercó un poco a la más bajita-. Es decir, proteger a todos, ¿No? -disimuló lo que dijo con una risita nerviosa.
Dahyun ignoró eso y miró a la televisión de la comisaría, estaba siempre encendida en las noticias locales y justamente avisaban sobre el caso de las japonesas. Kim siempre pensó que eran un poco tontas, pero al escaparse de la prisión de máxima seguridad en Japón definitivamente cambiaban todo.
- ¡Kim Dahyun! -exclamó Park desde su oficina, un escalofrío recorrió la espalda de la nombrada y se encaminó hasta la líder mientras todos los demás la miraban asustada, pero ella no sentía tanto miedo.
- ¿Sí, señorita? -asintió calmada una vez que llegó allí. Observó que Jihyo tenía los papeles todos tirados sobre su mesa, habían demasiados documento desparramados y su corbata estaba levemente salida.
- Lo hemos decidido. -suspiró tranquilizándose la superior-. Myoui y yo hablamos de la misión e irás a buscarlas, irás encubierto y te harás lo más cercana a Hirai y Minatozaki. -la miró seriamente y Dahyun se sentó sorprendida-. ¿Crees que puedes hacerlo?
- Claro, señorita, no le fallaré, pero quiero poner yo las reglas sobre lo que puedo hacer, como si en serio fuese una persona normal, ¿Podría? -dijo también seria la menor.
- Puedes, pero depende de a qué te refieras. -dijo enderezando su corbata Park y alzó su ceja esperando a qué diría.
- Por ejemplo, quiero llevar un arma, por las dudas. Y puedo llevar un micrófono, pero si tengo que entrar en algún lugar tendré que tirarlo en cuanto lo descubran, por lo que prefiero informar con mis palabras. -pidió la menor casi implorando, estaban poniendo en peligro su vida a cambio de la seguridad de la gente de Corea y Asia entero, era a lo que se dedicaba.
- Puedes llevar un arma, y tendrás que llevar al menos tu celular con un rastreador sí o sí, es necesario. -suspiró cansada la mayor-. No podemos arriesgarnos tanto, Dahyun, lo siento. -se disculpó y comenzó a acomodar las cosas de su escritorio.
La menor la ayudó y luego de eso comenzó a recoger sus cosas de su oficina, las guardó y se fue a su casa pensativa. Mañana empezaría su misión tan peligrosamente ansiada y tendría que descansar; pero casi no pudo.
Las pocas horas que durmió solo pensaba en la misión, en cómo debía ser frente a ellas, ser como ellas y conocer sus códigos. Sabía que las mayores eran Japonesas pero que conocían el Coreano por sus grandes estafas y negocios fraudulentos en el país del Sur, sin dudas hablarían en Japonés para hablar sobre ella y pensaba aprenderlo aunque no tenía mucho tiempo.
Decidió pensar más bien en qué diría al principio. Algo que sonara como una historia donde se sintieran identificadas, pero ¿Qué tendrían que ver las dos mejores criminales de Asia con una de las policías, reconocida por sus servicios al gobierno y contra vándalos? Nada. O eso sentía ella.
Por su parte, Minatozaki y Hirai no dormían tampoco. ¿Por qué? Ellas acababan de llegar de Japón en el barco de carga y estaban exhaustas. Se quedaron cerca del puerto y miraban, tiradas en el pasto cercano, las estrellas.
- ¿No son hermosas? -preguntó la mayor, Hirai.
- Lo son. -sonrió Minatozaki y se volteó a ver a su compañera de "aventuras"-. Pero nada como éstas vistas. -se refirió a la mayor pícaramente.
- Oh Dios, Sana... -se rió la mayor, golpeando el hombro de la nombrada-. Por favor, no te pongas pegajosa en público.
- Hago lo que quiero donde quiero, señorita. -suspiró y se movió para quedar sobre Momo agarrando sus muñecas y dejándola a los costados de su cabeza, como amarrada.
- Ya veo, pero estamos en medio de la vía pública. -se rió la mayor mientras miraba los labios de su novia.
- Bien, levántate. Conseguiremos un buen lugar para estar más cómodas. -se acomodó y ayudó a Hirai a levantarse para luego plantar un beso corto en sus labios.
- Veo que estás mandona, me gusta. -sonrió y luego del beso caminaron de la mano buscando algún lugar donde hospedarse mientras estaban en Corea, sería una estadía larga después de todo.
- ☁️ -
¡Buenas!
Esta vez traje un shipp diferente al
MiChaeng y es SaiDahMo. Espero que
les guste y pueden hacérmelo saber
así sabré si continuar.¡Gracias por leer! 💌
(La foto del capítulo es cómo se ve
Dahyun para que se hagan una idea).
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Éxtasis - SaiDahMo.
Fiksi Penggemar─ Estoy feliz de que me hayas buscado, aunque sea por mis crímenes Kim Dahyun es una policía encubierto que tiene como única misión atrapar a Sana Minatozaki y Momo Hirai, siendo ellas las más buscadas de todo Asia. Inesperadamente, el plan se pon...