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-Ah....dios-

Dijo un Jotaro de 28 años, recién saliendo de su trabajo para ir inmediatamente a su casa y recostarse en el sofá, suspirando de cansancio, feliz de estar en la comodidad de su sofá y feliz de estar en su casa. Pero le faltaba un toque para sea más feliz, algo que con apenas escucharlo lo hacía volverse en alguien completamente diferente, se volvía en un maldita cursi enamorado perdidamente.

-¡Jojo~!-Gritó un joven chico llamando a su amado, recibiendolo con su voz dulce y alegre. Salía de la cocina para dirigirse a la sala de star y recibirlo con todo su cariño y amor.

-¡Kakyoin~!-Gritó el nombrado, inmediatamente se levanta del sofá para recibirlo con sus brazos abiertos, convirtiendo su cansancio en una alegría inmensa.

El pequeño corría para abrazorlo y contagiarlo de su amor, cariño, alegría, calidez y todo lo positivo que puede existir.
Este llevaba puesto un delantal que le habían regalado en su aniversario, un delantal que lo hacía ver demasiado tierno y como una madre.
Jotaro podía oler su aroma combinado con la comida que estaba haciendo, como amaba ese aroma a caramelo, parecía que su perfume nunca había envejecido, ese aroma que lo enamoraba en su adolescencia, y lo sigue haciendo.

-¿Como estas, jojo?-Dijo con su cálida y suave voz.

-Bien pero me tomó más de lo normal, no sabes lo cansado que estoy, amor-Amaba llamarlo así.

-Pobre mi jojo~ si quieres puedes tomar un baño, la comida le falta un poco-

-Esta bien, no tardo mucho así puedo ayudarte-Dijo para después darle un pequeño y corto pero dulce beso.

Después ambos se separaron para seguir con sus cosas. Kakyoin siguió cocinando y Jotaro tomó un baño relajante.
Después un baño reparador y relajante, procedió a ponerse su ropa para andar entre casa, una remera violeta, un pantalón blanco y unas pantuflas con estrellas que le había regalado su esposo.

-Jojo, ya esta lista la cena, ya puedes sentarte

Este le hizo caso y se sentó en la mesa, estaba los platos, los cubiertos y las servilletas puestas, estaban puestas elegantemente y la servilleta doblada perfectamente en un triangulo, amaba tanta elegancia y perfección en una cena normal, lo hacía sentir como todo un caballero en un restaurante costoso y elegante.
Kakyoin procedió a poner la comida en centro de esta, ambos juntarnos sus propias manos como fueran a orar y decir el típico "Buen provecho" normal de su país, procedieron a comer.

-¿Como te ha ido, amor?-Dijo el joven Kujo.

-¡Bastante bien! En la exposición todos amaron el dibujo que hice de ti, quieren que lo deje en la exposición de arte nacional.

Kakyoin era un artista bastante reconocido, se hizo bastante famoso a los 27, muchos críticos alababan por su talento.
Unos de sus cuadros más famosos eran de un africano con fuego en sus brazos y como este detrás de él aparecía su espíritu ancestral, que era un halcón, obviamente este se inspiro en su fiel amigo Mohamed Avdol.
Otro era un caballero con piernas de caballo, y este la hacía reverencia a una reina hermosa, también inspirado en su amigo francés y su hermana fallecida.
El último y que lo hizo más reconocido era un retrato de su esposo, Jotaro Kujo, su cara perfectamente dibujada casi parecida un espejo.
Le había insistido mucho en hacerle un retrato, Kujo acepto y dio su mejor pose.

𝑺𝒆𝒏̃𝒐𝒓 🐬 𝒌𝒖𝒋𝒐 𝒚 𝑺𝒆𝒏̃𝒐𝒓 🍒 𝑵𝒐𝒓𝒊𝒂𝒌𝒊 (𝙹𝚘𝚝𝚊𝚔𝚊𝚔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora