Sobresaltos y sorpresas

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Salieron del agua con toda la prisa que casi diez años de acumular deseo les había dado. Tropezando con todo a su paso corrieron por los pasillos entre risas y caricias furtivas, entraron al ascensor y mientras subían hasta su habitación Jane acorralo a Maura contra el barandal besándola con pasión sin poder contener más el deseo. La pelirroja la empujo fuera arrastrándola por el pasillo, las manos le temblaban por la euforia impidiéndole abrir la puerta con facilidad mientras Jane empujaba detrás luchando por vencer el último umbral que se oponía entre ellas. Cayeron dentro de la habitación tropezando con una silla y abriéndose camino entre el mobiliario para aterrizar en la cama. No hizo falta demasiado esfuerzo para deshacerse de sus ropas, aunque el broche del sujetador de Maura si represento un reto para la morena.

M- ¿Atrapas asesinos y no puedes con un simple broche?- exclamo mientras se reía y se deshacía de la prenda con habilidad.

Jane temblaba por completo sobre el cuerpo de la forense, sus manos curiosas recorrían la finura de su blanca piel centímetro a centímetro sin olvidar ni un rincón. Los besos fugaces se habían convertido en claros y certeros, recorrían con experiencia ajena el cuello de la pelirroja hasta bajar a su vientre. Maura rió por las cosquillas que el cabello alborotado de Jane le producía sobre sus pechos desnudos hasta que la risa fue ahogada por un beso cálido en su boca, esta vez la morena se tomaba todo su tiempo para saborear esos labios carnosos que tanto le obsesionaban. Perdiendo la paciencia Maura giro sobre su cuerpo poniendo a Jane a su merced, se deshizo del sostén deportivo que tan poca justicia le hacía a los turgentes pechos de la detective. Sin parar y arrastrada por un deseo incalculable Maura le quito las bragas hasta quedar sobre su cuerpo completamente desnudo. Capturo uno de sus pechos con su boca y logro arrancar un gemido que le indico que iba por buen camino. Lentamente su mano se posiciono por encima de su sexo y se movió cada vez mas a prisa hasta que el cuerpo sudado de la morena se arqueo culminando en un grito de satisfacción que lleno los sentidos de Maura. Lentamente se recostó sobre su cuerpo besándola suavemente y sonriendo victoriosa.

M- No sabía que podía hacer esos ruidos detective.

Jane respiro agotada tratando de recuperar el aliento, la miro con una pizca de malicia en sus ojos y la giro para volver a ponerse al mando de la situación.

J- ¿Te ha gustado?- le sonrió con picardía mientras bajaba su boca a la altura del oído de Maura, le mordisqueó el lóbulo de la oreja con suavidad y al escuchar el gemido ahogado respondió- aún no tienes idea de lo que soy capaz- y se sumergió nuevamente en el cuerpo de Maura hasta que las dos estuvieron satisfechas.

Casi dos horas después de haber comenzado ese juego estaban una tendida al lado de la otra, acariciándose en silencio mientras la nieve se acumulaba en la ventana empañada por el calor que emanaban sus cuerpos. Maura tenía a Jane abrazada por la cintura con su cabeza delicadamente recostada sobre su hombro, la morena trazaba dibujos con sus dedos en la espalda de la forense mientras depositaba algún que otro beso en sus labios solo para comprobar que no estaba soñando.

J- Ahora si que estoy segura que nunca me olvidare de París- exclamo finalmente la morena rompiendo el silencio.

M- Ha sido lindo ¿verdad?- le contesto incorporándose para quedar apoyada sobre su brazo al tiempo que la miraba embelesada con una gran sonrisa.

J- ¿Lindo?, Maura eres una diosa griega, no tenía idea de que podías hacer esas cosas, con razón los hombres te persiguen tanto.

M- En realidad el macho se siente atraído por las hormonas femeninas que se desprenden de nuestros cuerpos, es un clásico ritual de apareamiento.

J- Cariño no arruines el momento- le dijo Jane mientras la miraba con ternura sabiendo que simplemente la pelirroja no podía evitar su lógica. La abrazo una vez más y sin decir nada más se quedaron profundamente dormidas.

La ciudad del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora