🌿Tre🌿

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[Hierbabuena]

Los días eran tan lentos como siempre, incluso aún más. Y la única cosa que invadía la mente de Gyro estuviese ocupado o distraído era Ojos Azules en su brevísimo encuentro único, reproduciéndose en bucle como la escena de una película, haciéndole suspirar embriagado de una ilusión que no conocía ni sabía nombrar.

Su padre solía criticarlo por ser una persona demasiado sentimental. No era capaz de actuar lógicamente ni inclinarse por la razón cuando más era necesario; sus emociones se anteponían a todo lo demás. No importaba que tan buenas fuesen sus intenciones, estas emociones tan fuertes podían lograr que todo se viniera abajo.

Quizás debido a eso tenía una marca tan... dramática, por decirlo de algún modo.

Esa tarde tenía el día libre, por lo que estaba flojeando en su cama viendo una telenovela mexicana en su celular mientras comía. Inmerso en la tensión del romance prohibido entre Victoria y Jerónimo no se dio cuenta que su vaso de refresco se balanceaba demasiado sobre sus piernas, hasta que fue muy tarde.

Che palle! (¡Que puta molestia!)

La bebida se había derramado en sus pantalones cortos, afortunadamente no en las sábanas pero logró dejarle la piel pegajosa casi de inmediato. Puso su celular en un lugar seguro (después de pausar el capítulo, claro) para apresurarse a meter la tela en agua jabonosa, rogando porque se saliera lo más posible antes de bajar a la lavandería del edificio.

Se encontró parado a mitad de la cocina, luchando en el fregadero contra la mancha a la que restregaba más jabón con una esponja. Sus piernas desnudas mostraban numerosas flores azules con centro amarillo y pocas hojas que bajaban por sus muslos hasta sus tobillos, la marca distintiva de su aún desconocido soulmate, los colores brillando sobre su piel de bronce.

Junto a sus libros de anatomía humana, lingüística y mecánica también yacían varios de botánica. Desde los dieciséis hasta casi los veintiún años vivió obsesionado más con el silencioso nexo entre él y su compañero destinado que con el concepto en sí mismo. No quería oír historias; quería vivir la suya. Había estado en muchos lugares diferentes, aprendió un par de idiomas más e intentó tanto como pudo encontrarle.

Nomeolvides, era el nombre de su marca florida. Le parecía un ruego que debía cumplir.

La adultez trajo consigo una cantidad considerable de decepciones, y paulatinamente Gyro perdió la esperanza de conocerle en un futuro cercano. Sin embargo, en ocasiones, terminaba observando su marca con añoranza; preguntándose si estaría bien, si pensaría en el, cómo era la marca que le correspondía a esta persona sin rostro.

Ya terminada su crisis textil volvió a tomar su celular, solo para fruncir el ceño al ver quince mensajes de Brando en la burbuja de notificaciones.

Cosa vuole da me? Cazzo... (¿Qué quiere de mí? Joder...)

Todos eran notas de voz cortas, de apenas unos segundos, que muy a su pesar tuvo que ponerse a escuchar en el caso de que hubiese alguna mínima cosa relacionada con el trabajo en el taller. A veces odiaba no conseguir un empleo en Walmart o algo parecido donde no hubiera ningún Dio.

Hey Gyyyyro—. Habían ruidos de fondo, probablemente de una televisión. —¿Qué crees? Hotsy me dijo que-

El audio se cortó de golpe para retomarse en la siguiente nota. Se sentó en la cama soltando un largo suspiro y pidiéndole paciencia a los cielos.

Fucking Phone! Hot Pants me contó lo mismo que tu, que irá a este toque en Street Theatre

 Viejo, ¿Y si vamos juntos? ¿Como los moteros? Podemos arreglarnos-

 ¡Wryyyyy! ¡Odio esta mierda de celular!

¿Qué piensas? ¿No estaría cool?

 Hotsy dijo que irían preciosuras

Lei non detto quella merda (Ella no dijo esa mierda) — murmuró con incredulidad y cierta molestia.

Los siguientes nueve mensajes eran más o menos lo mismo; Diego delirando de que eran los mejores amigos del mundo como para salir juntos, la referencia de HP y quejas a la calidad de su teléfono. Le dejó en visto media hora en lo que terminaba la novela.

Ya había pasado un año desde que conoció y empezó a trabajar con Brando, por recomendación de un amigo terminó en el taller de Steel luego de no poder terminar sus estudios en medicina. Gyro era especialmente bueno en dos cosas; entender cómo estaba organizado un sistema y arreglar las fallas que este pudiese tener.

Pero el tiempo enseña que algunas cosas no tienen arreglo.
 
Respondió de manera ambigua. HP era buena compañía, le agradaba y compartían círculos sociales, además de que le resultaba divertidísimo cómo lidiaba con Diego como si fuese su pequeño hermano fastidioso (hasta cierto punto, era verdad).

Cuando no hubieron más distracciones y Valkiria se durmió encima suyo, la mente de Gyro regresó a Ojos Azules.

Por un momento se preguntó, ¿será acaso el...?

La probabilidad de encontrar a tu soulmate era de una en seis mil. No era imposible, solo peculiar; ¿Cuántas personas has escuchado que los impacta un rayo? Es la misma cifra aunque no lo parezca.

Precisamente como un rayo Gyro es iluminado por la idea de buscarle. ¿Cuántas personas viven en la ciudad? Hay una posibilidad sólida de volverlo a ver, solo necesitaría convicción y perseverancia...

¿Y después? ¿Simplemente se presentaría ante el muchacho diciendo: "Hola, creo que eres mi alma gemela"? Eso es de acosadores, y su estancia en el país depende de ser un ciudadano correcto. Suspiró con frustración levantando algunos mechones de largo cabello rubio.

Algunas cosas deberían venir con instructivos.

Hierbabuena y Nomeolvides 「GyJo」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora