Capítulo FINAL

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Tome la sustancia que me dieron dejando que mi animal interno empieza a surgir entre la cenizas, siempre estuvo ahí oculto entre los genes de mi madre para salir cuando fuera necesario.

La luna me lo había encomendado el día de mi nacimiento. Soy la elegida número cien y saben como lo supe porque ella me estuvo hablando todo este tiempo desde el día que acabe en el dichoso bosque aunque no lo sabía hasta que mi recuerdos volvieron.

Debía vivir como uno de ellos, esos seres detestables que buscaban lastimarnos, debía olvidar todo lo que fue mi vida para concentrarme en la vida de ser un humano y exactamente uno cazador.

También me mando a su hijo Damián cuyo niño siempre paso jugando con nosotras, él no sólo era un simple humano que engendro Darío sino también fue ella, la luna que bajo en forma de mujer para conquistar a un hombre y poder cumplir su sueño de ser madre, pero no sólo aquello, sino también encontrar un guardián entre los humanos, ese es el secreto de la luna.

Aquel que su crianza de ser como un cazador siempre fue de su rechazo, pero que en lo que queda será nuestro protector.

Siempre permanecimos ocultos hasta que nuestro momento fuera el elegido, nosotros solo existimos cada cien años en un día de luna sangre y salvamos un día como hoy de luna azul.

-Es hora de cumplir lo dicho- digo levantándome de la roca asustando a Marcos el que se ve fatal.

-Acabemos con esto- dice sonriendo Marcos.

Me convierto en lobo y empiezo a correr.

Todo lo que pase debe ser olvidado tanto para los humanos como los sobrenaturales, ellos deben buscarnos cada cien años, bueno a los otros que serán elegidos, ya que por más que queramos deshacernos de ellos, siempre hay alguien que descubre lo que somos.

La luna en figura de mujer baja acompañado de sus demás séquito para borrar la mente de todos o matarlos, pero antes debo buscar a Darío.

Corro a la velocidad que me da las patas hasta llegar dónde visualice a Darío con Damián, el cual no tarda en señalarme con su arma haciendo de un lado a Damián.

-Puede que seas igual a ellos- empieza a decir- pero no eres invencible.

Una bala es impactada en mi estómago haciendo que caiga, pero me vuelvo a levantar aún sintiendo dolor.

- Así que te gusta hacerte la ruda- dice con una sonrisa de maniático.

Un gruñido es lo que suena por mi parte antes de que una bala vuelva a ser tirada, pero esta vez impacta a Damián que apareció frente a mi.

-Hijo- habla corriendo hasta donde su hijo se encuentra tirado mientras su pecho se tiñe de rojo.

Y ahí esta el punto débil de Darío su hijo, él sabe lo que es perder aquello que amas y no poder hacer nada.

-Papá- susurra Damián.

Una parte de mi quiere ir a salvarlo, pero no puedo, debo irme y dejarlos solos, eso fue lo que me encomendaron.

Llego de vuelta al lugar dónde estan todos hablando sobre cosas que no entiendo, es como si fueran reiniciado todo.

-Hija- me dice mi padre con una sonrisa que hace mucho no lo veía hace que mis ganas de llorar aumenten.

Me convierto en humano quedando al desnudo lo cual es tapado rápidamente por mi padre con una manta que traía en manos.

-Tan exhibidora como siempre- escucho hablar a Marcos que se acerca hacía nosotros aún viéndose fatal.

-Ven acá- digo extendiendo mis brazos para darle un abrazo.

Apesar de que el no sé acuerda fue de gran ayuda.

-Me encanta que hayas sido la elegida- me susurra abrazandome.

-¿Como sabes eso?- le susurro.

-Pues ayer fue la famosa cosa de ser o no ser - me dice apartandose dedicando un guiño.

Él lo sabe.

-Shh- le digo poniendo el dedo sobre sus labios.

Haciendo que haga la señal de que estará callado para siempre.

A lo lejos percibo como viene Damián caminando como si nada fuera pasado, sin ninguna herida en su cuerpo algo que me alegra, su madre cumplió su parte, dejarlo vivir en libertad.

-Pequeño- le habla mi padre a Damián.

Damián siempre ha sido como de la familia, aún no entiendo como lo pude olvidar, pero por alguna razón siempre me pareció familiar.

-Los vencimos - me dice cuando llega hasta acá

-Lo sé- digo dedicándole una sonrisa.

-Aunque mi padre pago las consecuencias- dice con nostalgia.

Darío debía morir para poder liberar a los demás, lo cual debía ser hecho por su hijo de sangre.

-¿Y tu hermana?- pregunta buscándola con la mirada.

-En la cabaña- señalo.

Él y mi hermana son un complemento perfecto.

Ahora llego el momento de vivir mi vida normal acompañada por los que amo y por lo que somos, seres diferentes a los humanos, pero tenemos el derecho de vivir libres.

FIN

FIN

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El secreto de la Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora