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Despreciado y a la vez temido, Ares se convirtió en padre. Decidido a cumplir sus deseos de venganza mantuvo con vida a su hija para convertirla en una grandiosa guerrera.
Pero no contaría con la improvista orden de su padre.
Zeus...
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» he encontrado varios de estos fanarts y me he inspirado. Son tan lindos.
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El día que DaHyun fue herida parecía una pesadilla de nunca acabar. A veces, cuando cerraba los ojos, era capaz de escuchar los gritos, golpes y amenazas mientras su mente recreaba el instante exacto en el que apartó la mirada de su pequeña hermanita y vio a Mina asesinar a dos hombres sin remordimiento alguno.
NaYeon abrió los ojos.
Terminó sentada sobre la cama y a mitad de la oscuridad pudo diferenciar la silueta de su hermana que dormía plácidamente. No era la primera vez que soñaba con todo lo ocurrido, y tampoco era la primera vez que se preguntaba si era buena idea inmiscuirse en temas que obviamente no tenían nada que ver con ella.
Estaba apoyando a una chica de la cual sabía muy poco pero que tenía relaciones directas con seres que superaban por mucho a los seres humanos comunes.
Y al parecer... a su corazón no le importaba.
Cada vez que estaban cerca NaYeon olvidaba que Mina había asesinado a dos hombres frente a ella, olvidaba que tal vez se estaba metiendo en grandes problemas, olvidaba todo lo malo y se concentraba en ese rostro tan sereno, en esa tímida sonrisa y suave voz que lograban arrebatarle el aliento. A diferencia de lo que creyó los primeros días, no se sintió amenazada en ningún momento por la japonesa, por el contrario, se sentía segura y protegida a su lado, sentía que nadie podría tocarla a ella ni a sus hermanas si Mina se encontraba presente.
—¿No es raro? Al parecer tú descubriste que hay algo aquí.
La voz de la japonesa resonó en su cabeza y todas sus inseguridades se disiparon.
Quiera o no, confiaba en ella.
Sin embargo, los últimos días no había sido capaz de verla. Tuvo suerte de cruzarse con Tzuyu en uno de los pasillos de la universidad y así preguntar por Mina, pero la respuesta que obtuvo no fue la mejor.
No deseaba presionar a la japonesa a hablar y contarle lo que había sucedido, tampoco esperaba que Mina la visitara en busca de consuelo. Si por la mayor fuera se quedaría encerrada en su habitación, aislada de todo y todos mientras pensaba en una posible solución.
Y eso, precisamente, era lo que NaYeon quería evitar. Deseaba hacerle saber que no estaba sola y que todo se solucionaría pronto.
Esa tarde -después de pensárselo el resto de la noche y toda la mañana- se armó de valor y se apareció frente a la casa de Tzuyu con un pastel entre sus manos que DaHyun le había ayudado a preparar. Era simple pero con todo el cariño posible.
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La casa parecía ser más grande y el silencio había reinado en ella desde que los dos más parlanchines y entusiastas habían desparecido de la vida de las chicas. Estaba Sana y su indiscutible talento para animar el ambiente, su risa contagiosa junto a las actividades diarias que había creado para divertirse cada tarde le hacía falta tanto a Mina como a Tzuyu. Por otro lado estaba DongHae, el varón se había encargado de hacerlas sentir siempre protegidas y bienvenidas. Mina era la más afectada -no cabía duda-, le habían arrebatado a sus dos padres y no estaba dispuesta a dejarlos. Ella lucharía lo necesario para liberarlos.