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Despreciado y a la vez temido, Ares se convirtió en padre. Decidido a cumplir sus deseos de venganza mantuvo con vida a su hija para convertirla en una grandiosa guerrera.
Pero no contaría con la improvista orden de su padre.
Zeus...
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En medio de la noche un par de manos acariciaba su rostro, no le resultaba incómodo, hasta esbozó una corta sonrisa y murmuró el nombre NaYeon pensando que era ella quien le brindaba esas suaves caricias. Sin embargo, otro par más se unió, esta vez vez escabulléndose dentro de su camiseta y acariciando su abdomen. Dentro de poco todo su cuerpo era atendido por varias manos. Mina abrió los ojos asustada y lanzó un pequeño grito cuando se vio rodeada de cinco mujeres, todas soltando pequeñas risitas y mirándola fijamente.
La japonesa se alejó y rodó por el césped, para luego quedar acorralada entre un gran árbol y esas desconocidas.
— ¿Q-qué hacen? ¡Aléjense! — Tomó una rama y torpemente amenazo moviéndola de un lado a otro. Unas risas un poco más escandalosas llamó su atención y al alzar su mirada, a unos metros más atrás de esas mujeres, se encontraban Lisa y Tzuyu burlándose de su situación.
— Debí grabarla. — Susurró la taiwanesa.
— Relájate, cariño. — Se escuchó a una mujer dentro del bosque en el que se encontraban. Mina buscó a la dueña de esa voz pero no pudo hallarla. — Mis pequeñas se quedaron algo resentidas al oírte decir que no son hermosas. Solo deseaban cambiar tu opinión.
— Las ninfas son algo juguetonas, ¿no? — Preguntó Lisa mirando cómo asechaban a Mina. Soltó una corta risa y le hizo una señal a Tzuyu para irse de allí hacia sus propios lugares de descanso. — Bueno... Mina, descansa.
— No se vayan... ¡oigan! — Llamó pero las dos chicas fingieron que no escuchaban. Volvió su mirada hacia ninfas que le sonreían, y con sus manos cubrió sus ojos para no mirar las figuras desnudas. — Disculpen... ahm... ¿señoritas? Y-yo no dije que no eran hermosas... — No recibió respuesta. — ¿pueden vestirse? NaYeon se enojará si se entera de esto.
— ¿Quién es NaYeon? — Preguntó una de ellas, ligeramente interesada por la que -según Mina- era más hermosa que cualquiera.
— Es mi... oh, ella es mi novia. — Soltó, su voz sonó muy aguda y hasta graciosa.
— ¿Novia? — Le siguió otra. — ¿Y eso qué es?
Mina se lo pensó. En ese mundo no había un término para definir a la persona que se quiere. — Alguien especial. A quien se le debe respeto y amor.
— ¿Y eso la hace más hermosa que nosotras?
— A mi percepción... sí. — Respondió.
— ¡Bien! — Hades dio un gran aplauso y llamó la atención de todas. — Ella necesita descansar. Y ustedes, bellas damas, la interrumpen. Así que necesito que se vayan. — Dijo el dios con tono amable. Las ninfas se levantaron de inmediato y sonrieron. — Todos queremos dormir un poco. — Recalcó. — No querrán verme enojado, ¿verdad?