Iría sólo unos días a América del Sur, lo necesario para comprar un par de cosas para llevar de regalo y para estar presente en la boda de su hermano. Sinceramente no tenía muchas ganas de ir, para ella era más sano estar lejos de su tóxica madre.
Sólo unos días y luego tomaría un avión rumbo a Inglaterra, donde pasaría las fiestas de fin de año junto a Tom. Y llevaban dos meses separados y necesitaban verse y abrazarse. En ocasiones sentían que era bastante difícil hacer que su relación funcionara, pero lo estaban intentando.
El aterrizaje no fue para nada complicado. Ya había llegado a su destino. Fue por su maleta.
Salió por las puertas. La esperaba una sonriente Lidia.-¡Mi Sofi!- su tía le dio un enorme abrazo- mírate, estás tan linda... pero muy flaca niña, necesitamos engordarte un poco. Te extrañé mucho ranita.
-Yo igual tía... tú también estás más flaca, así que no me digas que yo lo estoy.
-Óyeme, lo mío era necesario para un personaje, en cambio, tú estás flaca porque comes muy mal... ven, vámonos a casa, que te tengo una de tus comidas favoritas.
Sofía se relamió los labios. Subieron al auto y Sofía comenzó a quitarse los suéteres de algodón (delgados) que traía encima. Afuera hacía demasiado calor, sofocante calor, estaban entrando en verano, mientras que en el hemisferio norte ya comenzaba el frío.
-¡Dios niña! ¡Estás en los huesos! Esto no puede ser, tengo unos días para engordarte.
-Me haces sentir como si fuera un pavo.
-Un pavo pesa más que tú en estos momentos Sofía Julieta Ignacia.
Suspiró. El aire se sentía diferente. La capital de su país siempre olía igual, a tostadas con mantequilla, a encierro, a calor excesivo (en verano) a frío y humo de las chimeneas, condensación, olor a gas, a reseco en invierno.
Recargó la cabeza contra el cristal. Al día siguiente iría rumbo al sur, a casa de Rosario, sería un viaje en carretera, con Lidia y su amiga Daniela. Iba a ser un viaje muy interesante, estaba más que segura.
...
...
Temprano por la mañana, pasaron a recoger a Daniela. Su amiga soltó sus maletas y le dio un gran abrazo. ¡Dios! Hacía mucho que no se veían. Detrás de Daniela, un somnoliento, Gino caminaba hacía Sofi. Lucía medio regordete, no se parecía mucho al Gino que Sofi dejo de ver hace casi tres años. Se saludaron brevemente y luego partieron. Sería un viaje bastante divertido. Aproximadamente 12 horas por carretera...
Sofía conduciría un rato, después se irían turnando. Sinceramente, Sofía no tenía ningunas ganas de ir a casa de su madre. El último encuentro que habían tenido había sido horrible y desastroso. Tampoco quería saber de Diego. Seguía bastante enojada con ambos.
-¿Porqué carajos frunces tanto las cejas? - Daniela la cuestionó mientras manejaba- llevo más de 20 minutos de verte en el espejo retrovisor y solo te la pasas haciendo muecas.
-No es nada... solo me preparo psicológicamente para lo que viene con mi madre.
-Sabes que va a ponerse loca, no debería extrañarte- Lidia se pintaba las uñas- buscará lo mínimo para hacerte sentir mal, pero bien sabes que no debes hacerle caso. Ignórala, yo llevo haciéndolo más de 20 años.- Terminó la frase encogiéndose de hombros
-Te dije que lo que debías hacer, era traer a ese magnífico novio tuyo y restregárselo en la cara. Pagaría bastante por ver la cara de tu madre cuando entres del brazo de Mr. Darcy.- Comentaba Daniela muy pagada de sí misma.
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Los hilos que nos unen.
أدب الهواةCuenta una leyenda japonesa, que todos estamos unidos por el destino, nos une un hilo rojo, invisible a nuestros ojos. Este hilo, nos une a la persona amada, a quien en algún momento de nuestras vidas, independiente de la circunstancia, encontrarem...