𝐊 | ❛ 𝐃𝐎𝐍𝐃𝐄 unos
ojos endemoniados
se enamoran de
unos ojos gatunos
hasta la muerte ❜
Perséfone, diosa del infierno y heredera al
trono del reino del inframundo, es desterrada
al mundo de los mortales y enviada a la mansión
Sakamaki a causa d...
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( ペルセポネ ) 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄
Los tacones de Perséfone resonaban fuertemente contra el suelo de mármol de su habitación, dando vueltas y vueltas en el mismo lugar. Estaba indignada, tanto con su padre como con ella misma, ¿cómo permitió que aquello sucediera? Si bien su accionar no fue el mejor, no creía que el ser desterrada ayudara con algo.
De sus labios carmesí brotó un suspiro y comenzó a quitar la ropa de su armario, de un tamaño más grande de lo necesario, y a dejarla sobre su cama. Realmente solo quitaba la ropa de sus percheros y las lanzaba, mientras que su mayordomo las doblaba con rapidez y guardaba cada prenda perfumada en una maleta.
──Familia Sakamaki... Karlheinz... Me resulta un nombre muy conocido, Sebastian, ¿sabes algo sobre ellos?── Preguntó la femenina, volteandose hacia el contrario, quien la miraba con una típica sonrisa ladina en su rostro.
──Si mal no recuerdo Karlheinz es el "rey vampiro" y gran aliado de tu padre desde hace siglos, es muy posible que lo hayas conocido en algún momento, my lady── Respondió él, observando como la de cabellos azabaches comenzaba a desvestirse lentamente, tomando entre sus manos un simple vestido negro con encaje y tiras en su espalda descubierta. La diosa iba a seguir con lo suyo mientras lo escuchaba pero unas cálidas manos la interrumpieron. »──Por favor, permítame ayudarla como su fiel sirviente.──Sebastian se quitó sus guantes blancos y dirigió sus manos hacia las tiras, cruzandolos en un sencillo pero bonito patrón. Perséfone conocía muy bien las intenciones de su contrario por lo que se permitió disfrutar de su tacto, cerrando sus ojos y llevando su cabeza hacia atrás, dejando libre su cuello.──Son seis hijos, mi señor tiene intenciones de unir ambos clanes, ¿puede ser? «
El demonio se acercó a su oído, susurrando contra este la anterior pregunta mientras que la yema de sus dedos se alejaban de las cuerdas para delinear el tatuaje que cubría toda la espalda de la hija de Hades suavemente, provocandole a ésta un suave suspiro.
──Sabe que comprometerme contra mi voluntad no le servirá de nada porque mataré a cada prometido que tenga.── aclaró ella, mirándolo de reojo. ──Además, no tiene mucho que ver ese plan con el destierro... en realidad, le sirve de excusa perfecta para justificar mi ausencia ante los olímpicos.
──Exactamente.── Sebastian se alejó repentinamente del cuerpo de la griega, ganándose una leve queja de ella. ──La ayudaré a preparar su equipaje, no se preocupe por eso. En poco tiempo será momento de viajar, le recomiendo prepararse mentalmente para lo que se viene. ── Soltó burlón, volteandose para continuar doblando las ropas.
Perséfone sacudió su larga melena, mirando a su sirviente con burla. Llevó su mano hacia las ataduras que este había hecho hace solo momentos para desatarlas, dejando caer la prenda en el suelo. Sebastian, sin girarse a verla, sonrió de lado. Sus ojos se oscurecieron, llenándose de lujuria.
