Mi calle

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Aún mucho de morir me había privado de está fantástica vista, tal vez para muchas personas no sea algo maravilloso, un siempre cruce de calles que conectan tres colonias, pero, para mi estar sentada en la banqueta de mi casa era todo un melodía; la gente pasar caminando o en auto ignorando mi existencia y explorando la suya, buscándose, siguiendo su verdadero ser o su yo equivocado, ambas crean una historia de que tan perdidos o cercanos estaban las personas de su objetivo, según a que tanto se veía que desperdiciaban su tiempo, como si este fuera eterno.

Espero que Cole salga de mi casa, disfruto estos momentos con el sol cayendo en mis pies.

-Bueno- dice tallando su rostro con la parte superior de la mano- aquí tengo el cuaderno, tarde un poco porque tenía que hablar con su madre acerca de porque lo quiero, además de no haber tenido la oportunidad compartir desde el funeral sobre ella.

-¿Cómo está ella?- pregunto con temor- la vi sufrir y la hice sufrir conscientemente, de un tiempo para acá nos alejamos demasiado, la veía llorar en silencio tantas veces que ya parecía ser una costumbre, no cambiaron tanto las cosas, dejaron de afectarme esas cosas y me cerré, no podía demostrar ni un grado de dolor y eso me ahogo cada vez más.

-La única manera como podría estar una mujer que perdiera su hija menor, destrozada, realmente se veía de una forma muy nefasta, espero que con la ayuda de su esposo e hijo logren salir adelante.

No es menos de lo que esperaban, por más que la lastime, ella nunca me dejó de amar con todo su alma.

-¿A dónde quieres ir para leer el cuaderno?- pregunta Cole alzando el cuaderno frente a mi rostro.

-Realmente no lo sé, recuerda que no soy de aquí- además de que no sabía mucho de vida.

-Vayamos a mi casa, no tengo ganas de ir a ninguna parte ni quiero ver a nadie; excepto contigo, claro, necesitaría de tu ayuda.

Después de mi muerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora