VIER

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𝑳𝒖𝒏𝒂 𝒚 𝑽𝒆𝒏𝒖𝒔

Los dos amigos caminaban a paso lento, cada uno recluido en sus pensamientos. Para Till no había sido sencillo dar con Oliver, pero era un hombre muy obvio y gracias a eso Till pudo deducir que seguía con la policía pegado a un teléfono. Oliver se había asustado como nunca antes, si bien su querido amigo Richard tendía a desaparecer en las noches de bebida, siempre dejaba una nota diciendo a dónde iría, por unos momentos Oliver creyó que su amigo estaba en peligro real y se sintió como un idiota mientras caminaba con Till hacia el departamento.
     —Sigo sin poder creerlo —dijo Oliver repasando los hechos que Till acababa de decir—, ¿Richard y Venus?
     —Deberías de haber visto el rostro de Reesch, una total obsesión —respondió su amigo sin muchos ánimos.
     —¿Quién no se podría así de loco? Es Dragna, tiene un rostro bonito. Esto va más allá de la música, a Richard le gusta por ser bonita como él. Encuentro la situación graciosa; es como si tú o yo estuviéramos obsesionados con una modelo de revista y después la conociéramos en persona.
     —Ya te lo he dicho, no seas necio, la forma en la que coincidieron parece de intervención divina; Richard la rescató y ha quedado como el caballero de los cuentos de hadas y Venus es la princesa —dijo Till con aires de fastidio, a veces odiaba que Richard se quedara con las bellezas más despampanantes... Como con su ex esposa—. Y el colmo es que ya se conocían, ambos vivían en Wittenberge.
     —¿Ya se conocían? —preguntó Oliver incrédulo, eso sí que era más que una coincidencia.
     En cuanto llegaron a la calle del departamento, fueron testigos de que algo iba muy mal. A lado de ellos pasó una patrulla y delante había un conglomerado de personas que hablaban entre sí, una de ellas era el casero que les había cerrado el contrato de renta a los tres.
     En cuanto el casero vio a Till y Oliver se acercó a ellos, el semblante del hombre era serio e impaciente.
     —¿Me pueden explicar qué tipo de cosas ilícitas realizaron en mi edificio? —preguntó furioso, tanto Oliver y Till se miraron confundidos. La mirada del casero viajó desde los rostros de los amigos hasta las bolsas de cerveza que llevaban en las manos. Se pudo hacer una idea de qué tipo de personas eran, busca problemas, y no estaba dispuesto a seguirles dando techo ni por toda la cantidad del dinero del mundo, no quería problemas con la policía. Un secuestro había ocurrido en su edificio y era intolerable—. ¿Por qué se han llevado a su amigo en la patrulla, pueden decirme sin mentir?
     —¿Que Richard qué? —preguntó alarmado Oliver y volteó hacia atrás por donde se había ido la patrulla—. ¿Qué?
     Till analizó el rostro del casero y después a la multitud, entre ella descubrió a Venus Dragna discutiendo con dos jóvenes; uno rubio y el otro moreno, este último trataba de tranquilizarla. Till trató de pensar las cosas con claridad y no saltar en rabia. De alguna manera algo pasó en ese departamento en su ausencia y alguno de los vecinos alarmó a la policía, sí, seguro era eso. Conocía mucho a su amigo, de lo que era capaz, pero dudaba que Richard mantuviera a la chica en contra de su voluntad o que él fuera a hacerle daño.
     —Seguro es un malentendido —respondió con firmeza—. Esto se solucionará de manera legal.
     —Escuchen —habló el casero con los brazos en jarra—, cuando les di el contrato parecían personas que sólo buscaban un lugar donde dormir y no causar problemas, pero su amigo ha secuestrado a alguien importante y ahora tengo a todo un grupo de oficiales registrando el edificio de pies a cabeza, departamento por departamento, y mis arrendatarios están furiosos. ¿Qué pensarán ahora? ¡Que están viviendo a lado de delincuentes! Perderé clientela y confianza —continuó furioso—. No estoy dispuesto a ser parte de una red de trata. En cuanto salgan los oficiales y saquen sus trapos sucios al aire, tomarán sus cosas y se irán este mismo día...
     —Pero el contrato dice que disponemos de una semana para buscar...
     —Oliver.
     —¡Al carajo el contrato! ¡Esas condiciones ya no son válidas! ¡O toman sus cosas y se van o yo las lanzaré por la ventana!
     —Pero...
     —Sacaremos nuestras cosas —interrumpió Till a su amigo, aunque estaba hecho una furia por dentro, no podía ponerse si su amigo había sido culpado de un crimen tan grave—. Denos hasta la noche.
     —A las diez quiero el departamento como se los di.

VENUS | 𝙍𝙞𝙘𝙝𝙖𝙧𝙙 𝙆𝙧𝙪𝙨𝙥𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora