ZWEI

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𝒔𝒐́𝒍𝒐 𝒚𝒐

Till y Oliver iban a  descuartizarlo en cuanto se enteraran de lo sucedido. Casi podía oír la gruesa voz de Till diciéndole lo idiota que era al meterse con tres hombres fornidos siendo él un enquencle. Por supuesto que eran sujetos fuertes, pero él practicaba boxeo y ya había estado en la cárcel, sabía cómo golpear y esperaba que jamás dejara de lado esa habilidad. Había quedado adolorido, con el tórax lleno de hematomas y el rostro con cortes; estaba magullado, pero había valido la pena cada maldito golpe recibido. Él había aparecido con el factor sorpresa, pero en cuanto los tres se unieron para romperle la cara, fue casi imposible asestar golpes y terminó en el suelo recibiendo patadas y escupitajos. Los tres hombres miraron a la inconsciente chica y se largaron diciendo que la querían despierta. En cima de todo, aquellos hombres, cínicamente querían que ella estuviera consciente de lo que le hacían y eso hacía hervir la sangre de Richard. De ninguna manera iba a permitir que algo le pasara a ella.
     Delante de él, recostada en un sillón con una manta, estaba Venus Dragna, la fundadora y guitarrista de Medaxe; uno de los primeros grupos de heavy metal que Richard había escuchado en la adolescencia, en cuanto supo que eran integrantes jóvenes que prometían un estilo fresco y rebelde corrió a la tienda de discos más cercana y robó el nuevo álbum. Eran tiempos difíciles para él y no podía permitirse muchos gastos, la culpabilidad lo seguía persiguiendo, pero había valido la pena porque tras escuchar el sonido de las guitarras se quedó clavado en eso; era algo similar a la sensación que tuvo tras haber escuchado a KISS por primera vez. Su emoción se intensificó cuando supo que los integrantes residían en Wittenberg, tan cerca de él y acudió a verlos en sus primeros conciertos y cuando vio a la guitarrista, la única chica ahí, le pareció haber visto un ángel, una flor entre las cenizas. ¿Qué chica deseaba estar en un grupo de metal cuando todas seguían cantando like a virgin y vistiéndose como Madonna? Y cuando supo el nombre de aquella chica supo que era porque ella no era como el resto.
     Richard miraba los rasgos delicados de la chica, ella no parecía verse ruda, ni con una sonrisa impresa; sus cejas rectas y su boca de fresa transmitían serenidad y paciencia. Sus amigos sabían lo mucho que le gustaba Venus y hacían burlas de ello diciéndole que no era nadie para estar a su altura, que ya tenía cuatro chicos de donde escojer además de un rebaño de fans... Bueno, ¿qué dirían todos ellos si supieran que Richard tenía a Venus durmiendo en el sillón? Seguramente lo tomarían como el máximo mentiroso y se reirían hasta morir, le pedirían evidencias como el sostén de la chica o una fotografía para después decirle que todo era evidencia falsa.
     Siguió viendo las facciones de la chica y notó sus lágrimas secas en sus mejillas. Tras librarse de aquellos hombres acudió a ella tratando de ignorar el dolor de los golpes, descubrió que estaba inconsciente y que había llorado. La tomó entre sus brazos y la sacó de ahí, la tercera puerta era la salida al callejón y eso lo sabía porque ya había estado antes ahí. Lo pensó varias veces, pudo haber llamado a la policía, pero en cuanto vio a los tres sujetos salir del bar buscando algo, no dudó en tomar el auto e irse con la chica... Y esa última situación era por el cual el teléfono no dejaba de sonar. Till y Oliver le estaban marcando desde la madrugada preguntándose qué carajos había hecho Richard para llevarse el auto. El teléfono había sido silenciado para no interrumpir el sueño de Venus. Till y Oliver seguramente se habían ido a buscarlo a todas partes y no tardarían en llegar a su departamento, mismo que era un desastre.
     Richard miró una vez más a Venus Dragna preguntándose si lo que había hecho era correcto o una tremenda idiotez.
     —Si te piden que seas el héroe, sé el héroe —susurró, pero después se dio cuanta del peso de las palabras—. Qué ridiculez.
     Se puso de pie y se dirigió por enésima vez al botiquín de primeros auxilios, sacó unas gasas y entró a la cocina para poner a calentar agua; limpiaría el rostro de Venus y con eso la despertaría... Entonces tendría que inventarse un buen argumento para convencerla de que no había sido secuestrada. ¿Qué le diría? “Hola, me llamo Richard y te he traído a mi casa”, seria interrumpido por un golpe seguido de gritos de auxilio. Mientras miraba el microondas funcionar buscaba formular una buena explicación, eran las siete de la mañana y ella despertaría pronto.

VENUS | 𝙍𝙞𝙘𝙝𝙖𝙧𝙙 𝙆𝙧𝙪𝙨𝙥𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora