SECHS

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𝒘𝒆𝒍𝒄𝒐𝒎𝒆

El taxi se detuvo delante de uno de esos bonitos edificios de ladrillo rojo, los marcos de las ventanas eran blancos y varias enredaderas y rosas se pegaban a los muros, los pequeños jardines estaban muy bien cuidados. A Richard le encantó esa vista tan cálida y amigable, era un gran contraste a lo que estaba acostumbrado a su gris pueblo natal.
     Venus pagó al taxista y le dejó una generosa propina. Ambos bajaron y Richard comenzó a caminar hacia el edificio, pero Venus lo detuvo.
     —¿A dónde vas?
     —Creí que era aquí —señaló el complejo de departamentos.
     —La casa está en frente.
     Richard miró al otro de la calle y encontró una bonita casa de dos pisos del mismo estilo del edificio que había visto anteriormente. Venus cruzó la calle y él la siguió. Esperó a que ella introdujera las llaves, pero eso no ocurrió...
     Venus se quiso golpear la cara y maldecirse; no tenía las llaves de aquel departamento. ¿Cómo iba a entrar? ¿Rompería una ventana con la mochila de Richard? Aunque era una buena idea, no se vería para nada bien en el vecindario y muy probablemente los vecinos alertarían a la policía y ambos terminarían en la comisaría... Otra vez. Debía haber otra forma, vamos piensa, se ordenó Venus en su mente. Los americanos siempre dejan las llaves en una maceta o debajo del tapete. Miró a todas partes buscando una maceta, pero no había ninguna a menos que la acera contara como una, pero si había un tapete de tela con la palabra Welcome tejida a mano. Venus levantó el tapete y, ¡bingo!, apareció una pequeña llave oxidada.
     Richard miró la emoción en el rostro de Venus que había encontrado una llave debajo del tapete y se enterneció por ese gesto. La chica abrió la puerta y ella fue la primera en respirar el aire del piso nuevo, era la primera vez que estaba ahí; Perry se había encargado de buscar una casa en renta y amueblada. Entró y lo primero que encontró fueron las escaleras, un pasillo que conducía a una sala con comedor y un baño a su izquierda. Recorrió la mirada en busca del teléfono y lo encontró sobre una mesa de café, se aproximó al aparato y presionó el botón para escuchar el mensaje de la grabadora.
     —Bonjour ma fille favorite ! —saludó la voz de la abuela, ronca, pero llena de alegría—. J'espère que tu aimes votre nouvel appartement. Perry m'a dit que tu y arriverais deux jours après du concert. Je t'appelle parce que je te manque et je veux que tu me téléphonees avec vitesse. À bientôt mon chère !
     Venus sonrió tras oír ese mensaje, Richard no ha entendido ni una sola palabra, pero sabe que ha sido un mensaje bueno. Venus presionó el botón para contestar el mensaje y Richard le escuchó hablar en un tono muy melodioso y más agudo.
     —Bonjour ma petite mamie. Je suis arrivée à mon appartement, C'est perfect ! Aujourd'hui je suis stressée, je t'appelle demain. Gros bisous et à bientôt !
     Aunque la voz había sido de alguien alegre, el rostro de Venus no lo demostraba así; estaba exhausta y ligeramente preocupada. Richard intuía el porqué.
     —Deja tus cosas aquí en la sala y quédate en la planta baja mientras yo reviso el resto de las habitaciones —ordenó sin siquiera mirarlo, sin más que decir, subió las escaleras y desapareció de la vista de Richard.
     Venus aún no sabía mucho de la vida adulta así que su tutor en el extranjero era Perry, esta última no tenía mucho problema pues guardaba cariño a cada uno de sus integrantes. Los padres de Venus se hacían cargo del dinero que su hija generaba y lo depositaban en una cuenta que rara vez se tocaba, pero Venus se había gastado casi todo ese dinero en el Mustang que pronto estaría estacionado afuera —según Pierre— y en el alquiler de su nueva casa. Sería un terrible error dejar que sus padres se enteraran del gasto del auto, de ser así irían por ella de inmediato.
     Encontró tres habitaciones más, una de ellas sería la suya; la más grande con una cama y un armario. En la habitación más pequeña encontró un escritorio y varias cajas de cartón selladas con cinta, pero Venus las dejó de lado y casi se lanzó hacia el estuche de su guitarra, sin perder tiempo la sacó y sintió que era su complemento; una parte de ella que la hacía feliz y le daba fuerzas para afrontar lo que fuera, esa guitarra color vino era su todo. Volvió a dejar el instrumento en su lugar y salió para ver la última habitación. Nada interesante, no había nada. ¿Qué haría con dos habitaciones de sobra? Estaba claro que una sería su estudio, pero la otra estaba vacía y de cierta manera no quería meter a Richard en una habitación tan cercana a ella. Debería conocerlo más si pensaba dejarlo estar bajo el mismo techo que ella o mantenerlo alejado y conseguirle un piso a la brevedad posible.
     Richard se paseaba por la sala nueva y la cocina, se sentía extraño estando ahí. Dejó la mochila en un rincón y siguió explorando, pero no encontró nada llamativo; era un departamento cualquiera. Se sentó sobre el sillón sintiéndose como un intruso, se hizo la idea de que no se quedaría por mucho tiempo y que no abusaría de la hospitalidad de Venus.
     Ella bajó las escaleras y vio a Richard sentado. Una ola de adrenalina la golpeó y eso le recordó que estaba con un desconocido y que debía andarse con cuidado si no quería aparecer en las noticias como una muerta más.
     —Malas noticias, la única habitación amueblada es la mía —dijo, nuevamente sin dirigirle la mirada— así que tendrás que quedarte en el sillón.
     Para Richard ya era una gran ayuda tener techo, no le importaba si dormía sobre la alfombra, no estaba en la calle o sobre el frío piso de una celda.
     —Descuida, te agradezco mucho tu ayuda —agradeció mirándola con una sonrisa, pero la borró al ver que Venus Dragna tenía una frialdad que las fotos no demostraban—. Lo que no quiero es incomodarte.
     Venus lo miró fugazmente y trató de analizarlo, pero no encontró nada sospechoso, sólo la típica mirada que todos los hombres ponían al verla.
     —Bien.
     Ella volvió a subir las escaleras y desapareció.
     ¿Qué esperabas? ¿Que cayera a tus pies como todas? Venus Dragna no ha mostrado más interés en ti, pensó Richard. Claramente él imaginaba algo muy diferente a lo que estaba ocurriendo, no esperaba cierta frialdad de parte de ella... Tal vez sólo estaba exagerando. La chica a penas si lo conocía. Esperó sentado en el sillón, pero el aburrimiento llegó.

        

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VENUS | 𝙍𝙞𝙘𝙝𝙖𝙧𝙙 𝙆𝙧𝙪𝙨𝙥𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora