4. Malas Noticias

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CAPÍTULO CUATRO
MALAS NOTICIAS
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      Un pesado suspiro salio de los labios de Anya, quien pesadamente se dejó caer sobre el cómodo sillón, de la que por el momento, era su casa

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Un pesado suspiro salio de los labios de Anya, quien pesadamente se dejó caer sobre el cómodo sillón, de la que por el momento, era su casa. Descolgó de su hombro el pequeño bolso negro y del interior del mismo, sacó el libro que guardaba la piedra que había recuperado. Con lentitud, sus dedos rozaron el sello invisible que le impedía tomar lo que le pertenecía; provocando su insulto a las brujas, pues aunque la piedra era inmune a cualquier tipo de magia, el libro que la portaba había sido creado especialmente para custodiarla.

—Malditas brujas —se quejó.

Un sonido proveniente de las habitaciones de al lado llegó a sus oídos, causando que su cuerpo se alarmara.

—Deberias redecorar este lugar, parece del siglo pasado y... —las palabras de su hermano mayor quedaron en el aire una vez cruzó la sala y su atención se dirigió al libro que sostenía entre sus manos —. Dime que no es lo que pienso, por favor.

—Hola hermanito, también me alegra verte —soltó la menor con sarcasmo —. No sabía que llegarías hoy.

Una pequeña sonrisa se asomó entre sus labios en tanto se acercaba a darle un calido abrazo, el cual fue correspondido.

Había pasado algún tiempo desde la última vez que se habían visto; el viaje inesperado de Atanael, extraño a sus dos hermanos el día que salió de la ciudad por razones desconocidas. Sin embargo, Anya y Alexei nunca lo cuestionaron, estaban acostumbrados a que su hermano se tomara un respiro para no perder la cabeza en los dramas y peleas familiares. O al menos eso era lo que querían creen.

—Lamento no avisarte, quería que fuera una sorpresa, pero veo que tenías una preparada para mi —habló Atanael en tono acusador mientras se separaban.

La menor rodó los ojos y volvió a su posición anterior.

—Esto es mío —encogió sus hombros —. Igual, ¿no eres tú el que se preocupa por mi bienestar y seguridad y blah blah? esto me ayuda —justificó un tanto molesta por tener que hacerlo.

—Solo te protege de la magia —replicó suave en tanto tomaba asiento al otro lado de donde se encontraba Anya —. No olvidemos que serás un blanco para todo aquel que la quiera a su poder. Sabes muy bien que eso en las manos equivocadas puede ser un peligro —inclinó su rostro dudoso para después soltar un leve suspiro al ver la ironía en los ojos de la pelinegra —. Se lo importante que es esa piedra para ti, hermana. La has buscado desde que la perdiste, pero...

—No dejare que nadie me quite lo que es mío, de nuevo —interrumpió severa —. Y no dudaré en matar a la persona que piense siquiera a llegar a hacerlo —una sonrisa maliciosa adorno su rostro —. Así que por favor, no seas aburrido hermano, ¿bourbon?

El mayor rodó sus ojos ante la actitud de su hermana, sin embargo lo dejó pasar y sonrió de vuelta en tanto aceptaba el trago que le ofrecía.

Anya entendía la preocupación de su hermano mayor. Hace dos siglos, cuando la piedra fue hechizada, fue cuestión de tiempo para que corriera el rumor en el mundo sobrenatural, la existencia de un objeto obscuro inmune a la magia. Para algunos eran solo un mito, pero para otros fue real.

Algunos hombres lobo y vampiros empezaron la búsqueda, mientras que, las brujas temieron por su poder y seguridad. No obstante, todo cambio cuando un aquelarre de Nueva Orleans logró crear un objeto de contención, al saber por medio de sus ancestros, que la piedra estaba en manos de un vampiro original.

—Dime que no estás queriendo llamar la atención de... —Atanel calló ante la dura mirada de su hermana mientras le tendía la copa de alcohol —. Ya, ya, lo siento, ¿como romperás el sello?

Anya encogió sus hombros, queriendo restarle importancia al asunto con diversión.

—Una bruja lo hará —contestó obvia —. Diría que la misma que me ayudo a encontrar la piedra, pero no está disponible —Atanael enarco sus cejas exigiendo una respuesta pero Anya se negó en un intento de cambiar el tema —. En fin, Alexei debe de estar por llegar, podríamos salir a comer y divertirnos.

Justo antes de que pudiera recibir respuesta, el sonido de la puerta principal se hizo presente, y pocos segundos después, la presencia del menor de los Marcovik apareció por el umbral de la sala.

—Hermano —saludó alegre mientras que daba un amistoso golpe en la espalda del mayor —. ¿Llegó en un mal momento? —preguntó en dirección a la joven, al ver la expresión en el rostro de Atanael.

—Tu hermano está procesando el hecho de que mate por accidente a una bruja —respondió juguetona Anya —. Está siendo un fastidio, como siempre, así que no es nada nuevo.

Alexei río y observó cómo su hermana guardaba un libro en su bolso; supo lo que era y lo que llevaba consigo dentro, por lo que asintió hacia ella sabiendo lo feliz que se encontraba.

—¿Tú estabas al tanto de esto? —cuestionó Atanael, quien desvió la mirada al instante.

El sonido de un papel en el aire fue captado por los tres presentes. Junto a la chimenea, un sobre blanco apareció por arte de magia mientras descendía hacia la mesa de estar.

Usando su rapidez vampírica, Atanael tomó el sobre y observó con extrañeza a sus hermanos para luego abrir la pequeña apertura y leer lo que aquello contenía, sin ser consciente de cómo su cuerpo se fue tensando a medida que releía una y otra vez, el mensaje.

—¿Qué dice? —preguntó Alexei dispuesto a tomar el papel, pero Anya fue más rápida y lo arrebató de las manos del mayor.

—Por favor acompañen a la familia Mikaelson... —la pelinegra detuvo sus palabras al sentir como aquel apellido impreso causaba un colapso en su interior —. Es una broma, ¿verdad? —murmuró dando la vuelta al papel para así descubrir lo que allí tenía escrito, en una fina caligrafía que se le hizo bastante familiar.

"Es momento de que nuestras familias estén juntas de nuevo, como una sola."
—Esther.












Se vino lo bueno, gente!
Es momento de que todos conozcan a la familia detrás de los Mikaelson.

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—Nath & Fer

BLOOD TIES ━The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora