6. Esther Mikaelson

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CAPÍTULO SEIS
ESTHER MIKAELSON
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________________CAPÍTULO SEISESTHER MIKAELSON________________

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    Los ojos de Anya recorrieron una vez más su reflejo, frente al enorme espejo de la que por el momento, era su habitación. El vestido rojo, que había decidido llevar aquella noche, se ajustaba a su esbelta figura en tanto las cortas mangas caían de sus hombros y al final, la tela suave de pliegues libres, cubrían sus piernas hasta tocar el suelo. Entre su elegante vestimenta, sus labios rojos y su cabello oscuro, que se encontraba recogido en un organizado moño mientras dos mechones caían por los lados de su rostro, lograban hacer la combinación perfecta.

—Estas hermosa.

La silueta de su hermano menor se vio reflejada a través del espejo; recostado en el marco de la puerta mientras sus brazos estaban cruzados en su pecho. Una sonrisa ladina cruzó los labios de la pelinegra al escanear de pies a cabeza el traje que portaba.

—Así que si estás dispuesto a ir al estupido baile —jugueteó con las mismas palabras que su hermano había dicho el día anterior.

Alexei rodó los ojos.

—No es divertido —aseguró, provocando que Anya se volteara a su dirección —. Tengo un mal presentimiento de todo esto.

Sonriendo de lado, la mayor se acercó a él mientras sus manos se dirigían directo al corbatín de su cuello.

—Para ser alguien que dice odiar a Klaus Mikaelson, comparten la paranoia como mejor amiga, hermano —soltó con ironía en tanto acomodaba correctamente el accesorio. Una vez termino, su vista subió hasta encontrarse con sus ojos avellanas —. No dejare que nada malo te pase, lo prometo.

—Está en nuestra naturaleza hacernos daño, hermana. Es lo que hacemos como familia.

Un incómodo dolor se incrustó en el pecho de Anya al oír aquellas palabras, aun así fingió sonreír cuando Alexei tendió su brazo, con el fin de disponer de su compañía hasta la puerta del vehículo que los esperaba.



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El silencio fue partícipe, una vez estacionaron en la parte trasera de la gran mansión de los Mikaelson. El bullicioso de los invitados y la música clásica, sacudió los oídos de los Markovic y con ello, los momentos que una vez creyeron que habían enterrado en sus memorias.

—Después de que sepamos que quiere Esther de nosotros, nos iremos —prometió Atanael.

Anya observó por el retrovisor como Alexei negaba al oír las palabras del mayor.

—No, no es así —afirmó con su vista puesta en sus hermanos —. Lo hicimos una vez y funcionó por un largo tiempo, pero aquí estamos... de nuevo —negó con ironía —. Cuando entremos por esa puerta, no seremos capaz de alejarnos de nuevo, ni nosotros de ellos ni ellos de nosotros. Es lo que es, ¿no? —cuestionó y Anya volteó la mirada ante las verdades del menor —. Siempre y para siempre, después de todo.

BLOOD TIES ━The OriginalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora