Mi mente se sentía un poco fuera de lugar. No estaba segura si era por la película o por alguna otra cosa.
Estaba acostada junto a Ethan, la película había terminado y estábamos en mar de lagrimas gracias a el final, pero ese no es el punto.
El punto aquí es que Stephen no ha llegado en dos horas y estoy comenzando a preocuparme, sé qué tal vez suene paranoica pero no me siento bien, siento algo en mi pecho, como si mi corazón se estrujara contra mis costillas.
- Ethan, no te duermas.- Le digo, ya había comenzado a escuchar su respiración más lenta y tranquila, pero rápidamente abrió los ojos.
- Claro que no, estoy despierto todavía.- Dijo tallándose los ojos con las manos. Rodé los ojos.
- Me parece raro que Stephen yo haya llegado.
- A mi también.- Dije, pensando miles de cosas en la que puede que le hayan pasado, cuando escucho la puerta de la entrada abriste y cerrarse.
- ¡Chicos! ¡Ya llegue malditos locos!.- Grito Stephen subiendo las escaleras, sus pasos resonaban por el pasillo y se detuvieron cuando entró a la habitación, se quitó las botas que traía y se abalanzo hacia la cama, cayendo encima de Ethan y yo.
- ¡Stephen, pero si que pesas! ¿Acaso no has pensado en hacer ejercicio?.- Le dije bromeando, claro que era pesado pero tenía un cuerpo muy bien trabajado.
- Uhhhhh, Stephen, en pocas palabras te están diciendo obeso.- Dijo Ethan con voz burlona.
- ¿Ah si? Mira como me importa.- Y después de eso, se puso de pie en la cama y comenzó a brincar, Ethan y yo rebotábamos como si fuéramos dos varitas de nardo y sentía que en pocos segundos la cama iba a crujir y quebrarse.
- ¡Stephen nos vas a matar!. Soy demasiado joven como para morir aplastada por un elefante.- Dije poniendo mi cara de terror y Ethan solo se limitó a carcajearse.
Stephen al fin dejo de brincar y se acostó acurrucándose a mi lado.
- Ya tenemos que dormir, son ya las 10:20 de la noche y mañana tenemos que volver a madrugar..- Dicho esto se levanto y fue a el baño a lavar sus dientes, salió, se quitó la ropa quedando en bóxers y una vez listo, se tiro de nuevo a un lado de mi.
Yo por mi parte ya me había puesto una playera y un short y también había lavado mis dientes, así que ya estaba lista para dormir. Ethan se levanto.
- Chicos, yo iré a un bar con mis amigos, no tardan en pasar por mi, así que necesito de meterme a duchar para comenzar a vestirme.- Dijo saliendo de la habitación.
- ¡Usa protección y cuídate!.- Grito Stephen y yo solo sonreí. Después de eso, me invadió un profundo sueño que ni siquiera me di cuenta cuando llegaron por Ethan.
Cinco horas después...Sentí frío.
Intenté tocar a Albert pero la cama estaba vacía, rápidamente me senté en la cama como si fuera resorte y noté que la luz de el baño estaba encendida y había varias prendas de ropa tiradas, la puerta de la habitación estaba abierta y la luz de el pasillo también prendida, joder, se nos ha hecho tarde a Stephen y a mi pero ¿por qué no me despertó?. Me puse de pie y miré la hora en mi celular ¿Acaso miraba bien? Eran las tres y cuatro de la madrugada.
¿Qué carajos pasaba?.
Salí de la habitación y cuando me dirigí a las escaleras a buscar señales de vida de Stephen, mi móvil comenzó a sonar en la habitación, rápidamente me devolví y contesté, era él.
~Llamada telefónica~
- ¿Hola? ¿Dónde estás? ¿Qué haces despierto a estas horas? ¿Sabes que...- No me dejó terminar.
- Julie, toma las llaves de el auto de Ethan y ven a el hospital, es urgente.- Dijo y colgó. Un escalofrío me recorrió desde los pies hasta mi nuca, rápidamente tomé un pants de Stephen que estaba doblado en su closet y me lo puse, me quedaba grande pero daba igual, metí mi celular en uno de las bolsillos de este, también me puse encima una sudadera negra que estaba tirada y supuse que era la que Ethan traía en la noche anterior.
Tan solo de pensar en Ethan se me heló la sangre, recordé todo y mi mente hizo click.
Me puse como pude mis tenis y baje corriendo la escaleras, no me moleste en prender la luz, a tientas tomé las llaves de el coche y las de el pent-house, abrí la puerta y salí, cerré de un portazo y me asegure de ponerle seguro para después correr a el elevador y meterme en el. Presione el botón para bajar más veces de lo necesario, las piernas me temblaban y el corazón me latía dos veces más rápido que normalmente. Mi mente solo pensaba en Ethan y cuando menos lo espere ya iba camino a el estacionamiento, quite el seguro de el carro varios metros atrás antes de llegar a este gracias a el pequeño control y cuando llegue abrí la puerta, me metí y lo puse en marcha.
Estaba claro que sabía conducir, papá me había enseñado cuando tenía 12 años y desde ese día no dejaba de manejar cuando íbamos a el supermercado o a lugares cercas de casa, así que todo estaba bajo control.
Puse reversa y salí, una vez fuera de el edificio, miré a ambos lados de la calle para asegurarme de que no viniera algún automóvil aunque a estas horas la carretera estaba completamente sola, una vez segura, acelere y conducí sobre la carretera a un poco más de velocidad de la adecuada, los faros de el coche alumbraban la niebla espesa, así como la oscuridad de la madrugada. Mis manos sudaban, a Ethan no podía pasarle nada, él es un buen chico y no merece esto. En mi celular entro una llamada de Stephen y como pude contesté y lo puse en un pequeño cuadro que era justamente para poner el celular y tenerlo en manos libres.
~ Llamada telefónica~
- Albert, ¿en qué hospital estás? Ya voy en camino, acabo de salir de el edificio.
- En New world, ya sabes el camino, conduce con cuidado, nos vemos.- Dijo y colgó, mis ojos se llenaron de lágrimas pero parpadeé para quitarlas de mi campo de visión, pues me impedían ver el camino. La voz de Stephen quebró mi corazón, se le notaba triste y cansada, no podía estar más mal. Toda mi vida que lo llevo conociendo nunca había escuchado esa voz tan apagada, carecía de su tono tan socarrón y feliz que siempre portaba.
Quite los malos pensamientos y seguí conduciendo.
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Julie
Romance-¿Alguna vez has mirado a un demonio de cercas?-. Me preguntó, con esa mirada socarrona, sus dedos trazaban pequeños círculos en mi mano, mientras que mis piernas se balanceaban encima de esa hierba verde que pinta las montañas. -No lo sé, no lo cr...