Capítulo 5: Una promesa rota

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Pasado.

Hace catorce años.

La belleza de su entorno, estaba en todo su esplendor. Con esos grandes árboles, en lugar de grandes edificios y fuera del bullicio que podría traer el caos de la ciudad.

La brisa de la primavera golpeaba su nariz y cuerpo, haciendo volar su largo cabello oscuro. Junto con las hojas sueltas de los árboles y los papeles del libro que leía en sus manos.

El sol era tan caliente como siempre, con un calor agradable y abrazador. Brindaba a ese hermoso ambiente donde estaban, en un jardín lejos de los demás. Solo ellos dos, Lan Wangji y Wei Wuxian.

La dulce melodía de los pájaros, fue opacada por el hermoso sonido de la risa de cierto muchacho de cabello oscuro. Quien se encontraba jugando con pequeños animales esponjosos.

Riendo y jugando como un niño, corriendo por los verdes pastos, mientras los rayos del sol iluminaban ese rostro, haciendo más brillante esa sonrisa. Como si fuera posible aumentar esa felicidad en esos labios color rosado.

Varios conejos acompañaban a ambos jóvenes. Los pequeños animales eran de distintos colores, entre le blanco y el negro, con su pelaje tan esponjoso y suave al primer toque. Algunos saltaban por el pasto como si estuvieran jugando o divirtiéndose, otros pocos estaban durmiendo o disfrutando una saludable comida que la naturaleza podía ofrecerles. Y por supuesto, unos cuantos corrían asustados para esconderse de cierto muchacho que iba detrás de ellos.

—¡Ven aquí! —Esa voz era mucho más dulce que la risa, con una petición tan inocente hacia alguien que no podía entenderlo como lo era un conejo.

Los conejos no se asustaban con la presencia de ambos, pero claro que al ser perseguidos estos huían para escapar de las manos del travieso Wei Wuxian. Sólo los tomabas para abrazarlos, acariciarlos y ponerles un nombre que seguro olvidaría después de un par de horas.

—¡Te tengo!

Lan Wangji sonrió levemente al ver de reojo como había atrapado a uno de los conejos. Wei Wuxian sonreía tan grande como le era posible, acariciando al pequeño animal en sus brazos y sus labios dejando besos sobre su hermoso y blando pelaje blanco.

Lan Wangji deseó secretamente ser un conejo, solo para ser llenado de besos por Wei Wuxian.

—Tu serás... ¡Zhan Zhan!

Imposible poder concentrarse en su lectura, cuando la voz del azabache llamaba toda su atención.

—Ya llamaste a uno así. —Respondió sin apartar la mirada de su libro, queriendo fingir que aún seguía leyendo.

—¡Pero Zhan Zhan es un nombre muy bonito! ¡Entonces pude ser Zhan Zhan segundo! ¿Es mejor?

—Es el cuarto.

—¡Entonces Zhan Zhan cuarto! ¿A qué es bonito? —Y en el momento que levanto la vista para escuchar mejor al chico, fue recibido por esa hermosa y bella sonrisa.

Una que podía dejar celoso al mismo sol por lo brillante y radiante que era. Era la imagen de la felicidad, la belleza de la alegría.

Y la risa, viniendo de esos labios. Una bella melodía que podía escuchar por siempre. El canto de los pájaros y el ruido de la naturaleza, no fue justicia para la dulce música que eran las carcajadas de Wei Wuxian.

El muchacho se había acercado, con cierto conejo blanco en sus brazos. Con esa gran sonrisa en sus labios, la alegría que jamás dormía.

El libro que estaba leyendo, pasó a ser algo secundario cuando la presencia del otro chico tuvo toda su atención. Admirando de cerca, esos brillantes y profundos ojos grises. Esas facciones delicadas, hermosas y suaves ala vista. Y al mismo tiempo un desastre con los hilos de cabello suelto sobre ese rostro.

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