Tres

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Tres = Tres.





Un descuidado golpe en su cabeza la saco de la música que sonaba en sus audífonos. Levantó la mirada, sintiendo el pitido de su cabeza elevarse de volumen.

─ Lo siento─ Dijo el chico, riendo un poco─ Lo siento fue un accidente─ Reitero el castaño ojiazul.

─ No pasa nada, estoy bien─ El chico sonrió y siguió su camino, del lado contrario al que iba ella. Un poco confundida la chica lo llamó.

─ ¡Hey!─ El chico se giró hacía ella, sonriendo─ ¿Eres nuevo por aquí?─ El chico se encogió de hombros.

─ Algo así─ Dijo mientras su sonrisa se desvanecía.

─ Me parece que nunca te he visto─ Dijo acercándose a pasos cortos a él.

─ No muchos me notan, la verdad.

─ ¿Cuál es tu nombre?─ Preguntó, sintiendo a cada pequeño paso que daba como si su corazón empezara a arder poco a poco.

─ Soy Chandler─ El cuerpo de la chica comenzó a sentirse en llamas, estaba más que caliente, su temperatura se elevó a niveles extremos─ ¿Y tú?─ El chico sonrió, haciendo que el pitido de la chica comenzara a sonar con más fuerza y volumen.

─ Dai.

─ ¿Es chino o algo?

─ Japones, mi padre ama Japón─ El chico se acercó más a ella, haciendo que todo lo que le pasaba al cuerpo de la chica se intensificara, la ojigrís en un movimiento rápido se alejo─ Lo siento, tengo que irme─ Se alejó casi corriendo.

─ Te veo después, Dai─ Hablo hacía la chica que ya no lo escuchaba.





Entró a su casa azotando la puerta, haciendo que resonara por cada rincón de la casa. La casa estaba vacía, como todas las mañanas y las tardes. Caminó despacio hacía su cocina, abrió el refrigerador y metió su cabeza en esté, dejándolo unos largos segundos.

Unos leves golpes a la puerta la hicieron sacar su cabeza, miró hacía la puerta desde la cocina, los golpes volvieron a sonar. Caminó hacia la puerta principal, con miedo de abrirla, se fijo por la mirilla, sin lograr ver a alguien, la abrió de golpe, encontrándose con nadie. No había nada fuera de su casa. Sintió una respiración suave y lenta en su cuello, se quedo petrificada por unos segundos, se giró esperando encontrarse con algo horrible, con algo demoníaco.

─ ¡Mierda!─ Alzó la voz asustada pero aliviada─ ¡¿Qué esta tan mal contigo, Emil?!─ Golpeo su brazo mientras el chico reía─ ¡No puedes hacerme esto! ¡Casi me da un infarto! ¡Ay por Dios!─ Se giró para cerrar la puerta, y respirando con brusquedad y agitada logró ver al chico castaño de hace unos minutos, desde la otra acera el chico, con una sonrisa le dijo adiós con la mano, la chica con pesadez le regresó el gesto y cerró la puerta.

─ Herny me ayudo, no es todo mi culpa─ Declaró sin dejar de reír─ Debiste ver tu cara, estabas horrorizada.

─ ¡Claro que sí, imbécil! Hice un puto ritual satánico hace horas, claro que estoy horrorizada─ Caminó hacía el salón de la casa y se sentó en uno de los sofás, tomando su cabeza entre sus manos─ Tengo los putos nervios de punta, chico.

─ Ay, cariño─ Respondió Herny, acariciando su espalda.

─ No me he sentido muy bien hoy, la verdad. Siento que estoy más paranoica que nunca.

─ Es normal─ Dijo Emil, sentándose frente a ella─ Tu lo dijiste, hiciste un ritual hace horas, es normal que estés más nerviosa. Lo sé, yo también he pasado por eso, cuando hice la invocación de hitori kakurenbo la pase muy mal los siguientes días, estaba muy paranoico, pero conforme pasaban las horas todo eso fue pasando. Ya no me pasa nada, algunas veces solo estoy un poco alarmado.

─ ¿Y cómo calmabas todo eso?

─ Fumando hierba─ La chica negó.

─ Estas tan mal.

─ La verdad que me hacía dormir muy rápido, por eso lo hacía, porque en las noches era cuando más me torturaba mi paranoia. No tienes que fumar ni tomar nada, solo olvídate de eso. Tu misma dijiste que no funciono, solo empieza a creerlo.







TENEBRIS |c.r|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora