Septendecim

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Diecisiete = Septendecim.







La chica caminaba por los pasillos sintiendo la presencia del ángel detrás de ella. A veces sentía que todo eso del ángel y el infierno eran una vil mentira sin embargo, cuando el chico desaparecía de repente, movía cosas y veía su sombra junto a ella, sabía que todo eso era verdad. Que en el mundo existían más cosas de las que creía.

— Hey, lindura— La saludó Herny y besó su frente, haciendo que la chica se sintiera incomoda— No te habíamos visto en días, ¿todo bien?— La chica asintió.

— No había estado muy bien de salud pero ya estoy mejor.

— ¿Qué te sucede, Dai? Ya no brillas.

— Muchas cosas están pasando— Rasco su nuca— Mis padres se separaron pero, a quién le importa— Caminó dejando a los chicos detrás, confundidos.

— Hey— Escuchó la voz de su amiga— No te había visto— La ojigris entro en el sanitario, y su amiga la siguió— ¡Te estoy hablando!— La chica asintió.

— Te estoy escuchando.

— Entonces mírame— Lo hizo— Sé que nos hemos distanciado, hemos tenido muchas diferencias últimamente pero, te quiero, sé que estas pasando por cosas muy duras y oscuras estas semanas. Sabes que Dios siempre va a estar para ti solo tienes que abrir tu corazón a él y todo va a estar bien.

— Leslie, basta. No necesito a Dios ni a nadie parecido, no me interesan esas cosas. Mírate, Leslie, te están comiendo la cabeza— Puso una mano detrás de la cabeza de la chica— Dios no nos va a salvar, amiga.

— ¿Por qué eres tan oscura? Hace unos meses no eras así.

— La evolución.

— Esto no es evolución, Dai, estas en cosas oscuras, lo veo reflejado en ti— Más que oscuridad, la frustración se estaba comiendo a la castaña por la insistencia de su amiga.

— ¡¿En qué?! ¡¿Qué crees que estoy haciendo?! ¡¿Cogiendo con Lucifer?!— Se burló de su situación.

"No es Lucifer" Escuchó la voz del ángel en su cabeza.

— Te he visto con alguien, no sé quien es y tampoco puedo verlo claro pero sé sus intenciones.

— ¿Sí?— La chica asintió.

— Te quieren matar, Dai, ¿no puedes verlo?— La castaña tragó saliva.

— No sabes nada— La pelinegra empujo a la ojigris, acorralándola contra la pared.

— Tu eres la que no sabe nada, Dai. Satanás esta carcomiendo tu mente, tu vida, tu salud. Solo mírate, te ves demacrada, Dai. Te quiero, y quiero lo mejor para ti. Meterte en cosas oscuras no te ayudará en nada— La chica suspiró— Eres como mi hermana, no quiero que termines mal.

— No estoy en cosas malas, ni oscuras. 

— Herny y Emil también piensan lo mismo que yo. Saben que no estas bien y que nos ocultas algo. Empezando porque haz faltado demasiado al instituto. Creemos que te estas metiendo en cosas como rituales.

— Se equivocan, y si lo hiciera... no tengo por qué ocultarlo, se los diría— Su amiga asintió.

— Ven conmigo a la iglesia mañana— La castaña dejó caer su cabeza— Por favor.

— Si tengo que hacer eso para que me creas, lo haré, sin problema.

— Bien, solo iremos un rato, no te preocupes. Confío en ti.







— ¿En serio irás?— Preguntó el ángel, mirándola sentada en su cama.

— Tengo que hacerlo... Yekun— El ángel arrugo su nariz.

— No me llames así— Sonrió— Cuando soy... él, soy más bestia, no soy quien conoces— La chica asintió— No te haré daño, no pienses eso.

— Lo sé, sé que vas a protegerme— El chico asintió.

— Volviendo al tema, yo no puedo entrar a las iglesias— La chica frunció el ceño.

— ¿Te derrites o algo así?

— Ay por Jesús, haz visto demasiadas películas, cariño. Claro que no me derrito, no me pasa nada pero las imágenes de Jesús, María, los ángeles me ponen los nervios de punta, no las soporto. Son... asquerosas.

— Bien.

— Te esperaré afuera, te veré de lejos, no te dejaré y entraré si es necesario. Solo di mi nombre y estaré ahí— La chica sonrió.

— Eres muy especial para mi.








TENEBRIS |c.r|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora