Undecim

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Once = Undecim.




El ojiazul acompañó a la chica hasta que ella se durmió, poco después se acerco hasta la esquina más oscura de la habitación y desapareció, dejando un mínimo polvo negro en su huida del mundo mortal.

A penas unos minutos posteriores ya se encontraba fuera de la habitación de su líder supremo, con su aspecto real. Entró, sin tocar, tranquilamente.

— ¿Qué pasa, angelito?— Se burlo el líder de los demonios. Mirando unas fotografías— ¿Qué le harás a la madre de esa pobre chica?— El ángel dejo caer los hombros, sentándose en el escritorio de Lucifer.

— La he desaparecido por ahora, pero aún no sé muy bien como matarla— El diablo rió lenta y macabramente.

— No tientes a Dios, Yekun— Advirtió, llamándolo por su nombre real.

— Dios no puede con nosotros. Le hiere su verdad.

— Aún así, Yekun, él es quien nos dio los poderes, no los uses para hacerlo enojar. Te lo digo como tu supremo. 

— Jesús Cristo, es solo una estúpida alma más. ¿A quién le importa?

— No menciones a ese imbécil de nuevo— El chico rió, asintiendo— Y respondiéndote, a nadie le importa esa mujer pero aún así, no la mates tan rápido, Chandler— El ángel asintió— Esa chica, Dai, esta dándose cuenta que desde que llegaste a su vida todo ha tomado un rumbo extraño. Si te descubre Yekun...— El chico asintió y lo interrumpió.

— Lo sé, lo sé, pondras a otro a cargo.

— Esta vez no, la mataré— El ángel sintió alma gritar de dolor, acelerarse y aterrarse como un mortal llegando al infierno.

— ¿Por qué? No puedes hacer eso. No tientes a Dios.

— No lo estoy haciendo, esa chica me pertenece, su madre no— El chico negó y se alejó del escritorio.

— No puedes quitarme del cargo, lo estoy haciendo bien.

— ¡Follaste con la chica! ¡Sé lo que intentas, Yekun!— El ángel abrió sus bellísimas alas oscuras, demostrando enojo y exasperación. 

— ¡¿Y qué?!

— ¡Te está consumiendo!— El chico negó repetidas veces— Eres mi mejor amigo, Chandler, no puedo permitir que una simple chica quiera quitarte el alma— Los ojos del menor se dilataron, oscureciéndose casi por completo. Lucifer, mirándolo con superioridad, no se dejo asustar por eso.

— Estás equivocado— Respondió respirando cada vez con más pesadez.

Pero Satán nunca se equivocaba.

— ¡Soy el ser más poderoso de aquí! ¡¿Y crees que puedo equivocarme, bastardo?! Retame, como lo hiciste con Dios, puedo expulsarte si quieres también— Se burló, giró sobre sus talones y regresó al librero alto, con un saltito a penas visible comenzó a levitar un poco.

— Imbécil— Murmuró, acercándose a la salida.

— Sal de aquí y en un chasquido matare a la chica de un infarto— Advirtió el arcángel sin mirarlo, con el dedo pulgar y el índice levantados, listos para moverse a penas unos milímetros. El ángel detuvo su andar y lo miró— No te enamores de ella, Chandler, que va a ser tu ruina— El ángel levantó la mirada, movió sus muñecas un poco y los libros frente al Diablo cayeron sobre esté— ¡Por una mierda, Yekun!— Se acercó al nombrado con rapidez, aún flotando, el ángel salió disparado a una esquina, lastimándose sus largas alas, sin embargo, sin dolor alguno se levantó, flotando al igual que su superior.

— No trates de darme ordenes.

— ¿Adivina qué? ¡Soy tu rey!— Gritó horrorosamente, asustando desde a las pobres almas en pena que pagaban su condena hasta los demonios que lo conocían.

— No me asustas, Lucifer.

— Pues debería. Voy a quitarte todas tus habilidades si sigues con tu actitud de niñita mortal— Yekun negó, alejándose— Vamos, denle una puta paliza a esta niñita— Ordenó al grupo de ángeles guardianes que estaban dentro de la habitación sin siquiera hacer ruido.

— ¡Jódete!— Gritó Chandler, intentando huir, porque aún que no le doliera en demasía, su aspecto sería horrible. El arcángel movió sus dedos, y el chico cayó al suelo con fuerza, sin poder levitar de nuevo.


TENEBRIS |c.r|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora