4 - LINDA

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Drogo

Me preparo mentalmente para mi clase con los de primero. No es que no me guste darles clase, pero son la generación de baby boom. No sólo son demasiados, sino que tienen las hormonas desatadas. Tengo que ocultar mi aura para anular mi encanto vampírico, pero aún así, sólo las chicas me prestan atención, aunque dudo mucho que me escuchen. Están demasiado ocupadas babeando y soltando groserías. Algunas hasta llegan a escandalizarme. ¡Y mira que he escuchado cosas en mi vida! 

En cuanto a los chicos... No les atraigo especialmente, pero me miran mal. Seguramente porque les fastidia que ellas babeen por mí, así que no paran de intentar boicotear mis clases. Es pesado de verdad.

Cojo aire y abro la puerta. En ese mismo momento veo una pelota de fútbol que se dirige directa a mi cara. Con total tranquilidad, la intercepto con la mano y, apretando ésta, la hago pedazos.

—¿Acaso no sabéis que está prohibido jugar a la pelota en clase? —pregunto molesto.

—Vamos, profesor. Sólo estábamos practicando. Tenemos pronto  un partido importante con el equipo y todos estamos deseando ganar. Lo entiende, ¿no?

Le lanzo una dura mirada. Sé de sobras que esa pelota iba dirigida a mí. Es igual que su padre, lo que me enciende aún más. De verdad, no sé en qué estaría pensando Samantha esa noche porque para tener mellizos... Y encima ahora yo los tengo que soportar.

—No lo entiendo, señor Huxley —contesto molesto mientras me dirijo al estrado —. Nunca me ha interesado el fútbol, pero le recuerdo que es una actividad extraescolar, por lo que le aconsejo que lo limite a cuando salga de clase.

—Me pagará una pelota nueva por lo menos, ¿no?

Suspiro. No puedo con él. Es incluso más imbécil que su padre.

—No tengo ninguna intención de hacerlo. Iba directa a mi cara por lo que, si tiene alguna queja, ponga una reclamación. Estoy seguro de que el director la recibirá encantado. Y más cuando sepa que estaba jugando dentro del aula.

Pone cara de fastidio antes de dirigirse a su sitio, lo que me arranca una sonrisa. Si se cree que va a poder conmigo, la lleva clara.

Observo a los alumnos con detenimiento. Como de costumbre, la mayoría no tiene ninguna intención de prestar atención. Ni siquiera mis sobrinos ni los hijos de mis amigos. Están tan alborotados como todos los demás.

Suspiro y me acerco a la pizarra. Nuevamente voy a tener que usar los métodos de mi cosita y eso es algo que me desespera. 

Saco las uñas y las arrastro por el encerado provocando que todos se tensen por la dentera.

—Ahora que ya tengo vuestra atención —digo sonriendo —, comencemos la clase. Hoy toca hablar de los vampiros. Según su origen, tenemos a los originales y a los convertidos.

—¿Cuál de esos es usted?

Pongo mala cara al escuchar esa voz nasal. Es igual que su madre.

—Yo soy un original. Es decir, nací vampiro —respondo volviéndome hacia ella.

De repente me fijo en que está sentada en la primera fila con las piernas abiertas, mostrando toda su intimidad.

—Señorita Huxley, si no le molesta, siéntese de manera correcta —le reprendo.

—¿Qué pasa, profesor? ¿Acaso no le gusta lo que ve? —pregunta coqueta. No puedo evitar hacer una mueca de asco.

—Le aseguro que no tengo ningún interés en que me muestre su intimidad —respondo todo lo correcto que puedo —. Además, le recuerdo que soy un hombre casado.

DC XI:UN MUNDO MEJOR √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora