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Ayer lloré entre los brazos de mi madre, reí y al mirarla a los ojos me he permitido perderme en el color verde de estos, dejando soltar el llanto ante mis inseguridades.

Mamá, no sé qué hacer con mi vida, no sé cómo sobrellevar el hecho de que mi futuro, mi carrera y mi vida como adulto están por comenzar.

Hay tantas cosas que temo, tantas inseguridades con las que no puedo continuar. Noo porque no quiera, sino porque no me siento lista para nada del futuro. 

Sofoco.

Sofoco.

No puedo pensar en nada más, estoy muriendo al ser sofocada por todos mis sueños juntos.

Me aferró desesperadamente a su cuerpo, llorando cada vez más fuerte, cada vez siendo más difícil mantener una respiración tranquila. Mi garganta grita y exclama por piedad al estar totalmente irritada por mis continuos jadeos, desesperados por tomar más aire con cada segundo que pasa.

Estos respirando, pero al mismo tiempo me encuentro ahogandome de la manera más desesperada que he sentido en mi vida.

Extinguiendo tu propia llama, ¿No te causas pena?

Me reprocha mi mente, pero yo solo trato de ocultarme entre el regazo de mi madre.

"No logro encontrarme" respondo al aire. "¡No logro encontrarme...!" repito con mayor fuerza, encogiendo los pies y buscando los brazos de mi madre, pero todo se vuelve oscuro y la pierdo de vista al instante.

Nuevamente, me bloqueo.

"¡No puedo hacerlo!" Grito con ímpetu, golpeando el suelo con mis puños y cerrando los ojos con fuerza. "Por favor..." Susurro, dejando recargar mi frente en el frío piso mientras las lágrimas resbalan del puente de mi nariz hasta caer al suelo. "No puedo..."

Hace un segundo estaba con mi madre y ahora estoy sola. En una habitación a oscuras y en completa soledad, ¿Cómo era posible?

Siempre me lo preguntaba las primeras veces; Mamá me ha abandonado, mi hermana me ha abandonado y mis amigos también. Todos me han dejado sola. Solía responder.

No, mamá no me abandono, ni mi hermana ni amigos. Poco después entendí que era yo misma la que provocaba todo aquello. La que se encargaba de llevarme a un lugar oscuro.

Nunca he logrado conseguir la salida, recorro las paredes a tientas y busco una puerta, pero las paredes de la habitación parecen alargarse conforme voy avanzando. Me he condenado.

No estoy sola, puedo sentir la compañía de mis seres queridos, no puedo verlos, no puedo hablar con ellos. Pero los siento.

Suelto un grito al aire, sujetando mi cabeza con ambas manos y dejando que las lágrimas tomen su camino a mis mejillas y después a mi mentón.

Mantengo mi boca abierta, como si en cualquier momento voy a comenzar a hablar, pero las palabras no salen, incluso después de un largo rato.

Y vuelvo a llorar nuevamente, dejándome caer en mi lugar y volviendo a aquel respirar agitado, pidiendo piedad a mi misma.

Después de un rato puedo darme cuenta que me he quedado dormida, con mi cabeza entre las piernas de mi madre y su mano entre mi cabello, descansando porque ella también a terminado por acompañarme en mi sueño.

Una última cartaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora