Capítulo 8.-La soldado del amor incondicional.

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Los días pasaban como agua en un río en una dirección empinada: veloz, apenas dándose cuenta que ya es fin de semana una vez más.

Fumino paseaba por la academia, notando dos cosas. La primera de ellas era que cuando Nariyuki saludaba con su mano a la profesora Kirisu, ella regresaba el gesto sin parecer una acción de mayor relevancia.

No obstante, la chica se daba cuenta de que su profesora suspiraba como lo haría una mujer enamorada, llevándose la mano al pecho y ruborizándose un poco.

La segunda era que, en clase, Nariyuki siempre miraba a la profesora Kirisu sin ninguna atención, todo lo contrario. Lo miraba embobado, sonriendo estúpidamente, a la vez que se centraba más en la profesora que la propia clase.

Era su intuición femenina la que le decía que existía una conexión más fuerte que la de alumno y profesora. Ayudante y alumno. Era más que eso.

Conociendo un poco a Nariyuki, era muy seguro que él no hubiera dicho nada. Hilando un poco las veces que él se ponía nervioso cuando hablaban de la profesora y ese ramo de rosas que le dio, todo indicaba una cosa.

Él estaba enamorado de la profesora Kirisu.

Pero eso era algo más que claro, la parte difícil venía al cuestionarse, ¿la profesora Kirisu estaría enamorada de su alumno? Conociendo su rectitud y disciplina, uno creería que no.

No obstante, las apariencias engañan. Tras ese maquillaje de rectitud y disciplina, se hallaba una joven poco más de dos años mayor que su alumno.

Poniendo la propia Fumino un supuesto, es que, en esencia, Nariyuki era bastante maduro y dedicado. Muchas mujeres prefieren a hombres mayores que ellas ya que es sinónimo de madurez.

No obstante, ese chico de dieciocho años, tendría la edad mental de, quizá, un hombre de veinticuatro o poco más años, obviando algunas conductas propias de un adolecente.

En esa madurez mental, yacía el oro.

En la clase, Nariyuki, como siempre, sacaba su libreta y le daba un repaso rápido a la lección anterior para tener la información fresca. Uruka llegaba dándole una palmada en la espalda, riéndose de su contrario.

Ella también tenía dieciocho años...pero su edad mental sería, obviando algunas conductas propias de una mujer adulta, quizá de unos quince o dieciséis años.

-¡Buenos días, corazón de melón!

-¡¿Por qué me dices así, Takemoto?! ¡Es penoso!

-Digamos que una pajarita me ha dicho como es tu enamorada.

Nariyuki hizo el cuello para atrás, aparte de saltar los ojos. Esa afirmación, pareciéndole imposible, se le hacía un ridículo.

-¿Y cómo es mi enamorada?

-No me dijo como es ella físicamente. Lo que esta pajarita me dijo fue que ella tiene un corazón de melón.

Fumino miraba desde la puerta a Uruka con ganas de apretarle el cuello por andar de habladora. La regañaría después ya que ese no era el mejor de los momentos. Se evidenciaría quien era la "pajarita".

-No sé a qué te refieres. –El muchacho frunció el ceño.

-Claro que sí sabes, Nariyuki. Je, je. Su corazón es duro por fuera, pero por dentro ella es tierna y dulce.

-Tienes razón...n-no lo había pensado así. –El muchacho se ruborizó. Su amiga soltó una risotada.

-Si trabajas mucho por llegar al interior de su corazón, podrás probar esa dulzura.

Enséñame a amarte (MafuyuxNariyuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora