Capítulo 11.-Razón de ser.

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Rizu estudiaba en su casa con algo de apuro, ya que tenía que ayudar en el trabajo familiar. Ya le entendía con una leve eficacia a los temas de, por ejemplo, filosofía. Entendía el contexto, estudiar a Sócrates le había ayudado bastante.

Y es que, siendo muy poco empática, lo mejor era que la muchacha, antes de conocer a los demás, se conociera a sí misma. Esa era una de las frases más importantes de Sócrates: conócete a ti mismo.

Ella era intolerante, con poco interés en formar amistades debido a ciertas...cosas que sucedieron antes.

Ciertamente, el mundo tiende a ser bastante raro y extraño. Mientras que, se supone que debemos sentir admiración y aprecio por las personas inteligentes, aquellas que tienen un buen grado académico, etc.

Lo que sucede, es que al lunático mundo le da por hacer las cosas al revés, siendo todo lo contrario de lo que en verdad debería ser.

Mientras que, en la teoría, las personas inteligentes deben ser admiradas, ya en la práctica...son hechas menos. Ése era el caso de Rizu, desde muy temprana su edad, siendo objeto de burlas por su capacidad superior a las matemáticas, en general.

Casi como si la vida no la quisiera, se tenía que poner en juego su pequeña estatura, cosa que no hacía sino más que aumentar las burlas.

Eso siempre le sucedió hasta entrada la preparatoria...y no es como que tuviera muchos amigos...salvo una chica que se enamoró de ella, a pesar de ser mujer. No era precisamente el tipo de amistad que ella quería.

La actitud bastante hueca y torpe de Uruka la molestaba por ser, eso, hueca y torpe. Las ocasiones en que lograba una charla estable con Fumino, las cosas no terminaban muy bien que digamos. El mal trato con los demás compañeros de clase la hizo, aparte de desconfiada, un poco ruda con el trato a sus condiscípulos. Acostumbrada a recibir un trato así, era normal regresar la agresión con agresión, de ahí que se desesperara tanto con Fumino cuando no le entendía en algún tema.

Muy curiosamente, o casi cayendo en la trágica casualidad del destino, Rizu había adoptado una filosofía cínica en su más pura expresión, pero en la νουζ (nous: inteligencia), no tanto en las acciones.

Claro que ella no andaría desnuda por ahí ni viviría en la calle, como lo harían los auténticos cínicos de Grecia helénica. 

Aprendía las enseñanzas de Sócrates en cuanto a uno mismo se refiere, pero ignoraba todo lo demás, todo acerca de lo bueno y lo malo. Lo que agrada y desagrada a los Dioses.

Tenía la noción de que debía ser así forzosamente. Primero ella y después ella.

-¿Conocerse así mismo admitiendo las limitaciones y fortalezas? Soy fuerte en ciencias...pero en literatura. ¿Qué más dice Sócrates de eso?

Ya tenía pensando que, para el día siguiente, era buena idea ir a preguntarle al profesor de filosofía para saber un poco más sobre ese personaje a pesar de que ya lo habían pasado. Ahora veían a los Neoplatónicos.

Mientras la muchacha se mataba estudiando filosofía y literatura, Nariyuki repasaba sus lecciones de historia en la oficina de Mafuyu. Ya tenían todo bien recogido y perfecto, así que el espacio era mayor...no como cuando todo era un desastre.

Aprovechando que ya no había mucho que hacer en la academia y que el hambre arreciaba, los dos decidieron tomar un pequeño descanso, saliendo a comer juntos.

Sería un poco torpe ir lejos para poder tener lo que se consideraría una "cita". Era mejor estar simplemente como alumno y profesora en el puesto de Udon de Rizu.

-¿Pero y si te quiero hacer cariñitos? –El muchacho hizo un puchero.

-Aunque no haya nadie en la academia, me da un poco de pendiente, por eso es mejor que sea en un lugar más "personal". No obstante, jamás te negaré un beso en una situación controlada.

Enséñame a amarte (MafuyuxNariyuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora